¿Las putas tendrán prohibido enamorarse?
“… ¿para qué me pedías amor?
Si ya teníamos los besos…”
Después de todo
la vida me estaba sonriendo por fin, después de un tortuoso divorcio que me
hizo perder lo mas valioso que era la custodia de mi hija, después mi trabajo también
lo había perdido, al parecer en la empresa daba mala imagen que el contador
estuviera envuelto en una demanda de divorcio, bueno aunque yo sé que Dinorah andaba
saliendo con el subdirector de la empresa y ese era el motivo por el cual me
despidieron, pero bueno; el sol empezó a brillarme justo después de que recibí
mi liquidación, mi mejor amigo me invito a trabajar a la universidad donde él
trabajaba, al parecer necesitaban un contador y me recomendó, después de una
entrevista por Skype, me pidieron presentarme en cuanto antes, el problema es
que era a 6 horas de distancia, pero bueno, el sueldo era bueno y me serviría el
conocer mas personas y estar en diferente medio, así que un jueves partí rumbo
a Aguascalientes, solo con unas maletas y varios recuerdos a cuestas, mi mejor
amigo me consiguió un departamento un poco retirado del centro pero bueno, traía
mi pequeño auto y el traslado era de apenas 15 minutos, nada comparado con la
hora y cuarto que hacia de mi casa a la empresa donde trabajaba antes.
A partir del cuarto
mes las cosas ya iban saliendo muy bien, el trabajo aunque rutinario pero me
gustaba, era algo diferente a lo que solía hacer aunque al final se resolvía en
lo mismo, números y mas números, ya me iba a echar unos tragos con un grupo de
profesores con los cuales también me invitaron a jugar en un equipo de fútbol
en el cual dicho sea de paso fuimos campeones, en medio de la algarabía ese miércoles
por la noche el dueño del equipo nos invitó unos tragos en un lugar de esos de
dudosa reputación, total, no quería ser un aguafiestas, si bien solo había ido dos
veces en mi vida a un table y eso la ultima vez fue en mi despedida de soltero
cuando me casé con Dinorah, pero bueno la escuela estaba en fumigación por lo
cual jueves y viernes no estaría abierta, así que decidí ir con ellos, mi intención
solo era echar un trago y retirarme del lugar, ya saben como somos los
contadores, regularmente son un poco retraídos y en mi caso cubría exactamente
con ese perfil, recuerdo muy bien, solo fuimos 8 del equipo en esa ocasión, el
dueño aunque pago la cuenta no fue y los otros compañeros no asistieron ya que ellos
si tenían que trabajar al otro día, era un lugar muy diferente a los cuales yo había
asistido, aunque la mecánica era la misma pero aun así muy distinto, mujeres de
todas las complexiones y con diferentes rasgos, operadas y naturales, todas con
un pasado que nunca se sabe porque están en ese negocio, por la poca iluminación
y el juego de luces no se podía adivinar bien su edad, digo también por el
exceso de maquillaje que traían pero a decir de sus manos le calculaba entre
los 22 y 35 años, morenas, pelirrojas, rubias, oxigenadas y demás, nos sentamos
en una mesa que daba hacia la pista improvisada con dos tubos, pedimos un par
de botellas de whisky y me puse a ver el desfile de mujeres, era algo casi
nuevo para mí, veía como en las mesas de plástico con sillas del mismo material
como de tianguis sobre ruedas los clientes les invitaban una cerveza o un trago
y las mujeres se sentaban con ellos, bailaban, los seducían y si tenían suerte lograban
animarlos a que se fueran a un privado con ellas con un costo extra obviamente,
en la pista se subía una mujer por turno y bailaba alrededor de tres canciones
y bueno, empezamos a chocar los vasos de vidrio y al unisonó dijimos ¡Salud!.
