No se andar en bici

 "...Miro su fotografía

y mi corazon se parte en dos

Enamorado de un Fantasma..."


El astro Sol todavía no salía y yo ya no podía seguir durmiendo, me estaba dando un ataque de ansiedad, le mandé un mensaje a mi patrón comentando que no me sentía muy bien, lo más seguro que no iría a trabajar, alisté mi bici, mi mochila con agua suficiente, galletas y chocolates, mis audífonos estaban descargados, ni modo tenía que lidiar con mis pensamientos, sentía que algo se me olvidaba pero decidí ya irme así.

Recién estaba amaneciendo cuando yo iba ya sudando un poco por la subida, ¿A dónde iba? Sinceramente no sabía, solo quería bajarme la ansiedad sin rumbo fijo yo iba pedaleando, al cabo de una hora y media de estar rodando entre los cerros hice una pausa para tomar un poco de agua y comer un chocolate, estaba comiendo mi chocolate mientras buscaba mi celular, pero no lo traía en el pants, tampoco en la mochila, por un momento pensé que lo había extraviado pero recordé que lo dejé sobre la mesa cuando le mandé mensaje a mi patrón que hoy no iría a trabajar, revise mi cámara y traía muy poca batería así que solo me hice una foto y fue cuando me di cuenta que estaba llegando a la ciudad más cercana, revise mi mochila para ver si traía dinero, por fortuna siempre cargo en mi mochila dinero para cualquier emergencia, así que seguí mi camino, seguía sobre pensando demasiado y lo que hice fue empezar a planear que iba hacer en la ciudad, así que iniciando iba a ir por una birria y después quizás pasaba al centro de la ciudad por un helado y veía si podría encontrar un libro que tenía pensando comprar, así que seguí y seguí rodando hasta que llegué a la birria.

Me pedí mi orden de birria tatemada con una coca cola bien fría de envase de vidrio, me supo a gloria ese desayuno, ya tenía mucho que no la probaba, después me pasé por un helado pero estaban cerrados la mayoría de los locales, todavía era temprano así que decidí ir a buscar el libro, por fortuna estaba abierto y si tenían el libro “La tía Julia y el escribidor” de Vargas Llosa, lo compré y ahí mismo compré un café artesanal de “la lucha”, me fui al centro a leer un rato, servía que dejaba de sobre pensar.

Al estar leyendo de pronto se me fue el tiempo y se acercó una chava, como de mi altura, unos 60 kilos de peso, con el cabello lacio a los hombros, estaba muy bonita, ojos tapatíos, nariz respingada, no tenía el acento de ahí, lo supe porque me preguntó sobre el libro, le estaba platicando yo bien emocionado y de pronto le dije y a esto ¿Cómo te llamas? Una disculpa por la falta de cortesía pero soy muy atrabancado, me dijo “Me llamó Julia y soy de Tepatitlán pero ando de visita” y ahí empecé a platicarle mi historia de cuando se me quedó el carro cerca de Tepatitlán y me remolcaron, me la pasé ahí 3 días de fiesta hasta que encontré un fusible que se le había quemado a mi carro, estábamos en eso cuando le dije ¿Ya almorzaste? Si no, vamos por algo, te lo picho, y ella con una sonrisa me dijo “¿y si mejor me enseñas a andar en bici? No se andar” en ese momento se puso súper rojita y le dije que sí, voy a decir que se veía muy bonita con esa tonalidad roja y nos dirigimos a la unidad deportiva que no estaba a más de 10 minutos de ahí, mientras platicábamos de mi estancia en su tierra.

