Caprice No. 1 Cuentos de mi Musa


Caprice No. 1
Cuentos de mi Musa.

Cómo amaba besarle cada mañana y abrazarle justo al alba rompiendo el silencio y susurrando a su oído en ese amanecer privilegiado, con la sintonía de uno mas uno que se sostienen de la misma almohada sumergidos entre nubes y destellos de auroras, entre las sábanas destendidas, entre sueños frescos con aroma a Enero, mientras somos expatriados del mundo, huyendo de una Guerra exterior y refugiados en el amor que sembrábamos y hacíamos crecer en nuestro propio Chambre de bonne...

A primera hora del día disfrutaba admirarla vestida con ese manto de estrellas sobre su delineada silueta, seguida por mi vista, por mis manos, mis dedos, como dibujándola en un lienzo con pinceles finos, mientras que al tacto era suave, cálida, desafiante y a la vez modesta, muy llamativa…

Ella, siempre ella, mi pequeña Musa, mi Numen, Mi Capricho. La amaba siendo tan mía y a la vez tan libre y yo tan suyo e irrenunciable a su pasión, a sus deseos, su calor y sus besos.

Siempre le incluía en mi rutina, procurando que ningún detalle de ella se me escapara, le repasaba una y otra vez entera, esperando siempre ese rayo de luz que se colaba entre las persianas impactando en su espalda, para ser justamente ese momento cuando ella se despertaba, le conocía completa, sus juegos, sus caricias, sus objeciones, sus culpas, sus manías, sus risas y sus deseos… Sabía de memoria por ejemplo: su primer nombre pero que también odiaba el segundo y que prefiere su segundo apellido al primero, que de niña iba a danza y que se despertaba con el piar de las aves desde su ventana, que ha tenido un sin fin de mascotas pero prefiere los gatos blancos, los pintos, los negros o los marrones, Se que no es buena para las matemáticas pero le gusta la poesía y escribe versos que rara vez comparte, calza del 4 y le gustan las botas, odia la casa desordenada y a la vez es experta en repararlo todo, Se que sueña con conocer el Louvre, que le encanta el helado de chocolate y el mate a cualquier hora, no es ni alta, ni bajita pero su valentía llega hasta el cielo, tiene un aire de fuerza y manos delicadas, Ella es dulce, cariñosa, de sonrisa eterna que inunda a todo aquel que la mira y aunque hay días en que se acompleja, de un momento a otro al verse en el espejo se encuentra a ella misma, tan bella y se decide determinante, con espíritu indómito y estela cautivante…

Ella es mi Musa, por ese capricho de llamarle "Mi Cariño" y en francés “Mon Chérie” Como imaginando Rayuela y a Horacio Oliveira llamando a La Maga en un París único y caprichoso, tan caprichoso como sus ojos, su boca, su piel, sus sueños, su armonía, su risa, sus manos, sus noches, sus pasos, su calma…
Aun hay días en que la pienso y la imagino andando de mi mano en aquel parque donde juntos nos perdimos, seguidos por la Luna; así hay días en que la veo y es que la veo brillando como una estrella... Como una estrella que ha dejado de existir, pero que en su luz percibimos su memoria que perdura intacta pese al tiempo...
Mon Chérie es mi capricho, como el capricho de una estrella a la que no se puede llegar, como una estrella que se ve de lejos, pero no se puede alcanzar...

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