Llegaba el día de la fiesta
de graduación, iban a tener una pequeña misa en el mismo salón donde se
realizaría la fiesta, como padrino yo tenía que estar presente así que me
arregle con tiempo ya que tenía pensado en pasar a comprar algo para celebrar
con ellos. Tomé una ducha, me puse un traje que había comprado para la ocasión,
era un traje color gris Oxford, una camisa blanca, cinturón, zapatos y corbatas
de color negro, me puse un perfume que desde mi juventud venia usando el One
million de Paco Rabanne. Tome camino rumbo al salón de fiesta no sin antes
pasar a comprar el regalo que les iba a dar al final de la noche.
Llegue justo a tiempo a la
ceremonia, camine directo a donde me pidieron sentarme, en ese momento solo
salude a los alumnos, a ninguna familia, paso la ceremonia y ya en el salón me
senté en una mesa junto a otros profesores que habían invitado. Tomamos un par
de tragos todos, platicábamos, en ese momento uno de mis alumnos se acercó que
era hora del brindis, que si podía pasar con ellos al centro de la pista.
Ya en el centro de la pista
recuerdo que hicimos el protocolo de entregar alumno por alumno un diploma que
en realidad era su carta de pasante, al final dedique un pequeño discurso.
Levantamos las copas y brindamos por su logro.
Ahora era la hora de saludar
a las familias, recuerdo que uno por uno se fue acercando a mí y me conducían a
su mesa para saludar a sus familias, llego el momento de llegar a la mesa que
más me preocupaba. La mesa de Isaac.
Llegando a la mesa recuerdo
que estaba ahí sus abuelos, unos tíos, unos primos, y justo ahí a mitad de la
mesa estaba ella, si era ella, traía un vestido negro con detalles plateados de
pedrería, con un escote discreto, no era tan entallado pero hacia lucir su
figura, tenía el cabello recogido, y tal como la recordaba, seguía igual de
hermosa, no pasaban los años por ella, tenía esa misma sonrisa que la
caracterizaba en la que jalaba más el labio superior del lado derecho, esa
nariz inconfundible, esos ojos color cafés tan hipnotizantes. Recuerdo que
cuando me presento le di la mano, ella se me quedo viendo con extrañeza, no sé
si me había reconocido. Recuerdo el momento en que tomé su mano para saludarla
sentí una sensación de cosquillas que me recorría por todo el cuerpo. Aleje mi
mano de inmediato, y luego salude a su padre, no sabía si seguían juntos como
pareja, o estaban ahí solo compartiendo el logro de su hijo. Me despedí
diciendo que era un gusto pero tenía que pasar a otras mesas todavía.
Así fue mesa por mesa, hasta
que pase por cada una, caminé al escenario, tomé el micrófono y le pedí a los
alumnos que me vieran en la puerta del salón. Coloqué el micrófono en su lugar
y camine al punto de encuentro. Ya estando todos ahí les pedí me acompañaran al
estacionamiento, cuando llegamos a mi carro abrí la cajuela traía una hielera
llena de cervezas artesanales, era mi regalo. No parecerá mucho pero todo tenía
un sentido. Fui sacando, destapando y pasándole a cada uno una cerveza. Les
dije que durante toda la carrera no me había podido tomar una cerveza con ellos
ya que eran mis alumnos pero el día de hoy les traía una porque ya no eran mis
alumnos ya eran colegas profesionistas, estábamos todos tomando nuestras
cervezas, platicando, bromeando de los viejos recuerdos de la carrera.
En ese momento paso lo más
raro, recuerdo que Isaac se me acerco y me comento lo siguiente
-Disculpe profe ¿Usted conoce a Julio Martínez?
-Si lo conozco, es uno de mis más
antiguos amigos ¿por?
-Entonces mi mamá y usted se conocen
-Me podrías repetir su nombre
-Se llama Montserrat
-Ya la recuerdo, si alguna vez platiqué
con ella, era amiga de mi amigo entonces por eso nos conocimos una vez y creo
nos vimos un par de veces más- fue lo único que le pude
responder, esperando no supiera nada más y su madre no le hubiera contado nada
-Ella me dijo lo
mismo pero no estaba segura si era usted, como dice que se vieron muy pocas
veces
-Si, dile que una disculpa por no
reconocerla es que tiene muchos años que no la veía, desde que éramos unos
chamacos, y no conviví mucho con ella- Aunque todo eso era una
mentira, ella había sido el amor de mi vida con la que nunca pude estar al
final
Durante todo este tiempo, no
había pensado en ella, siempre había creído que hace 18 años era la última vez
que la vería, que sabría algo de ella, siempre creí que cuando una oportunidad
se pierde, se abre una ventana de infinitas posibilidades, y así fue, en el
trabajo, conocer más personas, aunque nunca creí que una de esas posibilidades
era ser el mentor escolar de su hijo en un futuro.
