Te volviste ese caminante que ya no se estaciona en un lugar
“… la vida a veces
te invita una ronda,
Te guiña los ojos,
concede una tregua.
Quizá sólo dure un
segundo este sueño,
Pero, sin duda,
habrá merecido la pena…”
¿Qué se sentirá ser jardinero en
Marte? Estaba sacando conclusiones de esa pregunta tan básica pero que a la vez
tan extraña que me estaba causando cierto conflicto, tenia cerca de 5 años que
no fumaba un tabaco, desde aquel día que te había prometido no fumar hasta que
volvieras y bueno, no había dejado de cumplir la promesa, si bien después de 5
años había vuelto a fumar pero no era tabaco, era un cigarrillo de esos que dan
risa, de esos que la gente se jacta de decir que son la hostia, un cigarrillo
que mi mejor amiga había dejado olvidado sobre la mesa la ultima vez que vino a
casa hace cerca de 2 días. El cigarrillo me provocó recordar, lo recuerdo bien,
ese día llegue harto del trabajo y del mundo, revise aquellos audios en los
cuales me decías cuanto me querías, pero sin querer se coló un audio donde me
reclamabas por mi comportamiento al ver aquella mesera del restaurante que
tanto te gustaba ir, sobre todo porque me quedaba callado, nunca supiste que jamás
le llegue a coquetear a esa mina, me ponía tan nervioso como tú me pusiste el
primer día que te vi en aquella cena de la empresa, ¿lo recuerdas? era mi
primera cena con “gente importante” del grupo al que pertenecía la empresa, estaba
yo tan ansioso al dirigir unas palabras al dueño del consorcio que de pronto te
vi, te vi a lo lejos, tus ojos se me habían clavado hasta el alma, me puse tan
ansioso que no pude seguir articulando palabras e hice como que lloraba, eso le
enterneció demasiado a la gente que estaba presente, pensaron que era una forma
de agradecer al viejo la oportunidad pero en verdad fue tu mirada la que me
hizo ponerme tan ansioso, te estuve buscando gran parte del evento pero jamás pude
encontrarte, era tanta la gente y mis ganas de no encontrarte que lo logré, no
volví a verte en esa noche.
Pero bastaron cerca de dos
semanas para volverte a encontrar, recuerdo bien que había una especie de rotar
el lugar de trabajo de los puestos iguales en las empresas del consorcio por cuatro
semanas, esto para corroborar que los manuales eran simples y todos podíamos desempeñar
las funciones, me toco estar en la empresa donde tu estabas, incluso era en la
misma área, y fue cuando volví a verte, ese día iba con unos minutos de retraso,
al llegar venia de malas ya que estaba un poco más retirado que mi otro
trabajo, pero mi cara de enfado se convirtió en uno de los mejores días de mi
vida, fue cuando te vi, estabas ahí, terminando de darle los últimos retoques
al poco maquillaje que te ponías, tu cabello recogido en forma de “chongo”, tu blusa
blanca que hacia juego con tu pequeño saco color negro al igual que el pantalón
tipo sastre que traías, tus zapatillas que no eran muy altas pero lograban
darle un efecto mas estilizada a tus piernas, recuerdo bien que me quede parado,
estupefacto al verte, no se si fueron 30 segundos o 5 minutos pero fue el
tiempo suficiente para poderme acostumbrar a verte y fue cuando volteaste y al
verme te sorprendiste y me dijiste con la sonrisa más bonita que había visto en
mi vida “buenos días ¿puedo ayudarte en algo?” obviamente yo no podía articular
palabra nuevamente y solo sonreí, entrecerraste los ojos un par de veces, lo
lograba yo ver detrás de las micas de tus lentes y antes de poderte responder
dijiste “¿eres el licenciado que viene de intercambio verdad? El mismo que esta
super agradecido con mi abuelo” yo no podía articular palabra aun, entonces
me tomaste del brazo y me llevaste a la tercera oficina del lado derecho
diciendo con una sonrisa “esta será tu oficina durante las siguientes cuatro
semanas, ponte cómodo en un rato vuelvo… por cierto ¿café o té?” yo te vi a
los ojos te agradecí y te dije “lo que tu elijas, confió en tu buen gusto” y
en ese momento volviste a sonreírme y lanzarme una sonrisa tan coqueta que aun
la guardo, cerraste aquella puerta de cristal, por mi parte como pude deje mi
lap en el escritorio, acomodé la silla y me dispuse a esperarte.
