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Yo, no me rajo

“Si el Sol sale para todos,
Ya llego quien les reparta”

Era jueves cuando en el bar de costumbre me encontré con Alfonso, él era mi amigo de toda la vida, me hizo una propuesta que era la que cada año realizaba “hermano, ya conseguí los permisos para ir a cazar venados a la sierra del pueblo, ¿Vamos?” no pude negarme y chocamos las cervezas como debía de ser al decir salud, cerramos el trato, pasaba el viernes al salir del trabajo, le comente a Laura recién empezado el viernes para decirle que me ausentaba por una sorpresa, ella gustosa acepto y me dio un beso tan largo que aún lo recuerdo. Dieron las 4 pm y yo cerré todo y de broma le dije a mi jefe “cuídeme porque hay un par de ofertas a cuestas”  él solo sonreía ya sabía que no me iría de este trabajo del cual empecé como mensajero y acabando la universidad hace 6 años me dieron puestos administrativos hasta llegar a ser Gerente nacional, pase por Alfonso a las 5 pm, con los calibre 22, las mochilas con todo lo necesario para acampar, una casa de campaña para 10 personas, un poco de comida enlatada, agua, café y una botella de tequila en la cajuela del auto junto con los respectivos permisos de portación de armas así como el permiso para cazar Venados, fuimos recordando varias anécdotas por 5 horas hasta que llegamos a la cabecera municipal y pasamos por el “Rana” su hermano “Renacuajo” y “El Rhino” que era su perro, un perro muy bueno para cazar armadillos y Panches, a las 11 íbamos subiendo y cuando se hace terracería nos pararon unos soldados, después de inspeccionar todo solo nos dijeron “señores, con cuidado y por favor recuerden que solo se pueden cazar machos, al regresar aquí los volvemos a inspeccionar” nosotros asentimos, media hora después de internarnos en la sierra bajamos de mi auto y empezamos andar a pie, unos 2 kilómetros hasta donde está el descampado y armamos la casa de campaña, dejamos una fogata para que no se arrimaran los coyotes y salimos a cazar, por dos horas muy buenas logramos matar a dos machos y “el rhino atrapo a dos armadillos” ya teníamos todo listo, regresamos al campamento, llevábamos media de tequila cuando escuchamos entre el frio unos disparos cercanos, no nos alarmamos y seguimos bebiendo hasta que la botella se acabó y nos dormimos en la casa de campaña, menos el Renacuajo que colgó una hamaca y se durmió a fuera.

No recuerdo bien si fueron dos o tres horas después de dormirnos cuando unos motores nos alertaron, desperté Alfonso y este a él Rana, tomamos los rifles y salimos de la casa de campaña, esta imagen jamás se me va a olvidar, al salir con los rifles cargados vimos como descendían de 6 camionetas varios hombres encapuchados y apuntándonos con armas largas, nos pedían bajar las armas, las bajamos y sacamos los permisos, nos rodearon y él que venía al frente del grupo de cerca de 24 personas solo grito “Revísenlos” de a tres tipos por cada uno nos sacaron celulares, cartera y todo lo que traíamos en los bolsillos, el tipo solo hizo un movimiento de mano hacia el viento y dio vuelta hacia las camionetas, entre tres tipos nos llevaban casi arrastrando yo pedí una explicación y me la dieron con un culatazo de mi arma en la boca que me la hizo sangrar enseguida, nos subieron a la caja de las camionetas, cada quien a una y nos amarraron, después nos pusieron una venda en los ojos y arrancaron dejando atrás todo, yo iba nervioso muy nervioso, recordaba lo que les había pasado a los 43 de Ayotzinapan y pensaba que ese era nuestro destino, no recuerdo cuanto tiempo paso, me sentía muy desorientado, me bajaron de la camioneta a jaloneos y patadas, yo ya no decía nada, me llevaron a trote rápido tropecé dos veces pero no me dejaron caer, me agarro cada uno de un brazo y me levantaban, en eso choque con algo de madera y se escuchó que abrieron una puerta, me pararon y de una patada en el culo me aventaron, cuando caí no pude ni meter las manos por que estaba maniatado, no recuerdo que tiempo paso pero me quede dormido. Me despertaron con una patada en las costillas y cuando quise reaccionar me di cuenta que estaba maniatado, me quitaron la venda de los ojos y mientras me desamarraban las manos pude ver a 4 tipos que me estaban apuntando con armas largas y un tipo me dijo “¿qué chingados estaban haciendo ayer en el cerro? Nos querían venadear verdad pendejo?” y me soltó un puñetazo que me hizo retroceder un par de pasos, tenía un sabor a sangre y recordé el culatazo de la noche anterior, me hizo varias preguntas las cuales respondí con la verdad y aunque era la verdad en ocasiones me daba un golpe, después de 20 minutos me sentó en una silla y me dejaron solo en boxers, buscaban algún tatuaje por lo que alcance a escuchar, después de repetir mis generales y que hacia la noche anterior, me dieron unas patadas más, no pude soportar, quería que alguno de ellos se le escapará un disparo y me matará, no entendía nada, y así pasaron no sé cuántos días, con trabajos podía dormir, me daban café  y frijoles, me dejaban salir al baño cuando se los pedía y hablando con los guardias se dieron cuenta a que me dedicaba, platicábamos de futbol y de novias cuando no estaba “el jefe”, incluso uno de ellos me dijo en secreto cuando le pregunte por Alfonso, me dijo que a ellos tres los habían soltado una noche después del levantón porque los militares estaban buscando a los que habían ido de cacería, fue cuando vino mi pregunta “¿Y porque a mí no?” él hizo cara de que no sabía, le pedí permiso para hacer una llamada y solo respondió “rápido y no quiero que digas nada referente a esto” me dio mi celular y le marque a Laura “nena, sabes está todo bien, perdón por no poder contestar pero encontré trabajo acá, te encargo la casa y te marco luego” tuve que colgar porque se escuchó el motor de una camioneta, el tipo que me cuidaba me puso la venda y me volvió atar, abrieron la puerta del cuarto y la voz era de la persona que antes me había preguntado mis generales y el mismo que me pegaba “ya te investigamos y vimos que no eres ningún contra, pero no te podemos dejar ir tan rápido, sabes estamos teniendo problemas con un bar y pensamos que podrías ayudarnos” por mi cabeza pasaron muchas cosas, primero pensé que tenía que ir a matar a alguien, después pensé que el pretexto era para sacarme de ahí y matarme pero solo conteste “si, con gusto” me regresaron mi ropa y me subieron a una camioneta doble cabina, yo iba con el que me había golpeado en la cabina de atrás, anduvimos cerca de 2 horas y por fin llegamos, era un pueblo, sitiado por gente del gobierno, paramos en el centro y de ahí caminamos a un bar la consigna que me dieron al bajar la camioneta fue “ ninguna pendejada cabron, que sabemos dónde vives y te matamos a ti y después a tu noviecita”, los soldados pasaron de largo a un lado de nosotros y nos metimos a un bar que no tenía gente, me explicaron todo, estaría ahí yo de encargado y me pagarían buen dinero, aunque mi trabajo seria también vender unas pastillas dentro del bar y dar pitazos si algo estaba extraño, pasamos a la parte de atrás de la bodega y en una pared blanca me tomaron unas fotografías y me dieron cerca de 4 mil pesos en efectivo “tienes que ajuariarte para que parezcas el dueño del bar, ahí tienes 3 cuartos aparte del tuyo para que lo rentes a los calenturientos, confiamos en ti”, salimos del bar y compre unas camisas, unos pantalones y dos pares de zapatos, regresamos al bar y me dijeron que me bañara porque por la tarde pasarían de nuevo.

