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Te cuento un cuento sobre ella...

..."No sabes lo que provocas
     al desordenarte el pelo
     Que me he de morder la boca
     Y no decir te quiero

     No sabes que tu risa
     es el mayor de mis laberintos
     Y que cuando tus ojos falten
     en los míos nacerá un abismo

    No quiero tener que odiarte
    cuando de madrugada
    Sean tan solo tus recuerdos
    el que se meta en mi cama

   Desordenando mis instintos naturales
   y fecundando en mis brazos
   El deseo de abrazarte
   no pido más que sea real"...


..."El vuelo de tu vestido.- Jose Antonio Delgado"

Ella... Ella era como una Musa, de esas que se clavan en tu mirada hasta dañar las terminaciones nerviosas, que afectan los pensamientos, los suspiros, el parpadeo y el palpitar del corazón...

Hermosa Piel Blanca con un pequeño toque canela, su cabello largo y cobrizo brillaba tanto con la luz del sol como con la luna, un tono de voz cálido que hablaba dulce y bajito como el susurro del viento de todos los otoños.

Cada vez que visitaba esa Ciudad era para curarme las heridas consecuencia de este viaje continuo hacia el "Siempre hay algo mas allá que no vemos".

Esa ciudad la llevo en el alma por que siempre fue para mi un ancla, un lugar de descanso donde han quedado experiencias, sueños, risas y recuerdos de esos como para despertar un domingo y reiniciar la vida, pero también he de reconocer que detrás de todos esos pretextos estaba ella, ella como una razón absoluta para encallar mi barca allí...

Le buscaba siempre al tercer día de arribar, siempre sabía dónde encontrarla, aunque cambiara de refugio cada vez y cada año, aunque fuera de lugar en lugar, de calle en calle y de alquiler en alquiler, siempre había una coincidencia ya sea en un Bar, cualquier esquina, café o parada, como sea que fuera nuestros hilos de destino siempre se enredaban para causar la casualidad de hallarnos, siempre era así, pesé a que ella siempre era tan inquieta y nada pasiva, siempre tan libre, pues nunca planeaba, ella aleteaba y volaba más allá de sus sentidos e impulsos, y eso, eso como me atraía...


Siempre me asombraba la sorpresa de su rostro al verme, ¿Y mi crimen? hallarle para robarle un par de besos, aunque había veces que me daba más que eso, pero nunca el corazón...
Yo no sabía Cómo llamarla cada vez que la encontraba: cariño,  guapa, valkiria, verdad, suelo, cielo ó simplemente hablarle por su nombre o quizá decirle ¡Tú!.
Ella siempre era la misma, sí, justo así, siempre plasmada en el recuerdo, con unos jeans de rodillas desgastadas, lentes matisse ovalados y si hacia frío un suéter rosa con mangas largas y arremangadas, un peinado natural con la linea marcada al costado izquierdo que hacia caer su cabello naturalmente cubriéndole una parte del rostro y si hacía calor, ella solo se recogía el cabello con una liga, lo que resultaba un gusto para mí, pues le hacía resaltar un poquito más sus mejillas descubiertas.


Solía ir unas tres, cuatro o cinco veces por año, según me lo permitía el tiempo o bien cuando la soledad me imputaba la culpabilidad de mi pasado deshilachado y remendado con parchecitos sobrepuestos, pero eso a ella no le importaba, tampoco le importaba si ambos teníamos compromisos, si iba o venia, si tenia risas, temores, juegos, calumnias, cadenas o alas... con ella nada importaba, a veces creo que simplemente y sin explicación nos mirábamos como esos amores imposibles que la distancia no ahoga pese a las tempestades o las corrientes de un mar con miles de posibilidades.

