Volver por ella
“Entre el alcohol y algo más quedé moribundo
Cansado ya de soñar,
y hoy puedo hacer la canción más hermosa del mundo
y besarte al despertar”
Jodido
y re jodido me subí a rápidamente a aquella limusina naranja que es la forma común de llamarle al Transporte Colectivo
Metro, iba a una entrevista de trabajo, traía mi mítico traje gris con líneas
delgadas color azul, una camisa azul claro acompañando una corbata en
diferentes tonos de azul, un cinturón café y unos zapatos del mismo color,
traía un maletín con un folder color azul en donde venia mi CV y al folder le hacía
compañía Tokio Blues norwegian Wood, de
Haruki Murakami, estando dentro
del vagón saque el libro y quite aquel billete de 50 pesos que servía como
separador, empecé la lectura en esa página 216 donde él hace la promesa de
volver y dentro de mi cabeza empezó a resonar Volver, volver, volver, de mi ojo derecho corrió una lagrima, medio cerré el libro e
intente secarme la lagrima pero ya era demasiado tarde, ya había caído sobre el
piso sucio del vagón, se me vino la imagen de ella, aquella promesa que le hice
y no la cumplí, ya no pude volver después de esas vacaciones que tuve,
entrecerré los ojos y empecé a recrear en mi mente aquella última imagen en la
cual estábamos sentados en la orilla de aquella playa, el mar era iluminado por
una Luna gigantesca, ella estaba sentada a mi lado izquierdo y recargada en mi
hombro, traíamos una hielera de mano donde habían hielos, en la arena un coñac
a tres cuartos y a medio enterrar dos vasos con tres hielos y con un poco de coñac,
yo le decía lo mucho que le quería y ella de vez en cuando me robaba un beso y
después me decía “cállate poquito, quiero
escuchar tu corazón” de inmediato guardaba silencio y la volteaba a ver, estaba
con los ojos cerrados y esbozando una bonita sonrisa, habíamos pasado 13 días
juntos, desde el día que llegué a ese lugar, nos conocimos en el malecón, ella
estaba fumando sentada viendo como las olas rompían en la paya, me acerqué para
ver si traía encendedor para encender mi cigarrillo y después charlamos,
compramos unas cervezas e hizo la promesa de llevarme a conocer esa playa al
día siguiente, sellamos la cita con un choque cósmico que prefiero llamar un
gran beso, la cita fue en ese mismo lugar a las 9 am, conocimos tantos lugares
juntos, incluso lugares que ella no conocía, pero lo que más me había gustado
conocer era a ella, estar escuchando a las pastillas del abuelo mientras fumaba
un cigarrillo y ella solo estaba con una sonrisa maravillosa tirada en la cama,
de pronto me hicieron salir de mi trance al empujarme y bajarme a fuerza del
metro, por suerte en esa estación bajaba, guarde el libro en el maletín y
camine rumbo a la entrevista, por suerte había llegado media hora antes.
La entrevista no tuvo nada de especial, fue muy
normal y no existió ningún problema e incluso sabía que no me iban a dar el
trabajo, estaba yo muy vago, estaba pensando demasiado en ella, pase por una
horchata caliente, y seguí recordando, esos días cuando ella me decía lo mucho
que me quería, los 13 días más felices de mi vida, recuerdo que me abrazaba en
cada oportunidad, me decía lo importante que era para ella y por primera vez yo
no me reía, no me parecía absurdo y eso que me lo dijo desde el primer día que
la conocí, desde ese primer momento que nuestros labios chocaron hasta
convertirse en el beso más bonito de la historia, ese beso del que algunos
eruditos en el futuro estarán hablando, ese beso que fue un gran choque cósmico,
ese beso que las estrellas tuvieron que detener sus destellos para ver brillar
ese beso, incluso puedo atreverme a decir que fue el mejor beso que me han dado
en esta jodida vida, estaba recordando ese beso cuando de pronto el aroma de
una mina me hizo salir de mis pensamientos, y sin querer recité su nombre “Jacqueline”
la mina se regreso y dijo “¿Perdón?” me disculpé aludiendo que ese perfume me recordaba
a una mina, ella en un movimiento rápido que me tomó por sorpresa, arrebató mi
horchata caliente y le dio dos sorbos mientras decía “¿me puedes contar un poco de ella? ¿era bonita? ¿más que yo?” quería responderle que no, que Jacqueline no
era más bonita que ella, pero que tenía una magia que quizás ella no tenia,
empecé a relatarle desde donde se habían quedado mis pensamientos, en ese
choque cósmico, caminamos tanto de la mano, la verdad no sabia si en verdad la conocía
de esta vida o de las otras 6 que he vivido, pero el simple hecho de tener
entrelazados los dedos yo sentía como si hubiéramos entrelazado nuestros
recuerdos, era maravilloso caminar de su mano, no importaba si era sobre la
playa, el malecón, el restaurante, el puesto de tacos, el minisúper, tomando
una cerveza, tomando una selfie, sobre las ruinas arqueológicas, no importaba
yo me creía el mismísimo rey del universo, de pronto habían cuatro o cinco
personas mas a mi alrededor escuchando la historia con Jacqueline, me hacían preguntas
de todo tipo, yo me limitaba a responder con la misma historia, volvía en mi
papel a recitar todas las promesas que ella me hacia decir “por el poder que me concede esta quinta cerveza, yo digo prometo que ella
siempre va a estar en mi mente, siempre la recordaré con una sonrisa y en caso
de que sea lo contrario dejaré de ser chilango” la gente no dejaba de aplaudir me sentía apabullado,
como si estuviera en una obra de teatro pero seguí con la historia, solo había descrito
los primeros 9 días y las 24 personas del local estaban escuchándome atentos,
sin preguntar nada, no se como logre recordar todos los momentos, me pasaban
las imágenes en mis anteojos como si fuera un View Master, yo solo le daba
sonido a los recuerdos y las personas estaban completamente atentas, hice una pequeña
pausa.
