Te tengo una historia
Esta es pa' ti, pa' ti, tú que me traicionaste a mí
Me das la mano, con tu cara 'e "yo no fui"
Y yo inocente te la di porque todavía no sabía
Que tu risita venía con la fecha ya vencía
Mis amigos, los que me tocaron y
a veces los que escogí, esos que con el tiempo se van, así como el cartón de
caguamas cuando ya no alcanza para toda la noche, algunos amigos son de aficiones,
otros de peda, unos fieles y otros traicioneros, hay de todo como en la feria.
A veces te presentan a las viejas, otras tantas te las bajan, a veces son más
que hermanos, otras siento que son la razón por la que uno ya no confía ni en
la sombra, lo que sí, siempre que se trata de viejas, ahí se pone feo el asunto,
ahí sí son los más culeros.
Tengo para hoy la cabeza llena de
infidelidades, historias de borracheras, de esas que duelen y otras que ya
hasta me dan risa, el alcohol, no sé si es para desinhibir o para cometer pendejadas,
pero, neta, es motor de muchas historias que terminan en cruda moral.
La que más me duele, son esas
infidelidades que son por una peda, pero igual esas cosas que uno no planea y
que acaban por pesar al paso de los años. De ahí, me hiciste recordar a una
palomilla que sacaron a la morra de un conocido como si fuera una cerveza que
no va dentro del cartón. Aunque eso si uno platicando con la morra de uno y
otro con mi ex, es de las veces que digo, uno creyendo en la hermandad y salen
con mamadas.
Hace poco, me estaba ligando una
morra y que me dan baje, encima, el güey quiere que ahora yo haga lo mismo con
otra, pero no, aunque a veces me han sido infiel, eso no lo permito, hay un
límite. Por ejemplo, le dejé de hablar a un amigo porque una vez me preguntó si
ya no iba yo a regresar, que si podía intentar con mi ex morra. ¡No mames! Varias
las dejé pasar, y ahora que a veces siento que estoy del otro lado, digo, yo no
lo voy a hacer, total, hay un chingo de viejas, pero al final quedan pocos
amigos.
Es curioso, uno cree que el
alcohol nomás arruina el hígado, pero es mentira, el alcohol también arruina
amistades, y, más jodido, arruina esa parte de uno que confía. Las historias
aquí son como ese último corrido, de esos que nadie baila, pero todos recuerdan
porque fue justo ahí en la esquina más oscura, donde uno vio a su compa con la
que te gustaba, y aunque a veces me hago el fuerte, hay noches que me pesan las
traiciones y los abrazos de compadreo que sabían a puñalada.
Al final de cuentas, uno elige
qué tipo de amigo quiere ser, yo, aunque el mundo diga otra cosa, no quiero ser
el culero, prefiero perderme en el silencio de una noche de peda solo, que en
la vergüenza de haber traicionado a alguien que me llamaba hermano, porque sí,
hay un chingo de viejas y muy pocos amigos de verdad.
La neta, esta historia no tiene
moraleja, pero sí un chingo de enseñanza. Uno se queda con lo que se merece y
pierde lo que no cuida, a veces, sólo a veces, la peda más cabrona es recordar
quiénes eran tus amigos antes de la traición.

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