Nuestro primer encuentro fue en ese Tour en Finca Sala Vive... allá, hace unos breves años atrás, recuerdo muy bien cómo tropecé con ella, yo traía media copa de tinto Vega Sicilia en la mano, estábamos a mitad de una degustación, su mirada se clavó fijamente en mí y mi corazón latió tan deprisa que empecé a temblar e instintivamente agite la copa para poder disimular lo que corría por mis manos, esto al mismo tiempo que observaba ese resplandor tan maravilloso, el aura de su ser, yo no se nada de causalidades o casualidades del destino, esas cosas a las que uno se enfrenta o que simplemente se te cruzan en la vereda intempestivamente como cuando cruzas distraído sin mirar a ambos lados y con un camión que viene directo hacia tí y anunciando un impacto inminente, pero al final, yo estaba allí, desprevenido, sin plan de rescate débil ante ella e impaciente por llamarla como mía, incluso aún me sorprendo como después de haberla visto varias veces sin hablarle en ese Restaurant Boutique Queretano donde acostumbraba desayunar cada mañana haciendo sobremesa mientras le miraba leyendo Rayuela, eso me llamaba mucho la atención, mas bien decir que ese libro me inquietaba demasiado, pero era así, justo era ese momento dónde habían pasado ya casi cuatro años de mi primera visita a esa ciudad, pero seis meses de haberla visto por vez primera, fue entonces que me atreví a hablarle, aunque, bueno, en realidad ella dijo la primera palabra y en un modo sencillo lanzo un Hola!... Magnánimo, casi seductor y armonioso, nunca había escuchado su voz aunque parecía que le conocía de siempre y cada que la veía leer a Cortázar igual le imaginaba leyendo en voz alta para mí...
Entonces pasó que mi corazón se detuvo y  enmudecí, de manera que casi quise darme un pellizco para descubrir si todo era cierto o solo soñaba una vez más, pero entre estas cosas que pasaban el alcohol del vino salto en mi ayuda; había euforia dentro de mi, éxtasis y adrenalina recorriéndome hasta las llemas de mis dedos, sentía incluso que mi propio naufragio se había acabado y detrás de ello sonreí, y sonreí de tal manera que no pude disimular ante ella y detrás de esa sonrisa, el tiempo se detuvo, ya no era kronos, sino más bien un Kairos que nos perdió en la eternidad de ese momento, pero también, ese fue el inicio de todo, pareciera como si la vida me hubiera vestido de incógnita y de infinito, jamás le pregunté que pensó ella de mí aquella vez y es una duda que llevo a cuestas de mi curiosidad arrastrando hasta este día, duda que desembocó en miles de pensamientos y reflexiones que siempre quedaban sin conclusión al llegar al punto de preguntarme, Cómo sucumbí ante ella?...

Qué fue? soledad, tristeza, debilidad, necesidad, destino, fantasía, mi Yin y Yang, ¿quizá recompensa de la vida o suerte? No lo sé, así que simplemente deduje que fue como un conjunto de todo en el todo, porque hay veces que no es necesario tratar de encontrar una explicación a las cosas qué pasan en la magnitud del universo, porque sólo somos una minúscula partícula perdida en el cosmos y de ninguna manera somos el centro de ello, así que decidí vivir y seguir sin esos complejos...

Pegaba el final del atardecer, estaba desde hace días y desde temprano recorriendo los hermosos paisajes de algunos lugares de Querétaro: El Pueblito, La Sierra Gorda, Pinal de Amoles, algunas horas hasta llegar a Amealco de Bonfil y unas mas de viaje a Tequisquiapan hasta llegar a la Finca Freixenet, lugar dónde según el itinerario terminaba el tour.
Éramos privilegiados contemplando el escenario perfecto, era otoño, justo cuando las hojas se amarillentan y caen haciendo una alfombra natural y crujiente, casi era la puesta de sol, música soul de fondo y yo con n el desde ardiente de abrazarle, con el impulso de aquel vino que me dio el valor y me empujo a responder su invitación a la más excelente y variada conversación que aún a pesar del tiempo y los años en este momento añoro...

