Todo por un pinche vaso con agua
“Buscarás una llama en cada esquina del colchón,
Y no habrá quien te la encienda,
Se acabó”
Era complicado, yo recordaba que
estaba acostado en mi cama pero no, esa no era mi cama se sentía muy dura y
para sincero bastante incomoda, intente moverme pero mis movimientos eran muy
limitados, no podía mover mis extremidades con total libertad, aún tenía los
ojos cerrados y no quería abrirlos pensando que seguía en un sueño, ese sueño
repetitivo que tuve las últimas noches donde aparecía una mina con rasgos
orientales en mi cama después me la pasaba de puta madre pero cuando abría los
ojos estaba yo solo, sin nadie que me acompañará, por eso no quería abrir los
ojos por si esa mina volvía a desaparecer, pero en mi mano derecha sentía un
cosquilleo como si algún liquido pasará por mis venas, fue cuando abrí los ojos
y me di cuenta que estaba en un hospital privado, ¿cómo lo supe? Fácil, la habitación
era muy grande y era la única cama que había, también había una pantalla de 46
pulgadas, un sillón para tres personas, un reposset y un par de máquinas que
estaban conectadas a mi cuerpo, no sabía qué hacer, intentaba pellizcarme pero
mi brazo izquierdo pero estaba inmovilizado, podía sentir como punzaba a la altura
de mi hombro y lo sentía adolorido, grite, “¿Alguien puede ayudarme?” bastaron unos segundos para que llegara
una enfermera joven de unos 25 años, muy bonita y una placa del lado
izquierdo decía “Matilde” cuando la
vi llegar le regale una sonrisa, y empecé mi dialogo “¿Qué tal Matilde? ¿Cómo estás? Quizás un poco mejor que yo verdad, pero
¿Qué estoy haciendo aquí?” ella con una sonrisa me miro y se puso las manos
en su boca, como no queriendo que algún grito escapará, de sus ojos salieron
unas lágrimas y de inmediato me dijo “bien,
quizás estoy mejor que hace rato, me da gusto que haya despertado, ¿no me
recuerda? Yo le leía –Fricción- de Eloy Urroz por las noches cuando sus
conocidos se iban y lo dejaban solo” creo que puse una cara de desconcierto
terrible porque ella de inmediato me dijo “tiene
ya 2 semanas hospitalizado, tuvo una caída de unas escaleras, creo que de su casa, ¿qué es lo último que
recuerda?” yo cerré los ojos e intente recordar, me daba vueltas la cabeza
y podía sentir como mi cuerpo hormigueaba y empezaba a sentirlo nuevamente, y
alcancé a decir con los ojos cerrados “suena
la alarma de mi celular, diciendo que es la hora de pararme para subirme a la
caminadora por unos minutos, después tendría que pegarle al costal de box por
20 minutos para bañarme, preparar mi desayuno y almuerzo, cambiarme e irme a
trabajar, pero recuerdo que después de despertarme me dio una sed terrible, quizás
no había tomado agua en la noche y por eso me dio tanta sed, así que decidí
bajar por un poco de agua antes de subirme a la caminadora, pise mal en el
segundo escalón y después, no, ya no recuerdo nada” al finalizar abría los
ojos, pero Matilde seguía viéndome con cara de incredulidad, “Señor ¿usted con quién vive? ¿Es casado?
¿Tiene hijos?” de inmediato conteste que no y vacilando un poco dije “vaya, no tengo ni novia, menos voy a tener
una esposa o hijos, vivo solo como un coyote en el cerro” Matilde empezó a reír
un poco y después me empezó a platicar sobre lo que venía en el historial Clínico,
la verdad deje de escucharla cuando dijo “masculino,
36 años, casado, con empleo de confianza en una empresa para estatal” ¡puta
madre! No recordaba que me había casado, ni que trabajará, yo recordaba que aún
seguía en paro, quizás era tanta mi duda que me vi obligado a interrumpir el
dialogo de Matilde, “sabes, creo que tú
sabes más de mí que lo yo recuerdo, no te voy a decir que si me veo de 36 años,
porque siempre me he visto mayor, pero ¿segura que estoy casado? ¿Conoces a mi
esposa? ¿Es guapa? Nunca he tenido gustos muy normales, ¿me la puedes
describir?” ella no aguantó la carcajada y empezó a reírse de una forma tan
rica que hasta yo le hice segunda, voy a explicarles, tenía la sonrisa más
hermosa que yo recuerde, cuando paraba de reír, ella sonreía y yo creo que el
mundo volvía a girar por esa sonrisa, recuerdo que me vio a los ojos y con una
sonrisa me dijo “sería mejor que
descansará un poco, duerma y mañana le contesto sus preguntas” no logro
entender porque le hice caso, pero cerré mis ojos y volví a dormirme.