Pasaron las
horas y yo no me animaba a invitarle una copa a alguna de ellas, por mas que
con una labia maravillosa se me subían en las piernas y con un speech me decían
“papi, ¿quieres divertirte esta noche? Te
veo muy estresado, ¿Por qué no me invitas una copa?”, pero yo aun férreo
terminaba diciendo que no, siempre había pensado que era una pésima inversión ir
a esos lugares, pero al calor de los tragos de whisky antes de terminarnos la
segunda botella vi como todos los del equipo tenían a una muchacha sobre sus
piernas, yo era el único que no, en eso el hijo del dueño del equipo que era
profesor de Derecho en la universidad donde yo trabajaba me mando una muchacha,
no era nada fea, traía poco maquillaje, del porte que me gustan de esas
llamadas “gordibuenas”, para mi era la mejor de todas las que estaban en ese
lugar, ya había visto desfilar a todas enfrente de mis narices y a ella la veía
con demasiada insistencia, quizás se dio cuenta y por eso me la mando, ella
llego y se presento “buenas noches, me
dijeron que hoy estas festejando ¿te parece si me platicas un poco de lo que
festejas?” y acto seguido se sentó en una silla vacía que estaba a mi
derecha, no se había sentado en mis piernas y no traía el speech de todas las demás,
no se porque pero le pedí una cubata al mesero para ella “gin tonic, por favor” alcanzo ella a decirle al mesero, su acento
me era muy familiar, quizás de la parte del noreste de la república, al
preguntarle su nombre me dijo “me llamo Daisy
y soy de Sonora”, no sé si por mi carencia de experiencia le contesté, “mucho gusto Daisy, aunque tu acento no es de
Sonora, podría apostar que eres como de Coahuila y creo que es más como de
Ciudad Acuña o Piedras Negras, no estoy muy seguro”, ella con una voz ya no
tan amistosa y más bien sorprendida dijo “wooow
¿Quién te dijo? ¿eres de allá?” yo con una sonrisa en el rostro y sabiendo
que tuve la razón conteste “mi madre era
de Ciudad Acuña y mi padre de Piedras Negras, mi niñez era en semana santa en
un lugar, en vacaciones de verano en otro y en Diciembre en ambos lados, pero
ya tiene muchos años que no voy, unos 10 años mas o menos”, ella me interrumpió
y me dio en la mano una tarjeta, y del brazo me jalo, me pare de inmediato y
mis compañeros de mesa hicieron una bulla terrible, gritando y haciendo ruidos
como changos, la seguí de la mano, a un lado de los baños un tipo de seguridad
me pidió la tarjeta y yo se la entregue, entramos a aquello que llaman “privados”.
Al entrar a esos
pequeños cubículos ella cerró la cortina, y yo me senté en esa especie de silloncito,
ella empezaba a bailarme y empezó a platicar “¿eres periodista? Sabes, eres la primera persona que mas o menos le
atina de donde vengo, soy de Jiménez Coahuila, ¿quieres que nos portemos mal
paisano?” esto mientras con sus movimientos sabia levantar el interés en mí,
me ponía sus senos en mi cara, tomo mis manos y las pasaba por todo su cuerpo
mientras ella se contoneaba, tengo que aceptar que yo estaba muy nervioso y me
hipnotizaba con sus movimientos así que le contesté “no, mejor vamos a portarnos bien, me gusta verte bailar”, ella me
cerró el ojo y siguió con su rutina. No sé bien cuanto tiempo fue, pero quizás como
tres canciones las que estuvimos en ese “privado”, salimos de la mano y llegamos
de nuevo a la mesa, los compañeros con una bulla similar empezaron a vociferar
improperios sobre mi persona, vaya todo era en broma y dejándome llevar por el
momento solo pude decir “es imposible
decirle que no a esta mujer”, ella se puso roja, no sé, quizás no se lo
esperaba, se sentó conmigo, basta decir que estuvo conmigo toda la noche,
platicamos de muchas cosas, de su infancia, de como llego a ese lugar y de cómo
las movían de un lugar a otro para evitar que periodistas lograran sacar información
demás, intercambiamos números de teléfono y me despedí de mis compañeros, me sentía
ya bastante borracho y aun tenia que manejar a mi casa, así que hice lo propio
y en el camino iba pensando en ella, haciéndome preguntas a mi mismo ¿cómo es posible
confiarle información a una chava así? ¿y si en verdad ella no era de Jiménez?,
llegué a casa y me dormí sin poder dejar de pensar en Daisy.