Después
de salir a fumarme un cigarrillo, la gente seguía ahí esperándome, les daré el
escenario improvisado, eran 24 sillas acomodadas en media luna frente a cuatro
mesas juntas que servían como un pequeño escenario, regresé diciéndoles que el
final se acercaba, se escuchaba solo como se cuchicheaban entre ellos, algunos
sorbos por aquí y por allá, pero yo continuaba con mi historia, la boca se me
secaba y los ojos se humedecían al recordar esos últimos momentos, aquellos
momentos cuando me abrazaba sin que yo lo esperaba, de esos momentos que me mordía
pícaramente el lóbulo de la oreja izquierda, esos momentos cuando mis manos
traviesas se metían en su blusa o en su short, cuando su piel me sirvió como un
papel gigante y con mi Parker escribí algunos poemas y lo que pensaba de ella,
aquellos momentos que quisiera nunca poder olvidar, hice una pausa, de mis ojos
cayeron varias lágrimas, hubo una mina que se apiado de mí, me pasó una
servilleta y un vaso con café de la casa, me sequé las lágrimas, me mordí los
labios para no soltar un grito y en medio de ese silencio solo dije “y bueno, como todas las historias de amor tienen
un final, a continuación les contaré el final de esta historia; estábamos
acostados en la arena después de que me hizo subir al cielo, ella tenia una
sonrisa en el rostro que la hacia ver aun mas hermosa, a pesar de siempre verla
después de una sesión de sexo, quizás esta vez era diferente, quería decirme
algo y yo no quería que dijera nada por esta vez, le besé los labios, me pasó
el humo del cigarrillo y empezó a reír mientras yo empezaba a toser, por
primera vez yo no era el que hacia una pendejada, después me miró a los ojos y me
mandó un beso a distancia, era extraño jamás se había comportado así, quizás era
el efecto de la luna o quizás era que se avecinaba el final, puso su cabeza sobre
mi pecho, mi corazón latía más rápido que de costumbre, de pronto me hizo
sentarme y ella estaba ahí aun lado de mí, la luna era nuestro único testigo,
clavo su mirada en mis ojos y con voz temblorosa dijo <quiero que prometas
que siempre me vas a recordar, quiero que no pases ni un solo día sin pensar en
mí, quiero que si tienes un día malo me recuerdes para que puedas sonreír, me
pondré seria y esto te lo voy a pedir de corazón, quiero que me prometas que mañana
después de que manejes no te olvides de mí, no olvides los besos que nos dimos,
ni de las promesas que me hiciste, no importa que tengas mil novias, ni cientos
de hijos, quiero que algún día vuelvas a buscarme> después de esas palabras
ella me besó y dijo que iría por cigarrillos, se paró y nunca mas volvió, me
dejo tirado en la arena con sus besos y un amargo sabor a derrota, quise
buscarla pero no pude encontrarla” abrí los ojos después de ese relato,
algunas mujeres que estaban ahí tenían lagrimas en los ojos, algunos chavales
que venían con ellas se tapaban la cara con las manos y uno que otro se iban
por la puerta, después empezaron todos aplaudir.
A
partir de ese día, he cumplido con la promesa, no obtuve el empleo en la
empresa que fui a la entrevista, pero en el café me contrataron para contar mis
historias de amor, empiezo los jueves a las 20:30 horas, los viernes a las
21:00 horas y algunos sábados a las 22:00 horas, no he visto a esta mina desde
hace ya 2 años pero todos los días recuerdo sus sonrisas, sus besos y sus
abrazos, la recuerdo tanto que algún día pienso amarrarme los Pampers y volver
por ella.
Comentarios
Publicar un comentario
Recuerda que todo es en singular...