Desperté cuando ya había
amanecido, porque veía que entre las persianas se alcanzaban a colar un poco de
luz del Astro Sol, se acercó a mí una enfermera pero no Matilde, era una
enfermera de rasgos toscos y me cerro los ojos con sus dedos, podía escuchar a
la perfección todo lo que decían, estaba también un médico o eso creo, porque
sacaron conclusiones de que quizás me había despertado en la madrugada, se
escuchaba una voz de una mujer que preguntaba todo, al parecer era mi esposa o
quien estaba a cargo de mi porque preguntaba todo, se escuchaba un poco
alterada, hacía referencia al libro de Eloy Urroz, decía que alguien lo había
tomado, porque el separador estaba en diferente lugar, el médico y la enfermera
le decían que nadie había tocado el libro, yo quería decirles que Matilde me había
dicho que ella me lo leía pero no podía decir nada, no pude ni abrir mis ojos
nuevamente, el medico abrió mis ojos uno por uno y echaba una luz que me cegaba
pero de inmediato los cerraba, no entendía que pasaba.
Volví a despertar con una sed
brutal, gritaba nuevamente “Matilde,
¿puedes darme un vaso con agua?” y ella aparecía en cuestión de segundos, veía
ahora en el sillón a una mujer acostada dándome la espalda, solo había una
pequeña sabana que le cubría, Matilde me dio agua en un vaso y se puso a leer
el libro de Urroz, le preguntaba acerca de mis preguntas del día anterior y
ella solo me sonreía “señor, ya existirá tiempo
para que encuentre sus respuestas, mejor duerma un rato más, cada día
evoluciona y pronto le daremos el alta” después yo cerraba los ojos y me volvía
a dormir.
LA dinámica se repitió por 5
noches o eso recuerdo, hasta que de pronto un día cuando el galeno me abrió los
ojos pude mantenerlos abiertos, lo vi cara a cara y le dije “¿me podría dar un poco de agua?” de
inmediato tocó un timbre y sacaron a la mujer que no alcancé a verla porque
cuando iba cerrando los ojos ella iba desapareciendo, el galeno me hizo varias
preguntas, revisaron mis signos en las máquinas y se quedó sorprendido, me hizo
varias preguntas, yo iba a responderle con sinceridad pero recordaba que
Matilde me había dado las respuestas y era las que yo daba, me tuvieron esa
noche en observación sin dejar pasar a la mina que me acompañaba por las
noches, Matilde no se apareció en esa noche y me volví a quedar dormido.
Desperté porque sentí una mano fría
que me tocaba la cara “despierta
dormilón, ya es hora de la última leída” volteaba alrededor y veía a dos
enfermeras, una acostada en el reposset y a la otra en el sillón, de pronto
escuché que Matilde decía “…de lo
contrario, se acabaría el juego… ¿o no?...” al finalizar me dio un beso en los labios y me
dijo “espero no verte pronto, anda que
tienes una vida por delante.” Yo le sonreí y ella cerró mis ojos.