El Jueves y el
viernes esperaba algún mensaje de ella pero no, no llegaba nada, así que mi
curiosidad me ganó, me duche, me puse de aquella loción que tanto me gustaba “Man
in Black” de Bvlgari, unos jeans, unos zapatos color azul y una camisa a
cuadros de azul con blanco, vaya pareciera que iba a ver a mi novia, tome mi
auto y pase al lugar, me senté ahora en una esquina, iba yo solo, el mesero me reconoció
y me trajo una cerveza de cortesía, le pregunte por Daysi y me dijo que iba a
buscarla, al paso de 10 minutos, por la espalda me taparon los ojos y con ese
acento inigualable me dijo “¿a que no
adivinas quien soy?” obviamente solamente podía ser ella, Daisy, y en un
tono de broma solo atine a decir “¡Chin! Los
de Coppel, prometo que mañana paso a depositar”, y ella entre risas me
abrazo, le pedí un gin tonic y empezamos a charlar, claramente le comente que no
tenia chiste que nos diéramos nuestros números si no íbamos a marcarnos, ella
me pidió mi celular, yo se lo di, el fondo de pantalla estaba una foto mía con
mi hija, ahí ella tenia 4 años, ella sorprendía dijo “¡Ah eres casado!” de inmediato hice la aclaración “divorciado”, ella me sonrió y apunto un número,
no vi como lo guardo simplemente me lo devolvió y dijo “ese es mi número real” y seguimos platicando, no sé si en verdad
ella estaba en ese negocio para pagar la universidad o si era parte del speech
pero yo le creía, según era estudiante de derecho en la autónoma de Aguascalientes,
la noche paso sin contratiempos, dos privados y cuatro copas fue lo que costo
mi felicidad por esa noche, así que regrese al depa con una sonrisa, creo que
lo inevitable estaba pasando, me estaba enamorando, debo de aceptar que me fui
a la cama con una sonrisa.
Pasaron los días
y no había tenido noticias de ella, pensaba que ella no había guardado el
numero e incluso le marque el número que me había dado la primera vez pero mandaba
directo a buzón de voz, era miércoles, una semana exactamente de cuando la había
conocido, estaba ya saliendo del trabajo, le había prometido a mi hija que pasaría
en dos fines de semana por ella para ir a pasear, venían unos días festivos y quizás
podría pedir un par de días en la escuela, cuando me llega un mensaje al
celular pero de un teléfono registrado con el nombre de Lorena “Lepe ¿Qué horas trae? ¿Cree que pueda ir a
la feria de San Marcos hoy conmigo?”, soy sincero al decir que me ganó la
curiosidad, así que marqué al número, se escuchaban autos pasar y después una
voz que era inconfundible, obviamente era la de Daisy, le comenté que sí, y nos
quedamos de ver afuera de la plaza de toros en dos horas, la noche la pasamos bomba, ella me confesó que se llamaba Lorena,
se había ido a estudiar Derecho a Aguascalientes pero había dejado la escuela
cuando una amiga la invito en el negocio del table dance y que sacaba en verdad
mucho dinero, no permitió que le pagará ni las cervezas, ni la cena, era una
persona realmente extraña y al parecer si me estaba enamorando, esa noche no me
permitió acercarla a su casa, solo nos quedamos con la promesa de vernos hasta
el sábado para ir al museo ferrocarrilero y al museo de la muerte, me pidió que
intentará no volver al table donde ella trabajaba.
El sábado puntualmente
por la mañana visitamos esos dos museos, después dimos una vuelta rápida por la
feria, ese día se fue al rebasar las 5 de la tarde, quizás nos estábamos conociendo
mucho, demasiado diría yo y así transcurrieron 4 meses, la veía entre semana,
la relación era algo así como un free, las cosas iban bien vaya, hasta que de
pronto ella dejo de buscarme, me fui a buscarle al table y no la veía, incluso
me decían que ella ya no trabajaba ahí, estuve muy desilusionado, creo que si
estaba enamorado. Un día platicando con el profe de derecho que fue quien me
mando a Daisy o quiero decir a Lorena en esa noche que fuimos al table, le
comenté la situación, yo estaba serio contándole mis penas cuando de pronto el soltó
la carcajada y le dio una palmada en el hombro y diciendo “no contador, nunca me lo espere de usted, fíjese ahora si como dice la
gente, ¡Se enamoró de una Puta!”, en mi mente empezó a resonar, “puta, puta,
puta, puta” y no hice otra cosa más que preguntarme “¿Las putas tendrán prohibido
enamorarse?”…
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