Estaba tan entretenido revisando
las incidencias cuando con el rabillo del ojo logre ver que estabas parada afuera
de oficina, de inmediato me paré y alcé los hombros en forma de excusa, después
camine para abrirte la puerta, te invité a pasar y te sentaste en la primera
silla que estaba frente al escritorio, fue cuando me presenté y tu hiciste lo mismo,
después me quede helado cuando dijiste “¿puedes cerrar poquito la puerta? Tengo
que decirte algo y no me gustaría que los demás se enterarán” de inmediato
me paré y cerré la puerta, me senté a un lado de ti, ya el escritorio no era
una barrera, esto lo hice pensando que ibas a decir un secreto o algo así, pero
dijiste “no recordaba como te llamabas así que pedí que te pusieran -osito-
en tu vaso de café, sabes es que te ves así tipo pachoncito” esto mientras sonreías
y el tono de tu piel cambiaba a un rojizo, por mi cuenta solo te regale una sonrisa
también tomé mi café y vi que tenia un oso dibujado, me sorprendí un poco y te
dije “¿también ese dibujo lo hizo la chica del café?” entonces te
sonrojaste aun mas y dijiste “no, ella no sabe que usas lentes y tienes
barba” y empezamos a reír, de pronto no se que paso, en medio de la risa
mientras yo me reía y veía como tu hacías lo mismo, nuestras bocas se encontraron,
fue algo tan rico y a la vez tan satisfactorio que no encuentro palabras para
poder describir dicho momento, sentí algo tan distinto y eso que había besado a
varias chicas antes, pero esta vez era muy distinto, después del beso solamente
me dijiste, “perdón, no se que me sucedió, pero tenia ganas de hacerlo”
y de inmediato te paraste para irte y te fuiste sin darme oportunidad de nada,
me quedé un par de minutos pensando en lo que había sucedido y vi que estaba ahí
tu vaso y decía “Andy”, así que lo tomé y con un marcador indeleble
empecé a jugar con el vaso y fui a buscarte, te encontré en la siguiente
oficina, tenias tus manos sobre tu frente recargada en el escritorio, toque un
par de veces y te dije “creo que por las prisas te olvidaste de tu vaso”,
lo tomaste y me retire del lugar, a la hora de la comida fuiste a mi oficina y
me dijiste “¿eso sentiste en el beso? Me lo hubieras dicho, aunque te soy
sincera jamás habían escrito lo rico que era un beso mío y menos en un vaso con
té de menta, creo que, a partir de hoy, el té de menta será mi favorito”.
A partir de ese momento fuimos
inseparables por cerca de 3 años, yo había cambiado de trabajo y tu seguías conmigo,
había cambiado las taquerías de esquina por restaurantes, mi pequeño auto por
una camioneta, había cambiado el trabajo de oficina por un trabajo viajando en el
interior de la república, había cambiado tanto que cuando te fuiste de mi lado
me lo echaste en cara, recuerdo bien que dijiste en aquel restaurante que había
sido tu favorito por los 3 años “has cambiado tanto desde que nos conocimos,
te volviste ese caminante que ya no se estaciona en un lugar y eso provoca que
no me dejas conocerte, yo creo que debemos de darnos un tiempo y si las cosas
no van bien pues fue muy grato estar contigo, no me esperes, no se bien que
quiero en estos momentos de mi vida y no sé si algún día voy a volver, pero prométeme
que vas a dejar de fumar, porque sabes, si regreso, quisiera fumarme un
cigarrillo contigo”…
Así que ahora después de tanto tiempo puedo decir que no sería
mala idea ser jardinero en Marte, total he tropezado tanto que gracias a ese
cigarrillo y a tu eterna espera puedo decir que “podría ser jardinero en Marte,
medico de flores, poeta ambulante, deshollinador volando en tejados, probador
de espejos o un pirata honrado” …
Comentarios
Publicar un comentario
Recuerda que todo es en singular...