Al despertar me dieron la
sorpresa que me daban el alta médica, me encontraba muy cansado y con mi brazo
izquierdo inmovilizado, me sentaron en una silla de ruedas y bajamos 3 pisos
por el elevador, me sentía mareado y recordaba el beso de Matilde, por fin pude
ver a la mina, era justo como recordaba aquella chica en mis sueños, una mina
de uno setenta más o menos, con unos sesenta kilos de peso, unos senos
medianos, un poco delgada y un par de nalgas que contrastaban con su cuerpo, me
daba un beso en los labios mientras terminaba el papeleo para poder salir, después
me subieron a una camioneta y la mina manejaba, paramos en un estacionamiento subterráneo
y me preguntó “¿Puedes caminar?” yo
le dije que sí y me bajé de la camioneta, al parecer no se veía tan feliz como
cuando salimos del hospital, subimos al piso quinto por el elevador y al llegar
era un departamento que no reconocía, le pregunté de todo, no recordaba nada,
ella me sentó en un sillón y ella aun lado de mí, me dijo que llevábamos 6 años
de casados, yo había estado 2 meses internado, yo le preguntaba por Matilde, al
decir esa pregunta ella se paró como un resorte y me empezó a decir tantas
cosas enojada que no las alcancé a digerir, le pedí que se calmará, que me
explicará que carajos sucedía, ella con lágrimas en los ojos, quizás por el
coraje fue a una habitación y trajo un cuaderno, de inmediato lo reconocí era
mi cuaderno de escritos vi que tenía escritos de forma ordinaria de izquierda a
derecha pero empezando de derecha a izquierda habían algunos que sobresalía el
nombre de Matilde, ella me empezó a explicar “bueno, mira, creo que no se si te haces pendejo o en verdad no
recuerdas, tú papá te pidió que hicieras unos trámites de él, pasaste a ver a
una amiga tuya que es médico en el servicio que le dan a tú papá, dijiste que
ibas por medicamentos, yo pensaba que ella era tu amante, pero al parecer no,
ella te daba los medicamentos de tu padre que tú se les enviabas por paquetería,
pero yo estaba celosa de ella, porque la conociste antes de conocerme a mí y
eran de salir a comer e incluso a tomar una copa, pero tú me jurabas que con
ella no había pasado nada pero yo no te creía, así que ese día que fuiste hacer
el trámite para tú papá te caí de sorpresa pero entraste a su consultorio y
tardaste como 10 minutos, saliste con la receta para surtirla, nunca me viste,
así que te fuiste a canjear los medicamentos, yo te seguía a corta distancia,
de pronto sonó tu celular, y contestaste no se quién era pero te empecé a
seguir, paraste en la casa de tus papás que la rentabas, pensaba que ya la habías
rentado desde la última vez, metiste tu auto y yo me quedé a fuera, después saliste,
pasaste por enfrente del auto que yo traía, era el de mi amiga Amalia por eso
no lo reconociste, ni siquiera me volteaste a ver, entré a tu casa porque habías
dejado la puerta entre abierta, habías ido a la tienda que estaba a 8 metros de tu casa, subí y
cuando escuché que entraste me guarecí en una habitación, después llego alguien
porque escuché que abriste la puerta, comían y bebían, escuchaba las risas y la
plática que tenían, se habían conocido en un viaje que habías ido a
Guadalajara, ese día fueron a ver un partido de las Chivas lo dijeron y yo
recordé una foto que me mandaste en el estadio a mí se me hizo raro porque tu
no le vas a las chivas pero bueno, no era tu amiga, era su enfermera, se llama
Matilde, ella te platicaba de un libro llamado Fricción de Eloy Urroz, después se
escuchaba que se besaban y después subieron a la planta donde yo estaba, la
puerta la había dejado entre abierta y no te diste cuenta y entraron al cuarto
de un costado de donde yo estaba olvidaron cerrar la puerta, salí del cuarto y
vi cómo te la estabas cogiendo, tú estabas sobre de ella y la estaban pasando
magnifico, después se quedaron dormidos, abrazados uno del otro, yo tenía ganas
de matarlos a los dos, pero no sé porque no lo hice, me volví a esconder en la habitación
hasta que escuché pasos, te habías parado e ibas para las escaleras ibas a
bajar por un poco de agua, cuando llegaste al segundo escalón, me ganaron los
celos y te di una patada en la espalda que te hizo caer, por fortuna Matilde no
se paró, yo me baje corriendo y vi que no te movías, pensé en lo peor, que quizás
te había matado, salí de la casa y me quedé dentro del carro, no sé cuantos
minutos pasaron cuando llegó una ambulancia y te sacó, tarde 4 días en ir a
verte, les pedí que no te atendiera Matilde, incluso hice todo para que la
corrieran, pero solo la movieron de hospital…” en eso ella desbordó en
llanto, yo me quedé viéndola y tomé un cigarrillo que estaba en la mesa, lo
encendí pero mientras lo fumaba empecé a recordar a Matilde, la casa de mis
padres que según la rentaba pero ese era mi lugar para cometer infidelidades,
recordé ese último round con Matilde y
le dije “vaya, que cagado, todo por un
pinche vaso con agua”….
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