Entonces respondí ese "Hola" con un amable gesto de presentación, lo único que quería era conocer su nombre, y en el afán de la charla después de saber como se llamaba, quise también saber sus intereses, aficiones, opiniones, pasatiempos, manías, molestias, inquietudes, su caja de pandora, su nostalgia, sus gustos selectivos, los huecos en su pecho, las líneas de sus manos, su música, su arte, sus pasos de baile, descubrir algún TOC, acariciar sus sueños, besarle con una mirada, arropar sus noches, adueñarme de su iris, beber de su esencia, recrear su ánimo, recorrer el cielo de su mano, averiguar cada uno de sus lunares y lugares preferidos, sumar sus labios más sus ojos menos mi decencia dando como resultado uno solo entre ella y yo, uno solo de ambos desafiado a las matemáticas y a todo lo demás, quería moldear como arcilla su silueta y respirarla a ella desde su hombro derecho con su suave cabello en mi mejilla, todo eso quería y la quería Ya! en el ahora, en ese momento.
Era como sentir el síndrome de Stendhal a tope, hasta el desmayo, todo eso, palabras cortas descriptivas que no caben ni en el estallar de una estrella a miles de años luz, así que me deje llevar, tal como esa hoja otoñal arrasada por el viento, fuimos del punto a la coma, del verso a la prosa, del sístole al diástole, del vibrar al sosiego, de la armonía a la disonancia, era una locura y una lucidez, una total dicotomía, pero... ¿Que había de malo en no estar de acuerdo con que eso pasara así, así tal cual? pensé en aquello mientras le citaba a Cortázar en aquella frase: 
- "Descubro nuevos mundos simultáneos y ajenos, cada vez sospecho más, que estar de acuerdo es la peor de las ilusiones"
Mientras que ella, tan espontánea y efusiva respondió:
- Como entender eso que llamas Ilusión?, - Sabes una ilusión es la Esperanza que no necesariamente esta precisa a un fundamento real y sin embargo suele ser ficticia y entre ficción y realidad hay un corto tramo, por ello creo que ..."Tenemos que obligar a la realidad a que responda a nuestros sueños"... 
Esa frase la reconocí de inmediato, y aunque no era de su autoría encajaba en la vehemencia de nuestra conversación, el ciclo seguía y seguía sin darnos cuenta que la noche estaba entrada, todo era cautivante, su sonrisa, sus temas tan bien articulados, la copa en la mano y el fondo musical tan místico que parecíamos astros plenamente alineados, una experiencia sublime, sensaciones indubitables.
Antes de marcharnos yo había comprado un par de botellas modestas de Reserva que de acuerdo a la explicación del Sommelier estas llevaban un año en barrica y 2 en botella y su recomendación apuntaba a una guarda de 5 años para hallar su punto exacto de degustación, fue una causa más del momento lo que llamó mi atención en aquella ocasión, aún sin imaginar qué justo 5 años después, una de esas botellas serviría para brindar solemnemente a su recuerdo...

Entonces, al ras de nuestro casual y coincidente encuentro ni siquiera recordábamos que ambos íbamos acompañados, ella por su mejor amiga María y yo por mi gran amigo Erik quien hasta hoy en día y a distancia sigue siendo mi mejor confidente.
Sin importarnos ambos íbamos guiados por la Luna hacia el transporte que nos llevaría de vuelta a la ciudad, tras esos ánimos no logro recordar el punto en que ella y yo caminábamos tomados de la mano, solo recuerdo que era como si nos conociéramos de toda la vida o quizá tres anteriores, no tenía cabeza para nada, tal vez era verdad lo que aquel viejo Clochard en ese Magnifico y Famoso "Jardín de Cerveza" en la Colonia "Hércules" una vez me dijo: "el vino debilita los corazones, así que ándate con cuidado!", debí de haberle escuchado, lo sé, y es que puede que el amor sea eterno mientras dura la Ilusión en el corazón de al menos uno de los dos, en algunos la ilusión es esperanza, mientras que en otros el resultado puede ser fatal...

