Reencuentro
“…Quiero que sepas
que,
Aunque arrastro mis
fracasos,
Si quieres contar
conmigo,
Aún queda fuego en
mis manos…”
Cristóbal estaba leyendo “La mujer del novelista de Eloy
Urroz”,
“-…Pero ella fue el amor de tu vida.
-Tú eres el amor de mi vida.
-Yo soy el otro amor de tu vida-
lo corregí.
-No es cierto.”
Justo cuando termino de leer esas
líneas su celular empezó a vibrar, regularmente él no atiende el celular cuando
está leyendo pero esta vez vio quien llamaba y al momento de leer el nombre del
contacto no se cortó ni un segundo y contesto.
-¿Bueno?
-¿Qué tal Cris? ¿Cómo estás?
-Bien Pamela ¿y tú?
-Bien gracias, sabes, ando cerca
de tu casa y quisiera ver si podríamos vernos. Claro si no tienes algo que
hacer.
-Perfecto aquí te espero en casa.
Maneja con cuidado.
-Te veo en minutos más o menos. Besitos.
Cristóbal cerró de inmediato el
libro incluso no se molestó siquiera en poner el separador y empezó a limpiar
el desmadre que tenía en casa, esto mientras recordaba aquellos momentos que compartió
con Pamela, puso unas botellas de tinto a enfriar y justo cuando se disponía a
darse un duchazo sonó el timbre de su casa, el corrió a toda prisa y vio por la
mirilla, era Pamela con el cabello chino justo como la recordaba, un maquillaje
discreto, llevaba consigo unos jeans como regularmente y una sudadera delgada
para mitigar los 10°C que azotaban en ese momento, quizás demoro segundos viéndola por la mirilla cuando ella volvió
a tocar el timbre un par de veces, el abrió la puerta y al acercarse para
saludarla ella le propino un beso en la boca como cuando eran novios, a Cristóbal
se le erizaba la piel, seguido se dieron un abrazo y la invito a pasar a casa. Habían
pasado tantos años después de que se vieron por última vez que todo parecía una
broma del destino, Pamela al pasar a la sala se dio cuenta que no tenía tanto
desmadre como regularmente tenía en su casa, la hizo sentarse en la sala
mientras Cristóbal iba por una botella de tinto, unas copas y unas carnes frías
que tenía en el refri, se sentó a un lado de ella y sirvió las copas y al unísono
dijeron Salud le dieron un sorbo a la
copa y empezaron a recordar su pasado, de cuando iban al cine, cuando andaban
en los bares, de cuando estudiaban, incluso recordaron los sueños que tenían en
esos momentos vislumbrando aquel futuro que nunca llego, y las horas siguieron
pasando hasta que en la tercera botella de tinto ellos ya solo se abrazaban y
se daban besos tan largos como la cuaresma, de pronto el celular del chaval empezó
a vibrar y él no quería atenderlo, hasta que se hartó porque no dejaba de
vibrar y vio que era de su trabajo, tomo la llamada mientras Cristóbal discutía
por teléfono Pamela se arregló sus ropas y paso al sanitario, al salir Cristóbal
la esperaba con un beso largo y con la mueca de enojo dijo “discúlpame, me tengo que presentar de
urgencia al trabajo, no creas que es un pretexto… o si quieres puedes
acompañarme y sirve que pasamos a cenar algo” Pamela decidió que mejor se vieran otro día
con más calma, se despidieron tantas veces que se notaba que ninguno de los dos
quería irse, la acompaño hasta el auto y aprovecho para darle un par de besos más,
se prometieron verse pronto, Pamela se fue perdiendo en el horizonte y Cristóbal
se dio un duchazo rápido para irse a la oficina.
Pasaron y pasaron los días y
ellos no se habían reencontrado, aunque a diario se mandaban mensajes y tenían charlas
animadas a la hora de la comida por medio del teléfono. Era domingo y Cristóbal
recién había regresado de jugar, se sentó en el patio y encendió un cigarrillo
mientras retomaba la lectura de “la mujer del novelista”.
“-Ella sabe que estoy casado. Nunca le
mentí.
-Claro que lo sabe… Esa no es la cuestión-
Dijo enfadada Nina.”
