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¡Qué bonita Sonrisa!

“… ¿Para qué? Si me va a perdonar
Porque ya no le importa,
Siempre tuvo la frente muy alta
La lengua muy larga
Y la falda muy corta…”

Un leve mareo me hizo recordar que llevaba ya 14 horas sin probar bocado, también me hizo recordar ¿qué había hecho mal? No podía responderme, mi cabeza daba tantas vueltas que preferí recargarme en la pared, mi vista se nublaba y mis labios estaban tan resecos que me dolían un poco, llevaba ya 4 días sin bañarme y todo por una sonrisa.

Pasaba el invierno del 2016 era un año como cualquiera, donde lo único especial era que era año bisiesto, el país se lo estaba llevando la chingada el precio de la gasolina estaba a la alza y el salario mínimo era eso solo mínimo, éramos tan felices hasta que nos poníamos a platicar sobre un futuro, el calor estaba terrible, llevaba ya 7 años en esa empresa todo era normal, nunca teníamos algo que platicar dentro de la misma, los mismos dueños, los mismos trabajadores, las mismas funciones, todo era lo mismo hasta que hubo recorte de personal y se fueron 5 personas, dentro de ellas Laura aquella chica de cabello lacio y moral flexible, era la mina con la que tenía algún desliz de vez en cuando, platicábamos con cerveza y varios besos, pero a partir de ese día ella ya no estaría más, en su lugar entro Jessica, una mina de cabello largo una mirada que enamoraba a cualquier pendejo y unas piernas tan largas que parecía no tener fin, era egresada de Economía su sonrisa era mas que una simple sonrisa, era así como una invitación a pasar toda una eternidad en el infierno, existían muchos rumores sobre quien era ella pero ningún rumor podría ser confirmado, los de recursos humanos tuvieron que trabajar con demasiado hermetismo, sin duda Jessica era la gran duda de la empresa. Los días pasaban y Jessica dejaba de ser una incertidumbre para todos excepto para mí, era extraño regularmente me la encontraba después de estacionarme, me bajaba y mientras caminaba rumbo a la oficina poniéndome la corbata ella se iba bajando de su auto y siempre me regalaba una sonrisa, yo le respondía con un “buenos días”, después nos encontrábamos en el área, ella siempre entraba con varias carpetas y algunos días si no estaba distraído le ayudaba a cargarlas, ¿Por qué lo hacía? No sé en verdad me gustaba verla sonreír.

Después de 1 mes supe que era la hija de uno de los socios, estaba terminando su master en una afamada universidad de paga del país y su sueño era tener una ONG que diera en adopción perritos y gatitos en situación de calle, que le gustaba el chocolate amargo, le encantaba el color azul, le gustaban los unicornios, bebía con poca frecuencia, su consumo de azúcar era realmente bajo, no estaba obsesionada con la belleza pero buscaba cuidarse, ¿cómo llegue a tener esta información? En el saludo diario buscaba hacer un comentario para que ella me regalara una sonrisa y poco a poco iban saliendo las verdades, también venia de forma recurrente a mi oficina ya que siempre tenía chocolates amargos y aprovechábamos para tocar temas de la empresa, fuimos agarrando confianza pero no tanta como para que los demás compañeros lo notaran, cierto día me dijo “sabes, me gustaría que cuando salga de tu oficina, tu como que haces que escribes y refunfuñas, para que piensen que estamos tocando temas de la empresa”  yo solo asentí claro me lo dijo sonriendo. Cierto día en junta uno de los socios intento saber porque eran las visitan tan frecuentes por parte de Jessica, solo atine a contestar que como responsable del área tenía que tener contacto con las demás áreas para evitar así un mal entendido, daba razón también a que todas las áreas veían a mi oficina aunque según era por motivos laborales todos sabían bien que era porque tenía chocolates gratis, la amistad con Jessica iba creciendo, incluso quedamos un par de veces en una cafebrería pero fue clara, “nos vemos a las 8 pm en la cafebrería del sur pero por favor ve vestido como regularmente vas, que no sea una cita, que sea tipo un encuentro casual. Besos Jess” al recibir ese mensaje mi rostro se ilumino, empecé a pensar que tipo de libros leía ella y cual era mi favorito de los comerciales para poder platicar con ella, yo lo veía como una cita, tenía ya 4 años de no asistir a una cita, después de mi divorcio solo buscaba algún acoston de ocasión y hasta ahí, pero esta vez era una cita real, llegue 10 minutos antes de la hora y empecé a husmear en los pasillos, pareciera como si buscaba algún título en especial, incluso los dependientes me preguntaron si requería ayuda más de una ocasión, me harte de “esperarla” y compre el libro de “It” de Stephen King, pedí un café americano y me puse a leerlo ahí mismo, estaba tan absorto en la lectura cuando un “Disculpa, puedo tomarle a tu café” y yo sin quitar la mirada del libro solo conteste “adelante” después escuche risas y fue cuando me saco de la lectura, estaba ella ahí enfrente, con su sonrisa que enamoraba a cualquier pendejo y sus ojos café viéndome sin parar, charlamos por un par de horas hasta que recordamos que al otro día tendríamos que trabajar y nos despedimos por primera vez con un beso en la mejilla, quizás ese fue el día que me di cuenta que estaba enamorado, no solo por el buen humor que ya tenía día con día, sino porque la soñaba, en las pláticas Jessica era la protagonista y en las juntas buscaba dirigir todos los esfuerzos para sobreponer el esfuerzo y dedicación del departamento que Jessica estaba al frente.