Al transcurrir de los años lo reflexiono, confieso que Ella resulto ser mi prisión y yo un fugitivo, ella como princesa de cuento, encerrada en una torre que ella misma construyó y custodiada por un dragón que son mis miedos, pero siempre volvía allí y peleaba contra mí mismo para volver a verla, cada vez que me era posible.

El guía nos llevo a una parada en aquel lugar Llamado Peña de Bernal, un lugar grandioso, pueblo mágico con hermosas calles, su compañía lo hacia aun mejor, la gente, el folklore, gastronomía, los colores, todo era tan bello que por increíble que parezca decidí no volver allí por no despertar ese fuego de entre las cenizas que no se erosionan pese al tiempo, porque sé, que fue justo en ese lugar donde todo se afirmó con ella.

Todo iba magnifico así que como broche de oro, le recite la mas célebre frase de ese gran autor que habíamos estado citando a lo largo de la noche, al paso por aquel callejón del cual olvide su nombre por la misma razón por la que decidí no volver a ese pueblo...

-Ahora lo entiendo bien, le dije.- y tras esta suerte y fortuna creo que ..."Andábamos sin buscarnos pero sabiendo que andábamos para encontrarnos"...
Y justo después de ello, como si no lo esperará, pero deseándolo desde el principio ella me besó y fue el beso más perfecto que pudiese existir, tan dotado de hermosura, un ritual cósmico donde nuestros labios se reconocieron al instante, dónde su boca y la mía hablaban el mismo idioma sin palabras, algo tan intenso y directo que deseaba hacer desde hace unas mil vidas atrás, es por ello que agradezco infinitamente su audacia, ánimo y empuje en esa iniciativa misma y característica de ella.

Confieso que hoy en día es lo único de lo que me arrepiento, en ser un tonto y cobarde, en no haberla besado primero...
El escenario era enteramente único, simplemente ella alineo mi cuerpo al suyo, estábamos en las escaleras del centro del universo, yo un par de escalones abajo para nivelar mi altura a la suya, una mirada hermosa que llenaba mi ser, esos ojos bellos tan llenos de nobleza y honestidad, había quedado atónito, estupefacto y el suspenso que siguió se rompió con su sonrisa tan radiante y agraciada, solo sé que deseaba hacer eso desde hace más de lo que cualquiera pueda creer e imaginar, cual hipérbole, cual relato sumamente histriónico pero real y así nuestro instinto nos llevó a un cálido abrazo, Ella recargada sobre mi hombro, el aroma de su pelo castaño, tan suave, cálido y acogedor me hicieron palpitar de una manera increíble, inimaginable, eso, eso era tan magnífico, como un sueño aterrizado a la realidad esculpido en perfección, para ese momento ya me había robado el aliento y la vida entera, tenía mi corazón en sus manos, mis esperanzas y anhelos también, al hecho que a nadie he amado como a Ella, pero es que Ella se lo había ganado y eso sin siquiera saberlo, y aún podría contar más sobre ello, pero no hay un como, no hay letras que describan los sentimientos a la perfección, así como una vista no hace justicia a la mejor fotografía, no hay nada que describa como me sentía, ni el basto cielo, ni la magnitud del universo, ni la luz de cada una de las estrellas que viaja en el cosmos, nada, absolutamente nada se podría comparar a eso.

Quizá es por ello que aunque pasen los años y aún las eras, Yo...
Yo no puedo olvidarla...
Es entonces que entendí que aquella frase de Edel, "Mientras dure", es que realmente dura toda la vida.
Es Ella, ella misma, que aunque todo resultó en el despertar de un sueño, me queda la idea de que pueda ser real, quizá aquí, quizá en otra vida.
Quizá, quizás.



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