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Notas de un Clochard 3...



“Debajo de este puente vive una pareja de vagabundos” me dijeron. Había botellas de cerveza, colchones, cartones y telas. Todo sucio, todo roto, todo viejo. No estaban, ni él ni ella.“Esto lo escribió Cortázar”, dije, “estos son los clochards de Rayuela”. http://www.milenio.com/cultura/los-clochards-de-rayuela


Pasaba por ese Frío mes de Enero, por aquella época todos mis amigos me aborrecían, me había hecho un Clochard pedante, viviendo en “un cuarto de refugiados” (decían ellos), en un lugar apartado y moderado en Amealco de Bonfil, un cuarto pequeño con lo suficiente apenas para vivir cómodo, blindado con amargura y desamor, botellas con pequeños charcos que no me atrevía a tirar por que cada una la había aprovechado para susurrar su nombre y cada que se escuchaba alguna rodar por el piso, recordaba sus pasos alegres por mi habitación cuando está aún tenía de su brillo, su color y su calor también…

Siempre la recuerdo como si fuese ayer… Como amaba cada mañana cuando ella se paraba frente al espejo y mientras se arreglaba el cabello, a mí me desarreglaba el alma y la vida, la fragmentaba en rompecabezas para volverla armar, con que fin?
Con el objeto de encajar en cada parte de mi ser y vaya que sabía hacerlo tan bien...
Yo no sabía ver un universo sin ella, era el más afortunado apostándole mi vida sin medida, para nosotros no existía un ayer y mucho menos un mañana, vivíamos a lo que ella le llamaba "Carpe Diem" y disfrutábamos el momento sin pensar o planear un futuro, quizás ese fue mi error, no dejarle ver cuánto anhelaba verle desde ese momento y hasta el fin a mi lado... en tardes del parque, en idas al cine, en canciones, en noches de cama sin sabanas con cristales empañados, al albor y con su dulce sabor cada mañana, en atinar al mirar en dicha su sonrisa perfecta y el lunar en sus labios, ese detalle tan espectacular y magnánimo, el punto más sublime donde iniciaba toda su constelación, ella era todo mi universo, me encantaba el brillo constante en sus ojos de miel, tan claros, tan dulces, todo era tan bueno en ese entonces pero jamás pensé en que habría más allá, más allá de esos momentos, me refiero a más allá de los años, más allá de nosotros, más allá de ser libre e ir hacia un compromiso...
Hace ya 6 meses y 19 días que ella se había marchado en aquel autobús a Querétaro su capital natal, y aun no consigo explicarme cómo es que la deje ir, fue el temor al compromiso supongo o tal vez la mala costumbre de ser la 4ta vez que lo hacía o quizá lo cerca que estaba de aquí y que en cualquier momento podía huir de esta mala vida hasta llegar a ella, ella como mi destino perpetuo, yo se bien que en el fondo de este mar actual donde me estaba ahogando sumergido en locura le amaba con el alma, aunque también sé que después de esa huida tan repentina quede preso en una especie Alexitimia profunda, Incapaz de sentirme a mí mismo, parapléjico para el amor y otros sentimientos, pero completamente apto (claro en obvia conveniencia) para aceptar rellenar mi Old Fashioned con cualquier Whisky barato, pues solo había tres cosas de las cuales jamás podría cansarme y eso era Ella, Sabina y Un buen trago... Fue entonces que al 20vo. Dia transcurridos esos 6 meses que decidí ir a buscarte, a quien engañaba o engañábamos ambos, estábamos hechos del mismo hilo cósmico de destino, sufríamos a distancia, nos extrañábamos, rebajábamos la amargura soñándonos cada noche, pero el orgullo nos encadenaba, yo sabia la respuesta, sabia que te amaba y tú lo sabias también, así que para no entrar en cataclismo y ruina tras esta desgracia partí en el primer viaje a buscarte, sin control, sin medida y sin temor en el equipaje, mientras avanzaba a cada kilómetro cantaba una y otra vez aquellas canciones tan nuestras desde siempre, yo solo me moría por volverte a ver, por verte sonreír.

La Alexitimia se había acabado y ahora sentía un tanto de todo un poco, el corazón me daba vueltas, las metáforas proliferaban en mi mente, me sentía un fugitivo escapando de esa mala vida y tu siendo mi refugio, volvía a ser ese soldado y tú mi bandera y el toque de guerra al cual acudir; sentía ser un Luterano apasionado y tu mi fe, el canon, la parroquia; me imaginaba siendo un barco, una goleta, y tú el mar, la calma y la vela; un poeta en el aeropuerto y tu el verso, el viento y el contexto; yo era la piel y tu el tatuaje, la tinta y la cura a mi herida; yo el coro y tu el himnario, un si bemol y el campanario; yo el sommelier y tú el tastevin, la copa y el vino, éramos eso y más, siempre mucho más y mas allá de todo lo que se imaginan los demás, discutiendo brevemente a veces y solo a veces por que siempre sonreías...


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