Perdí hasta la noción del tiempo, no puedo decir que fueron 2 o 3 meses lo que me costó tener el primer beso en los labios de Jessica o decir que fueron 5 o 6 tazas de café que valieron para poderme acostar con ella, más bien podría decir que en esa relación pasaron 8 libros, nos dimos 876 besos en la boca, 2268 besos en la mejilla, 15 canciones dedicadas, 4,000 kilómetros recorridos juntos, 231 minutos de platica para saber que 19 días y 500 noches de Joaquín Sabina era su preferida, 8 retardos gracias a que en el estacionamiento la esperaba para que fueran unos buenos días, 7 bolsas de chocolates para verla diario en mi oficina, 16 juntas de trabajo para establecer nuevos objetivos y 8 botellas de whisky más cuatro días sin bañarme gracias a la depresión en la que caí cuando después de 15 días no la vi más en el trabajo, cuando en una junta de trabajo me dieron “vacaciones obligatorias de una semana” para que pusiera en orden mis ideas y pensará si querría seguir en la empresa, una carta de puño y letra con 2 paginas para decirme con 1382 palabras que también se había enamorado, que su padre se dio cuenta de la relación y por miedo a que no pudiera darle la vida que ella se merecía por situaciones de clases sociales, la mando a trabajar como gerente de una gasolinera donde su padre también era socio, en donde me pedía que nunca me olvidara de su sonrisa y que si algún día nos volviéramos a ver prometía que me daría todos los besos que ha estado guardando desde su partida, esas 1382 palabras que hicieron que por unos momentos de mi vida recordará que estaba jodido, que necesitaba un cambio en mi vida, que luchara por lo que yo quisiera, pero no, esas 1382 palabras me enseñaron a que aún sigo siendo débil y después de tomar por 6 días me presente a trabajar para poner mi renuncia voluntaria.

Muchos aludían que era un error lo que yo hacía, que por una mina no podía dejar lo poco que tenía, pero bueno yo tome esa decisión, después de 15 días de ingresar mi renuncia tuve que empacar y buscarla, por 5 meses diario cargaba gasolina, aunque solo fuesen 5 litros o a veces 3 litros, mi cuenta se iba vaciando a pesar de que mi departamento lo rentaba, dormía en hostales o en casa de conocidos, hasta que por fin un día la búsqueda dio frutos, me encontraba a 684 kilómetros de aquella cafebrería donde nos encontramos por primera vez, había pasado ya 3 estados de la república hasta cuando ese martes ingrese a esa gasolinera a las 11:35 am, en cuanto ingrese pude reconocer el auto de mi ex, solo funcionaban dos bombas y era obligatorio verla, nos saludamos como si no tuviéramos un documento en el cual ya no éramos marido y mujer, cuando de pronto salió un error, la tarjeta de mi ex mujer no pasó e hizo un alboroto, la gerente de la gasolinera se presentó y fue cuando volví a ver a Jessica, tenía unos jeans desgastados, su cabello ahora estaba un poco rizado, quizás con unos 5 kilos de peso más pero bien distribuidos, unos labios color rosa que hacían juego con su blusa rosa y venia comiendo un chocolate amargo, en cuanto la vi me propuse pagar la cuenta de mi ex mujer, total eran 35 litros nada más y yo le puse 20 litros a mi auto solamente, estaba mi pasado y mi futuro en el mismo espacio, eran tan distintas pero las dos sonreían muy hermoso. Platicamos los 3 por 2 horas en una cafetería que estaba dentro de la misma gasolinera, era tan extraño que los 3 estuviéramos en el mismo lugar, pfff les pedí una foto y aceptaron tomársela siempre y cuando no la publicará, fueron tantas fotos que perdí la cuenta, era maravilloso, éramos el mejor trio que existía hasta ese momento, esa tarde fue tan hermosa que por poco me hacía perder la realidad.


Ahora tengo otro trabajo, ya tengo casi el mes acá y estoy en otra ciudad trabajando, soy quizás más feliz que antes, tiene 1 mes que no sé nada de Jessica ni de mi ex mujer, ellas se cayeron tan bien que después del encuentro de esa tarde se hicieron pareja, ahorita venia recordando esa historia gracias a que una mina que entreviste me regalo una sonrisa, fue tan bonita que al cerrar la entrevista le dije “¡Qué bonita sonrisa!”.



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