Recuerdo habernos terminado
nuestras cervezas, les dije a todos que era momento de volver a la fiesta que
ahorita los alcanzaba, mientras ellos entraban yo guardaba todos los envases en
la hielera que tenía en la cajuela. Entre al asiento del conductor saqué un
pedazo de papel y una pluma, escribí un par de líneas, Sali del carro y volví a
entrar a la fiesta.
La fiesta continuó todo
normal, yo estaba en la mesa con los otros profesores, paso una hora más o
menos cuando decidí retirarme de la fiesta, me despedí de los otros profesores
y después me acerque a la pista a despedirme de los alumnos, les comenté que
tenía un compromiso temprano y por eso no podía quedarme más tiempo, que lo
lamentaba pero cualquier otro día si hacían una reunión me avisaran y con gusto
asistiría. Camine a la salida y justo antes de salir, le di la nota al mesero,
junto a la nota le di una figura de acción que envolví en una servilleta, era
un llavero de hace muchos años y que he cargado conmigo desde ese entonces, le
dije que si se lo podía entregar a la mujer del vestido negro con detalles en
pedrería de color plata de tal mesa, le señale hacia dónde y a quien debía
entregárselo, le pedí que fuera discreto que no viera nadie cuando le entregara
la nota, junto con la nota le di un billete de 200 pesos. Y me retire del
salón.
Tome mi automóvil y
dirección rumbo a mi departamento, pensando en ella, realmente era una mujer
que valía la pena, por desgracia nunca pudimos hacer todo lo que queríamos y
estar juntos como queríamos. Pero no siempre lo que planeamos es lo que ocurre.
Y no me arrepiento de nada, conocerla fue una de las mejores cosas que me paso
en la vida.
Por lo mientras en la fiesta
el mesero estaba al pendiente de ella para encontrar el momento ideal para
entregarle la nota, y vio la oportunidad justo cuando ella se levantó para ir a
los sanitarios, el mesero la alcanzo antes de entrar y le entrego la nota y una
paquete envuelto en una servilleta, le dijo que un hombre de traje color gris
se la había mandado.
Ella entro al baño y frente
a los lavamanos abrió el papel para poder leer lo siguiente:
Hola
Montserrat, me alegro por ti, tu hijo y toda tu familia, espero todo en tu vida
este corriendo como quisieras y que sigas teniendo una excelente vida, llena de
bendiciones hoy solo puedo recordar una frase que me comentaste hace muchos
años “Si así fue, así pudo ser, si así fuera, así podría ser, pero como no es,
nunca fue lo que quería para nosotros, eso es lógica” aunque para mi fuiste
aquella mujer que siempre podre decir con orgullo que fuiste el amor de mi vida
aunque nunca pudimos concretarlo. Adiós.
Alex G.
Y así es como llegamos hasta
este nuevo día, me regrese a mi ciudad, busqué una plaza de docente en una
universidad de por acá, seguiré haciendo ejercicio, trabajando en la empresa
familiar, saliendo con mis amigos, conociendo más personas y disfrutando la
vida como lo he hecho hasta ahora.
¿Ella que hará?, eso es una pregunta a la cual nunca
tendré respuesta, solo espero siga disfrutando su vida, su familia, sus logros
y todo aquello que le cause felicidad, desde comer algo dulce cuando está en
sus días, hasta comer algo bien picoso que le arda la panza, leer un libro,
comer una rebanada de pastel de chocolate, comprar dulces, unas palomitas en el
cine. Lo único que le deseo es que solo siga siendo feliz.
No sé si yo habría mandado esa nota, la verdad. Entiendo el enviarla, claro, pero no sé si esas notas no son como torpedos en medio de la noche que pueden terminar por hundir barcos a la deriva. Ella ha construido su vida, parece feliz, quizás haya logrado olvidar que la vida pudo ser de otra forma, ¿con qué derecho rompes todo eso para recordarle algo que no pudo ser?
ResponderBorrarQuizás sólo sea mi cobardía, que la escondo entre otras cosas ;)
Supongo que al leerla ella solamente sonrió y recordó aquellos momentos buenos o quizás se hizo de tripas corazón y dejó de leer para marcarle y decirle que se había equivocado o bien quizás ni si quiera lo leyó...
BorrarTe mando un fuerte abrazo, de esos que te despiertan en medio de la madrugada sin saber el motivo...