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Prohibido tienen los clientes enamorarse, las putas no


“los besos que te dan las chicas malas,
Salen más caros cuando te los regalan”

Era complicado poder entender después de leer aquella carta que cerró con un “y respondiendo a tu pregunta, no, no nos tienen prohibido enamorarnos” apagué mi cigarrillo y me serví otra taza de café mientras resonaba esa jodida palabra que desde el primer momento hizo eco, “puta, puta”, me hizo preguntarme tantas cosas que quizás solo mi enamoramiento me daba las respuestas que los demás no veían, eso de puta, lejos de ser un adjetivo calificativo, era su trabajo, y es complicado poder decir que una persona es buena o mala por su trabajo, no le haces daño a la sociedad, incluso le das un desfogue a sus jodidas vidas, por ejemplo como a la mía, pero bueno, decidí empezar a olvidarla, bueno fue a partir de la cuarta semana que la busqué en el mismo lugar y ella no estaba y nadie me volvía a dar razón de ella, creo que por fin era justo y necesario ponerle ese punto final a esa historia que si ella lo leyera, entendería que me hizo tanto bien como no tiene una jodida idea.

Los meses pasaron como debía de pasar, algún día escuche por parte del viejo del parque que le daba de comer a las palomas pan duro justamente a las 14:00 horas que decía “la espera es para los imbéciles, los valientes no se tientan el corazón en base al tiempo”, y también coincidía con aquella canción de Ismael Serrano que decía “la excusa mas cobarde, es culpar al destino” , quizás era tiempo de quitarse el traje de valiente que me puse por los días que la conocí y era hora de volverme a calzar ese traje de cobarde, de imbécil. La vida seguía su curso, me enrole con una profesora de Psicología que daba clases en la misma escuela donde era contador pero la relación no pudo ir más allá, quizás era porque yo no podía olvidar a Lorena o bueno eso fue lo que me dijo aquella psicóloga; mi vida se basaba en ir a ver a mi hija una vez por mes, jugar futbol, embriagarme de vez en cuando y algún ligue ocasional en algún bar, pero vaya de ahí no pasaba, claramente seguía enamorado de esos besos sabor gin tonic de Lorena, de aquellos abrazos que me hicieron sentir algo que hace mucho tiempo no sentía que era confort, pero sobre todo de esa mirada que me decía que ella se había enamorado, aunque ella decía lo contrario, yo puedo decir que si se enamoró y no por orgullo o algo así, si no que sus acciones me hacían reafirmar eso, incluso contemplando sus huidas.

Llego Febrero y a la voz del hijo del dueño de la escuela, aquel profesor de Derecho que dijo “Conta, nos vamos al carnaval de Mazatlán, solo vamos de fin de semana ¿jala?”, yo un desanimado dije “vale, vamos, no conozco nada de Sinaloa”, el riendo solo me contesto, “espero que esta vez no se enamoré de una puta, como la última vez”, y empezó a reír, a mi no me hizo nada de gracia pero bueno, cerramos el trato con un estrechón de manos que salíamos el viernes a primera hora, yo en verdad no quería faltar pero bueno creo que me hacía falta irme a distraer y que mejor que a un estado y una ciudad donde no conocía y sobre todo que nadie me conocía.

La semana paso un poco más rápido que las otras semanas, sentía que el tiempo e iba comiendo e incluso el jueves estuve a punto de claudicar y decir que no iba, por la sobrecarga de trabajo que tenía, pero al final me quede a dormir literalmente en la escuela para poder acabar, a las 4 de la mañana me volví a mi casa para tomar mis cosas y esperar a que pasarán por mi puntualmente a las 7 am, como habíamos quedado, estuve a punto de quedarme dormido mientras los esperaba, el reloj daba las 7:15 am cuando sonó mi celular y eran ellos, baje a toda prisa con mi pequeña maleta que tenía para viajes cortos cuando iba a ver a mi hija, pero esta vez era para divertirme y disfrutar de la vida.

El camino no se si fue porque me quede dormido o en verdad porque estuvo muy aburrido, pero ni siquiera conté las horas, al llegar pasamos a comer a una marisquería justamente sobre la playa, era muy rica la comida, por fin pude descubrir el verdadero sabor del aguachile y del tamaño y sabor de los camarones en la gastronomía sinaloense que tanto decían, ahí consumimos unas cervezas y después nos fuimos al hotel, era uno de esos resorts donde son prácticamente departamentos y tienes todo a la mano, al llegar bajamos nuestra despensa que se basaba en cerveza, whisky, huevos, agua y carnes frías, pusimos a Armando Palomas en aquel sonido que tenía la habitación, recuerdo bien fue aquella canción llamada “No dejes que una groupie se enamoré de ti”, la frase que me gusta es cuando dice “tengo una pinche maña de empezar las cosas tan bien y al final arruinarlo todo”, la tarde empezó a caer después de acabarnos la primera botella de whisky y quizás dos dieciochos de cerveza, nos duchamos y fuimos al malecón para empezar la verdadera fiesta, alistamos la hielera con botellas de whisky y cerveza, no hacia falta más, así que nos enfilamos al malecón en un carrito de esos famosos de Mazatlán llamados “arañas”, nadie pensaba manejar así que fue una gran elección.

