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No falta casi nadie


“…Me escucharás, me buscarás,
Cuando me pierda y no señale el norte
La estrella polar…”

Después de la perdida de mi ex esposa fueron las cosas más complicadas, mi hijo se vino a vivir conmigo y es muy complicado, los últimos dos años de mi vida solo lo tenía por el fin de semana cada ocho días y de pronto lo tengo de lunes a domingo y aparte con una perdida como lo fue su madre, fue complicado, quizás de forma afortunada me tocaron vacaciones, después de dos semanas pasamos a comprar chingo de cosas para podernos ir dos semanas aquel pueblo que me vio nacer, debo de admitir que era mi única escapatoria, mi familia quería un chingo al jr y por eso fui. Llegamos a casa de mis padres, ellos no estaban ya que se encontraban de viaje así que me tocó apechugar, la familia que llego a darme la bienvenida conocía muy bien mi historia y yo les agradecía, mi hijo de forma afortunada se encontró muy bien con los pares, siempre fue muy desconfiado, quizás como yo pero él supo entender que esos niños eran de confiar, pasaron dos días y las cosas iban mejor que planeadas, hasta que mi hijo una noche no quería dormirse, después de bañarse me dijo “pa ¿vamos a la plaza? Es que mis primos están allá y no quiero dormirme aun” recuerdo esa noche le dije “vale, vamos a hacer esto, te llevo, llegamos juntos y yo los cuido de lejos, ya sabes la regla más importante, no hacer problemas con nadie”, de inmediato me dio un abrazo y me dijo “gracias pa’, eres el mejor”, la verdad en ese momento me puse como un pavorreal.

Llegamos a la plaza y mi hijo se separó de inmediato de mí, lo vi correr, yo quería no hacerlo pero en verdad un par de lágrimas corrieron por mis cachetes, creo que él era feliz, me senté y encendí un cigarrillo mientras lo veía jugar, es tan extraño ver como los demás niños se van yendo poco a poco y ver a mi hijo feliz, quizás me veía reflejado, aquel chavito que no se dejaba de nadie y solo quería jugar, jugar a ser libre. De pronto ya no quedaban más que tres niños, se notaba el cansancio de mi hijo en las piernas, lo sé porque buscaba agarrarse de cualquier banca para descansar y alternaba el pie, era tan extraño ver eso, nunca lo había traído porque a mi ex esposa no le gustaba este lugar, decía que yo tenía tantos recuerdos acá que ella se sentía fuera de lugar, pero bueno, ella ya no estaba con nosotros y mi abuelo siempre me decía “no es bueno revivir a los muertos”, así que solo me dedique a disfrutar a mi hijo y no voy a mentir, fue maravilloso, más cuando llego conmigo y me dijo “pa’, ¿me pichas una paleta de hielo?”, pensé en decirle que no, que estaba caliente y que le iba a hacer daño, pero solo le dije “pero después de unos tacos”, mi hijo me abrazo y quizás fui el padre más feliz del mundo con ese abrazo.

