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Tesoro

 

“…se escucha por las mañanas,

El son de las chachalacas,

La gente se va temprana

Unos a ordeñar las vacas

Unos a mirar la huerta

Y otros a regar las matas…”

 

Era nuevo en este trabajo, después de que me despidieron de mi trabajo escuché el consejo sabio de mi padrino don Carlos que era un sobrino de mi abuelo y el que era mi jefe que también lo habían despedido, recuerdo que me dijo “¿tienes dónde invertir tu dinero? Me están ofreciendo rentar una huerta de mango en el pueblo pero no sé, estoy indeciso”, en ese momento se me hizo una grandiosa idea, me despejo las dudas que tenía y le dije que yo le entraba, total cada quien iba a poner la mitad y así el riesgo de pérdida era menor, él tenía una casa ahí y dijo que podía ocuparla sobra decir que era la misma casa donde vivió mi abuelo en su niñez, así que gustoso acepte, les dije a mis amigos que me tildaron de loco, le dije a mi novia y me dejo bueno en si las cosas ya no iban nada bien entonces fue el pretexto idóneo para mandar todo al carajo, les dije a mis padres y pensaron que era una pérdida de tiempo que mejor buscará un empleo pero yo quería ya huir de la rutina, aprender algo nuevo y que mejor que en la tierra donde nació mi abuelo, el ser contador la verdad es una vida muy aburrida y todavía podía disfrutar.

 

No voy a mentir los primeros 3 meses fueron muy complicados, el calor era insoportable, la tranquilidad me estaba matando pero bueno la comida era rica, la gente era amable, las cervezas heladas fueron mi elixir y me gustaba el estar aprendiendo, nunca me imaginé hacer algo diferente, si bien lo llegué a pensar pero cuando fuera jubilado y no tuviera en que dedicar mi tiempo y comprar unas chivas y dedicarme a la crianza de chivas, pero esto era más divertido a mis treinta años, la verdad no puedo quejarme de la vida después de acostumbrarme, era mejor que en la ciudad, si bien estaba algo limitado pero no tenía problema en ello, solo que había algo extraño sentía que me vigilaban en la huerta que rentábamos, sentía que me veían, escuchaba voces, escuchaba risas, a veces también me mareaba y perdía la orientación, me llegué a extraviar varias veces mientras realizaba una labor, me daba cuenta porque tenía que irme al inicio y volver a hacer el recorrido para ubicarme, pero pensaba que era normal, eso de estar tanto tiempo solo me recordaba a cuando era niño, mi madre decía que tenía un amigo imaginario lo llamé “Paqueque”.

 

Recuerdo bien era viernes y tenía la costumbre de trabajar medio día solamente, después me iba a un puesto de carnitas y me degustaba varios tacos mientras tomaba unas cuantas cervezas heladas y era como iniciaba mi fin de semana. Pero ese día fue diferente, faltaban 40 minutos para poder irme, cuando de pronto empecé a sentir las miradas, a pesar del calor agobiante a casi 36 grados sentí de pronto un viento helado, empecé a escuchar risas, escuchaba pasos pequeños cuando de pronto bajé la mirada y lo vi, era Paqueque recuerdo que le dije “¿Eres Paqueque?”  Mientras veía como se escondía detrás de un árbol, escuché risas y de pronto volvió a salir, me quede pasmado, no sabía ni que carajos hacer, tuve de nuevo un recuerdo de mi infancia, a pesar de haber pasado más de 22 años lo recordaba igualito, bajito de estatura, narizón, con una túnica como ropa, botitas, y volví a decirle “Paqueque ¿cómo has estado? ¿Cómo me encontraste?”, en eso se paró frente a mí y con su voz chillona me dijo “pensé que no me ibas a reconocer, siempre he estado contigo, nunca me fui de ti”, recuerdo que me senté en la hojarasca mientras me puse a platicar con él, era imposible, tantos años y no me había dado cuenta, los hechos que me pasaban empezaban a tener sentido, ya decía yo que no estaba loco.

 

Los días pasaban y yo me sentía protegido por Paqueque, era extraño, recuerdo que le dejaba dulces para que no me hiciera travesuras, hasta que un día me dijo “sabes, aquí hay un tesoro enterrado, ya platique con la dueña y dice que te lo regala pero primero quiere conocerte” yo recordé cuando era niño y mi sueño era buscar tesoros, así que le dije que aceptaba, que yo también quería conocerla, me dio instrucciones que viniera en punto de las 12:33 de la noche y que podría verla, que no tuviera miedo ya que él iba a estar conmigo y así lo hice.

