Jamás sucedió eso
“Y casi gritando me
dijo ya no
No quiero tus besos, no
quiero tu amor
Lo siento mi vida, así será
mejor”
Era jueves y la lluvia me agarro
como sucede en este mes de Agosto, entre el tráfico pesado de los autos y el estrés
del trabajo se me antojó una cerveza, busqué en mi refri y no tenía, la lluvia
estaba con ese chipi chipi que mi
abuelo decía lluvia moja pendejos, me puse a revisar los estados de whatsapp para ver si alguien estaba tomando
cerca de casa y vi el de Patricia, estaba en un local de alitas con una cara triste
y una cerveza, el texto decía “date no date”, logré saber que era un local
cerca de casa por la publicidad y quise darle una sorpresa. En el camino iba
pensando si era buena idea o no, ya que la historia con esa mina había sido un
tanto extraña, vaya yo me había comportado como un patán de primera, pero cuando
llegué a esa conclusión yo estaba saludando de beso a Patricia, que lejos de lo
que yo pensaba hasta un abrazo me dio, si un abrazo, de esos abrazos que si
pusieran subtítulos dijera “qué bueno que volviste, quería que me abrazaras”.
Ella estaba muy animada, podía intuir
que ya andaba un poco borrachita, sobre todo por los cachetitos que ya los traía
rojos y las palabras que las alargaba demasiado, pero ella se notaba feliz, eufórica,
un abrazo por aquí, un beso tronado en el cachete y al unísono gritábamos “¡Salud!”
era un momento bomba, disfrutábamos el cantar canciones, ella de vez en vez se
paraba a bailar mientras bebía y despotricaba sobre el tipo que no se presentó
a la cita y me decía “no espere que llegarás, así como siempre lo has hecho en
mi vida”, yo solo sonreía, no andaba tan borracho yo y conocía la historia.
De un momento a otro Patricia se convirtió,
empezó a despotricar contra mí, pero así sin avisar, a pesar de que sabía que
yo había sido un patanazo de todas formas me pegó, de fondo estaba la canción “el
juego” de tranzas, justo fue en ese momento cuando me mentó mi madre más de 20
veces, de pendejo no me bajó, me hizo un recital de todas las groserías que
existen, en eso hizo una pausa y yo aproveche para abrazarla, ella no correspondió
el abrazo hasta cuando me dijo “fuiste un hijo de la chingada, yo te quería, te
quería en mi vida, quería estar contigo, que me enseñaras andar en bici, que anduviéramos
el domingo en patines, gritarle improperios a los contrarios de tu equipo
en un partido de futbol tuyo, yo quería estar ahí, quería que estuviéramos juntos”,
en ese momento me abrazo, suspiro y solo me dijo “un día te vas a arrepentir de
haberme dejado ir, todo por buscar a la que tu pensabas que era el amor de tu
vida cuando me tenías enfrente a mí” y ahí empezó a llorar, yo solo la abracé
para contenerla pero ella siguió “¿Sabes cuantas veces subí una foto a Instagram
con la pareja en cuestión solo esperando que tú la vieras? Quería que te
sintieras de la chingada, quería que me buscarás valorar en ese momento, quería
que me llegará un mensaje tuyo diciendo que la habías cagado, que yo era el
amor de tu vida y no aquella mina, pero no, jamás sucedió eso” justo ahí la interrumpí
dándole un beso en la frente, ella solamente me abrazo más y me dijo “pide la
cuenta, voy yendo al baño, vuelvo enseguida”.
Pedí la cuenta, pagué y esperé a
que volviera del sanitario, cuando llego, se veía que había seguido llorando,
tomamos nuestras cosas y fui a dejarla a su departamento, en el camino solo
eran miradas y estábamos tomados de la mano, al bajar en la entrada de la torre
de su departamento la tomé de las dos manos y le dije “sé que no merezco tu perdón,
sé que no merezco nada tuyo, solo te pido una disculpa, cuídate mucho y espero
no volvernos a encontrar para evitarte un mal momento” y la abracé, en ese
momento sentí como si los chacras se me hubieran alineado, como si hubiera una conjunción
de los planetas, sentí como ese perdón que nunca me dio. Patricia solo me dijo “cuídate
mucho y gracias por todo”.
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