Después de los tacos, pasamos por una paleta de hielo, él pidió una de changunga y yo una de chico zapote, nos sentamos en la plaza para poder platicar mientras comíamos la paleta, cuando de pronto nos sacó de nuestro dialogo una voz que dijo “no chingues, dichosos sean los ojos que te han vuelto a ver, te ves tan jodido pero a la vez tan tierno que, ahhh”, si debo de aceptar que costó un poco de trabajo poder saber que esa voz venía de ella, se llamaba Paola, había sido mi crush hace como 13 años, nunca se logró hacer nada, quizás porque a ella la pretendía un tipo que era hijo de un señor que tenía muchas tierras, debo de admitir que me sentí inferior y decidí dejar de buscarla, después ya no volví hasta ahora, se veía lindísima, con esos ojos color avellana, esa sonrisa maravillosa y ese par de nalgas que no tenía comparación con nadie del pueblo, lo único que hice fue pararme y abrazarla, de mi boca salió un “me da mucho gusto verte, mira, te presento a mi hijo”, a la par que le daba la mano a mi hijo, ella le hizo muchos cumplidos el principal fue “estas muy bonito, lo bueno que en lo único que te pareces a tu papá, es en esa voz, porque si te parecieras en lo demás, estarías un poquito feíto, tipo como él”, mi hijo le regaló una sonrisa y después agradeció el comentario, le invite una paleta para que nos acompañará pero ella atino a quitarme la mía y dijo “esta es mi preferida, ve por otra para ti en lo que conozco a este galán”, no entiendo pero esa vez deje que se quedará con mi paleta y fui a comprar otra, al volver mi hijo me dijo que ya tenía sueño y se despidió de Paola, diciéndole “si gustas mañana nos vemos por acá, mi papá me va a traer todas las noches”, ella solo atinó a agradecerle la invitación y darle un beso de esos que ella llamaba polares, de esos que chocas solamente nariz con nariz y restriegas un poco, conmigo después me dio un abrazo y un beso en las comisuras, quedo en vernos al otro día, con mi hijo tomamos el rumbo a la casa que eran 4 calles de la plaza de donde estábamos, mi hijo un poco antes de llegar a casa me dijo “pa’, ¿esa amiga tuya es como mi mamá o porque te sonrojaste cuando te saludo?”, yo le dije que era una amiga mía de mucho tiempo atrás y que no me sonroje, que quizás el reflejo de la luz hizo que me viera así, mi hijo solo se sonrió y me dijo “acuérdate que ya no soy un niño”¸ por dios tenía 7 años, pero bueno, solo lo abracé y esa noche no deje de pensar en ese pasado llamado Paola.

Pasaron los días y las citas con Paola eran sin querer queriendo, siempre a la misma hora, a veces mi hijo se aprovechaba y tardaba un poco más de tiempo y nos obligaba a después de cenar, pasar a dejar a Paola a su casa que vivía en una ranchería 15 minutos más de donde estábamos, a mi hijo le caía bien ella y eso era como si fuera una maldición, hasta que un día me llego un poco de nostalgia y mandé a mi hijo con sus primos, le dije que lo alcanzaba más tarde, me tarde quizás dos horas cuando llegué y no estaba, camine por toda la plaza esperando encontrarlo pero no, me fui a mi casa y tampoco lo vi, pase a casa de mis primos que sus hijos eran los que jugaban con mi hijo y me dijeron que no bajo con ellos, me empecé a desesperar, recorrí el pueblo en la bici buscando a mi hijo pero nada, no lo encontraba, llegando a la casa iba a pasar por mi carro para ir a levantar una acta de extravió cuando llego uno de mis primos con uno de sus hijos, él niño estaba muy nervioso y me dijo “tío, una señora nos alcanzó ahí en la tienda antes de llegar a la plaza y le dijo algo a tu hijo, él se fue con ella y dijo que al rato volvía, que te iban a dar una sorpresa”, le pedí que me describiera a la señora y no era más que Paola, así que agarré mi auto y fui a su casa.

Al llegar estaba una luz encendía en su casa y toque tres veces, después ella abrió, pero escuché  claro como corto cartucho cuando abrió la puerta, yo di un paso atrás y solo le dije “perdón por la hora pero vengo por mi hijo, por cierto, buenas noches”, ella me dio un abrazo y sentí el frio de la pistola cuando me abrazaba, me dijo “pasa, te estamos esperando”, pase y ella iba atrás de mí, ella me dijo que me sentará, quería hablar conmigo, le obedecí y me senté en esa mesa, ella se metió a  la cocina, ella vino después con un par de tazas con café, las puso en la mesa y yo las intercambie, de pronto me dijo “no seas tan desconfiado, no le puse nada a tu café”, de inmediato le dio un trago al de ella, yo le di un trago al mío y estuvimos platicando, yo estaba muy ansioso, no sabía si mi hijo estaba o no, ella se miraba muy tranquila pero no dejaba el arma para nada, de pronto le dije “sabes, creo que ya no es hora para estar de visita, creo que ya nos vamos”, ella me dio un beso, un beso riquísimo que no pude negarme, ella se sentó en mis piernas y me seguía besando, yo me perdí un poco, después no sé en qué momento pero terminamos en su cama, lo sé porque me quedé dormido después de un gran round en su cama, me despertó mi hijo, solamente me dijo “qué bueno que viniste pa’, veo que también te invitaron a la pijamada”…



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