 

Creo que fue la primera vez en mi vida que llegaba con tiempo de ventaja, la primera vez que no se me hacía tarde, a las 12:30 mis piernas temblaban, no sabía que iba a pasar así que empecé a caminar apoyado de mi lámpara, me senté en el mismo lugar donde veía a Paqueque, mis manos sudaban, no sabía que hacer pero en eso llego Paqueque y me dijo “sabes, dijo que eras muy feo que mejor no iba a venir” recuerdo bien que me quede congelado, no sabía que decir, en eso se empezó a burlar y dijo “ponte de pie, ya viene”, no le hice caso, pensé que era otra de sus bromas, pero en eso un viento frio me hizo tener escalofríos en la columna vertebral, mis ojos empezaron a sacar lágrimas y cuando me los estaba limpiando la vi, era una muchacha de unos 24 años, traía un vestido blanco, unos zapatos bajitos, traía un listón rojo en la cintura y dos trenzas, era muy hermosa, tenía una sonrisa muy bonita, unos ojos negros como la misma noche, recuerdo bien que me paré de inmediato y le dije “perdón, buenas noches, pensé que era una broma de Paqueque”, ella se puso rojita, le dio pena, me presenté y le dije que era muy bonita, ella me regaló otra sonrisa pero esta vez más bonita, después se presentó también, empezamos a platicar y era como si hubiera hecho un viaje en el tiempo, todo lo que me decía yo lo imaginaba, ella decía que ahí donde estábamos antes era su casa, plantaban arroz y maíz, pero que una noche mataron a toda su familia, a ella se la querían robar y luchó hasta que la mataron pero sabía dónde su papá guardaba el oro que robaba, porque su padre era un ladrón, pero no robaba ahí, el robaba a las carretas antes de llegar a la ciudad, la interrumpí diciéndole “todo lo que me dices me lo imagino porque leí un libro llamado Cabello de elote”, ella volvió a sonreír le platique un poco del libro y ella no dejaba de sonreír mientras yo le platicaba.

 

Después de esa noche nos veíamos cada sábado a la misma hora, no me cansaba de verla, se me había olvidado el tesoro ya que el único tesoro que veía en ese momento era a ella, si ella era mi tesoro, cada que la veía los arboles desaparecían y todo se convertía en una parcela de arroz, una casa al fondo y una cerca de piedra, yo me olvidaba del presente e incluso me veía con ropa blanca de algodón y huaraches cruzados, era como si viajara en el tiempo ,en realidad me gustaba demasiado incluso debo de decir que vi algunas carretas tiradas por caballos en un camino de terracería donde ahorita es la carretera, me encantaba estar con ella, disfrutaba ese viaje en el tiempo, incluso dejé de ver a Paqueque, mi vida era ella, mi tesoro.

 

No sé cuántas lunas fueron, no recuerdo cuantas veces hice ese viaje en el tiempo, no recuerdo que tiempo paso pero un día le di un beso y ella me lo correspondió, hice lo que nunca había hecho en mi vida que fue pedirle que fuera mi novia, ella solamente me abrazó y me dijo “no es tan fácil, tu viniste por un tesoro, un tesoro que te pertenece, es tuyo.” Recuerdo que yo me apresure a darle otro beso y después susurrarle al oído “tú eres el único tesoro que quiero en mi vida”.




Comentarios

  1. Me gusta pero esta demasiado largo
    puedes acortarlo para llegar al final
    sera mas precioso cada una de las comas y letras del abecedario

    Por favor no lo tomes
    a mal
    Para libro es genial
    para blogger la vida es diferente
    Para triunfar debes de dar poco en letras para recoger mucho
    mi abrazos

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Me da mucho gusto recibir retroalimentación, en si escribo para sacar lo que traigo en la cabeza, no busco triunfar en el blog ni mucho menos pero ya buscaré alternar e ingresar con pocas letras.

      Te dejo un abrazo sincero.

      Borrar
  2. Te admiro es solo un pensamiento mio
    No me hagas caso

    ResponderBorrar

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