De pronto se vio interrumpido por
el toque constante de su timbre, no quería dejar de leer pero la insistencia
del ruido del timbre lo hizo levantarse un poco enfadado y abrió sin mirar
quien era, cuando abrió la puerta le cambio el rostro de enfadado por una
sonrisa, era pamela y traía unas bolsas en las manos, se dieron un beso largo y
Cristóbal tomo las bolsas que traía Pamela mientras ella le decía “pensé que no ibas a estar en minutos empieza el partido de tus diablos” Cristóbal
solo le sonrió y la dirigió a la Sala mientras encendía el televisor, se disculpó
para después darse una ducha, al salir Pamela lo recibió con una cerveza
destapada y un beso muy largo, durante el partido ellos destapaban cervezas y también
se daban besos a cada rato así como intercambiaban caricias traviesas, cuando
estaban en paz sus manos yacían entrelazadas, faltando minutos para que acabara el partido ellos se
estaban fundiendo en un mismo cuerpo ahí en uno de los sillones reclinables,
era tan extraño verlos haciendo el amor parecía que se iban a quedar toda la vida
fundidos, esa tarde hicieron el amor un par de veces más. Pasaron los días y
ellos se frecuentaban más, por fin Cristóbal la estaba enamorando y claro él también
se estaba enamorando, de vez en cuando se le veía de la mano en un pueblo mágico,
también cenaban juntos los viernes, Pamela se quedaba en casa de Cristóbal y hacían
un desmadre mientras hacían el desayuno que terminaban haciendo el amor en la
cocina, estaba claro la situación se había salido de cause, Cristóbal no había leído
ya ningún libro es más ni siquiera había terminado de leer “la mujer del
novelista” por qué el tiempo que el tenia libre lo utilizaba para escribirle
algunas líneas o hacia videos con las fotografías que tenia de ellos dos
juntos, en sus respectivos trabajos eran más productivos casi por arte de
magia.
Un Domingo por la mañana
partieron a la ciudad de Toluca, Cristóbal no había ido a jugar, había cambiado
los planes por ir a ver a sus diablos jugar gracias a que su mejor amigo le había
regalado un par de boletos, se tomaron tantas fotos a fuera del estadio como
adentro, el partido estaba muy emocionante pero Pamela estaba con mala cara, le
gustaba el futbol pero lo que no le gustaba es que la mina que estaba a un lado
de Cristóbal le sacaba mucha platica a él, Pamela en un arranque de celos se paró
y se dirigió a la salida, Cristóbal se dio cuenta y fue tras ella, pero ella no
cedía con la explicación que daba Cristóbal diciendo que era la prima de su
mejor amigo y que no quería cogérsela, pero Pamela no le creía y tuvieron que
salir del estadio, ya tenían el plan hecho de ir a visitar un pueblo mágico después
del estadio pero Pamela cambio los planes de forma inesperada para ambos, quería
que la fuera a dejar a su casa.
El camino de regreso fueron los
80 minutos de más tensión en esa relación, Cristóbal quería sacar platica pero
Pamela solo respondía con monosílabos, hasta que por fin llegaron a casa de
Pamela, cuando lo hicieron Pamela lo invito a pasar a su casa porque quería hablar
con Cristóbal, se sentaron en el comedor y Pamela empezó “Sabes, quizás no fue tan buena idea que nos reencontráramos, yo solo
buscaba pasar el rato y que la relación que teníamos no se quedara en vivir de
recuerdos… pero las cosas se salieron de control y me termine enamorando… perdón
pero ya no te quiero más en mi vida.” Esto mientras Cristóbal la escuchaba
de manera atenta y le respondió que estaba mal que por una escena de celos se
fuera acabar la relación, pero Pamela seguía en su posición y le dijo “no te quiero más en mi vida ¿Qué parte no
entiendes? Gracias por todo, me la pase muy bien y disfrute mucho a tu lado
pero, ya no te quiero más, no quería enamorarme… por favor ahorita que salgas
cierra bien la puerta” esto mientras
se paraba, Cristóbal hizo lo propio y se paró, le dio un abrazo muy grande y pidió
que lo recapacitara pero Pamela no iba a cambiar de opinión, salió de casa y
tomo su auto de regreso a casa, encendió un cigarrillo mientas recordaba
aquellos momentos que había pasado con ella, se le salieron unas lágrimas, se decidió
a tomar el libro “la mujer del novelista” hasta que lo termino de leer.
Ahora a Cristóbal vive de los
recuerdos de ese reencuentro que tuvo con Pamela, escribió un par de libros que
tuvieron más éxito del esperado, por las noches antes de dormir se pone a
observar las fotografías de aquella relación que en verdad se veían felices.
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