Ahí en la unidad deportiva, estuvimos practicando para que anduviera en bici, le enseñaba como caer para evitar lastimarse y como mantener el equilibrio, estuvimos por un par de horas hasta que pudo mantenerse con seguridad, en ese momento ella se fue, iba rumbo a la salida de la unidad y pensé lo peor, que quizás me iba a robar la bicicleta, pasaron 2 minutos que se me hicieron eternos mientras yo me maldecía por haber confiado demasiado, cuando de pronto me llego por atrás y ella con una sonrisa me dijo “lo logré, lo logré, ya se andar en bici” se bajó de la bicicleta y me abrazo, ese abrazo quizás era lo que necesitaba, sentí como si se me hubiera acomodado el mundo, en ese momento le dije que si quería que fuéramos a comer algo pero ella dijo “y si mejor pides una chavindeca y nos la comemos aquí en las gradas, la verdad quiero seguir arriba de la bicicleta”, le dije que me esperará porque había olvidado mi celular y salí corriendo para agarrar un taxi e ir por una chavindeca.

Al regresar sentí un alivio el ver que ella ahí seguía con mi bicicleta, nos sentamos a comer la chavindeca en las gradas, parecíamos como dos enamorados, donde el mundo seguía girando y yo no podía dejar de ver su sonrisa, ella era encantadora, tenía algo especial, incluso ella me pilló viéndola y me dijo “No me veas así, me chiveas bien mucho” y me regaló una sonrisa, en ese momento no sé pero le robé un beso, ella lo correspondió, ese beso duró unos segundos que para mí fueron minutos, si el abrazo lo necesitaba, el beso me hizo volverme a sentir vivo.

De ahí nos fuimos por un helado pero nos lo íbamos comiendo mientras caminábamos sin rumbo fijo, de vez en vez ella se subía a la bicicleta y yo solo la veía como niña con bicicleta en seis de reyes, nos dimos varios besos más, eran cerca de las 4 de la tarde y fue cuando me dijo “sería mejor que ya te fueras, tienes un camino todavía largo por recorrer” yo no quería pero le dije que sí, fuimos a la salida a Acahuato y en una de esas casas me dijo que vivía una tía de ella, no quiso que la acompañará, le dije ¿Mañana te veo? Y ella me dijo “No creo, solo vengo por un día” y me dio un beso, pero le dije que iba a verla hasta que entrará y así fue, me grabé bien la casa y me fui al centro para tomar una camioneta que funge como taxi que va hacía mi pueblo, en mi casa no podía dejar de pensar en ella, fue tanta mi emoción que me metí a bañar y me di cuenta que no traía mi libro, entonces idee un plan, ir al otro día temprano para ver si ella no se había quedado con mi libro, ni siquiera me acordé de agarrar mi celular, me acosté en mi cama y me quedé dormido pensando en ella.

Al otro día después de bañarme, me puse mi tygar de Bvlgari, tomé las llaves de mi auto y tomé camino a donde la había dejado, al llegar mis manos las traía sudorosas, me estacioné frente a la puerta donde se había metido, busqué el timbre pero no había, así que toque tres veces con los nudillos, pasaron unos segundos y no se escuchaba ruido, me di media vuelta y ya me iba a subir al carro cuando me dijo la voz de una señora “¿A quién buscas?” y ya le dije Buenos días, a Julia, es que ayer coincidimos y quería ver si no se quedó con un libro mío, la señora mostró una sonrisa tímida y me dijo “pasa muchacho, si te digo no me vas a creer” al entrar vi una ofrenda, estaba muy colorida, tenía mucha producción, había muchas fotos y dentro de esas fotos estaba la de Julia, yo creo que mi cara fue un poema porque la señora me tomó de los hombros y me dijo “Mi sobrina la atropellaron aquí a fuera, estaba aprendiendo a andar en bici, ya tenía 25 años y no sabía andar en bicicleta ¿tú crees?, le gustaban mucho las chavindecas y venirme a visitar de vacaciones, eres el tercero que dice que convivio con ella y justo es un dos de noviembre cuando la ven, por eso dejo la ofrenda un día más, si no, no me creen”, solo cerré los ojos y de mis ojos salieron unas lágrimas y de inmediato le dije a la señora, una disculpa por haberla molestado…




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