En el malecón veíamos desfilar todo tipo de mujeres, grandes, pequeñas, traseros naturales y tetas falsas, vimos de todo, agarramos una banda un tiempo y al final yo me estaba besando con una chavita que buscaba un poco de fiesta, la noche se hizo presente y estábamos todavía con ganas de fiesta, el hijo del dueño de la escuela dijo “nos vamos de putas, conozco un lugar aquí cerca”, nadie dijo que no, dejamos la hielera en una tienda de las que se llaman kiosko y llegamos a ese lugar, era muy diferente a los que yo había conocido, digo no conocía muchos pero este era especial, se notaba hasta una clase, pedimos una mesa pegada a la barra y seguimos con al fiesta, una botella de Don Perignon y una de JW18 eran las que continuaban con nosotros, de pronto como si las botellas fuesen un imán la mesa se fue llenando de mujeres ofreciéndonos los servicios, pero seré sincero, no me sentía a gusto, me recordaba tanto a Lorena que casi casi me imaginaba que aquella chica que bailaba en el tubo era ella, pero era totalmente irracional pero bueno estaba en mi chaqueta mental, incluso hasta vi como si ella me guiñará el ojo, pero pudo haber sido la borrachera o que se yo.

La chica termino de bailar y yo fui a seguirla, me acerqué a su espalda y le susurré al oído “¿te quieres portar mal?”, ella volteo y solo se me quedó viendo, pude descifrar en su mirada que era ella, aquella chica que me había abandonado en mi depa, aquella mina que me había enamorado, si, puedo decir que hasta de mi boca saltó su nombre “Lorena”, ella con una sonrisa solo dijo “te has equivocado chaval” con un falso acento, después me dio un beso en la mejilla, me tomó de la mano y me llevo con ella a un lado de los baños, mientras ella se ponía la ropa me dijo “ya es tarde para estar en estos lugares, ¿te parece si seguimos la fiesta en el malecón? No me quiero perder la fiesta del carnaval”, yo solo asentí, nos quedamos de ver a fuera del lugar en media hora, yo no sabia que hacer asi que fui con mis compañeros, les deje un poco mas de la cuenta que me tocaba y les dije que me iba a dormir, me sentía indispuesto, no fue fácil librarme de ellos pero logré salir, hicimos el corte y me dejaron salir del lugar, empecé a fumar como desaforado, fueron 8 cigarrillos, incluso cuando encendí el octavo pensaba que me había mentido hasta que sentí como me tomaban de la mano, la voltee a ver y supe que era Lorena, abordamos su auto, un deportivo de poca madre y tomamos una ruta exactamente al lado contrario del malecón, pero las caricias y los besos me hicieron no rechistar para nada.

Llegamos a una zona de apartamentos, ella estacionó su carro y nos comíamos a besos, las manos me faltaban para recorrer ese cuerpo y esas piernas tan largas como la misma noche que nos esperaba, subimos a su depa, era el 201 lo recuerdo muy bien, entrando la ropa nos estorbo como de costumbre y empezamos a desnudarnos al compás de nuestra respiración, el tiempo avanzaba lento, cuando me di cuenta que de nueva cuenta ella estaba totalmente desnuda, como la ultima vez que la tuve frente a mí, recorrí cada espacio de su cuerpo con besos, tenia tantas ganas de ella que no quería que ese momento se acabará. Tuvimos una noche maravillosa, era algo muy raro, nos quedamos abrazados, como no queriendo huir uno del otro.

Mi celular empezaba a sonar y ella fue quien me despertó diciendo entre dientes y con los ojos cerrados “atiende, quizás puede ser tu hija”, mientras me besaba, a regañadientes me paré de la cama hasta que encontré mi celular, eran mis compañeros diciendo donde estaba y les dije que en casa de unos familiares, que no me esperarán, se les hizo extraño pero solo me pidieron que me cuidará, volví a la cama y cuando la besé, ella solo me dio una sonrisa y de forma sarcástica me dijo “no vuelvas a hacer eso, recuerda que las putas no deben de enamorarse”, la verdad me sentí mal por su comentario, pero no dije nada, volvimos a abrazarnos.

Pasaron 4 días, mis compañeros ya se habían regresado, habíamos vivido como esposos, incluso ella no había ido a trabajar esos días, preparábamos de desayunar y de cenar, la comida la hacíamos en la calle, siempre andábamos con la mano y una sonrisa maravillosa, parecía que éramos recién casados, yo tuve que comprar ropa para mi y para ella. Puedo decir que los momentos que estuve con ella fueron los mejores de mi vida, nos tratábamos como novios, poníamos música en su depa, íbamos al super, al malecón, conocimos un par de pueblos alrededor pero siempre tomados de la mano, poníamos su playlist en Spotify y eran unos momentos de comunión que quizás nunca mas podré tener.

Esa noche llegamos de andar de pata de perro, cansados nos dimos una ducha en su bañera, sonaba “prometiste” de Pepe Aguilar en el aparato de audio, cuando tuvimos la mejor sesión de sexo que haya tenido en mi jodida vida, quería decirle que iba a quedarme con ella, que ella era la mina que estaba buscando, quería decirle tantas cosas que ella no em dejaba decir ya que siempre me besaba, no quería que le dijera nada. Terminamos rendidos tirados en el piso, ella sobre mi brazo izquierdo y dándome pequeños besitos, hasta que nos quedamos dormidos.

Me despertó con un beso tan rico como la noche anterior, escuchaba esa canción que tanto me gustaba “Bendigo Maldigo” de Carlos Arellano, “…bendigo tu sonrisa, que me deja pendejo…”, al abrir mis ojos ella estaba ahí, a mi lado, como si fuese un gran cuento, una de esas historias que todos te cuentan pero que nadie tiene, nos comíamos a besos, le juraba amor eterno y ella solamente me veía con esos ojos que me hipnotizaron desde el primer día, sonreía tímidamente pero no decía nada, yo por mi parte no paraba de hablar, hasta que sin saber si fue en el beso numero 201 0 210, de su boca salió un “sabes chicobueno, prohibido tienen los clientes enamorarse, las putas no”, esto mientras me daba un beso y después mordía el lóbulo de mi oreja izquierda….



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