 Me bañe y me dormí un par de horas, en verdad no quería despertar, pero tocaron la puerta muy fuerte, era el que me cuidaba en la casa, me entrego mi cartera y después me entrego otra, primero revise la mía y estaba todo, incluso el dinero que había dejado, me dijo “abre la otra” le hice caso, había una credencial de elector con mi foto pero con el nombre de Julio Martínez Ochoa, una dirección de un lugar donde nunca había pisado en el estado vecino, una licencia de manejo con el mismo nombre y del mismo estado, una cedula que decía que era Ingeniero Industrial y dos tarjetas de crédito con el mismo nombre así como dinero en efectivo, platique un rato con ese tipo  y me dijo todo lo que tenía que decir, que era un empresario y recién acababa de adquirir este bar, y una libreta con varios números que eran las cuentas y los proveedores, me dejo una consigna muy clara “no quiero que le digas la verdad a nadie, no armes desmadres, no te emborraches, aquí has una pendejada para que deje dinero, necesitamos dinero, si te haces pendejo te chingamos”  y se fue, me puse a inspeccionar el lugar, era grande y agradable, me sentí extraño estar detrás de la barra. La primera semana fue más bien mala, tenía unos cuantos borrachos que iban más por las chavas que teníamos, incluso ese era el negocio, la renta de los cuartos, decidí hacer una pendejada, iba a abrir el bar desde temprano y pero sería café y se vendería comida, una de las chavas sabia guisar muy rico, así que probamos con esa suerte, a las dos semanas había más gente en la tarde que en la noche, después compre una rockola con karaoke, eso atrajo a muchos adultos jóvenes, le marque a Laura si quería venir a mi sueño, me dijo que sí, pero no me dijo cuándo, me sentía extrañamente a gusto, las cosas iban saliendo muy bien, traía muchas morritas pero no por mi apariencia física porque digamos que no soy muy agraciado, más bien porque cuando eres “empresario” en un pueblo es lo que te sobra, pasando cerca de 4 meses, vino el tipo que me golpeo para ver, le mostré todo los avances el dinero que se había ganado junto con las fichas de depósito que se habían realizado, al parecer no le gustaba mucho la idea, le comente de los pitazos que se dieron y que teníamos 4 minas más, era una locura, se metió con la mina nueva que había ingresado unos días antes y al salir hablo por teléfono y llego quien me cuidaba, subimos a su camioneta y empezamos camino hacia la sierra, pensaba lo peor de nuevo, pensaba en que iban a matarme, seguimos andando y entre unos pinales nos bajamos, me fui solo con él siguiendo sus pasos y empezó a silbar, me dijo que no me despegara de él y así lo hice, alce la mirada y veía personas apuntándonos desde arriba de los arboles pero no bajábamos el trote, estaba maldiciendo el haber fumado tanto, me empezaba agitar hasta que llegamos a una entrada como de hacienda en medio de la nada, al llegar saludo a los que cuidaban la entrada y después de que me inspeccionaron para ver si no traía armas, después pasamos y me dejo parado como pendejo a la entrada de la casa, se escuchaba que platicaba con alguien, recordaba esa voz pero no sabía de donde, me pidieron que fuera, era un tipo cerca de 58 años, complexión gruesa, barba de candado con unas canas al igual que su cabello y con un parecido muy cabron a mí, se presentó “Julio Martínez… o si prefieres decirme Papá”,  me abrazo y empezó a llorar…


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