Quizás nunca te extrañó
“…el corazón mientras
late,
Sueña con amanecer,
Abrazado a una
mujer,
Que lo besé y lo
rescaté,
Y aunque pierda
la fe,
Nunca da por
vencido el combate...”
Esa noche Sali al minisúper a buscar
algo que me pudiera ayudar a mitigar la sed que traía, eran cerca de las 5 am, traía
una cruda espantosa, me había puesto a tomar a salud de aquella mina que tenía
unos ojos pispiretos y una sonrisa mas bonita que cualquier luna de
octubre en Guadalajara, dicho sea de paso ella no era oriunda de esas tierras, más
bien de la zona centro aunque su familia salió a buscar suerte al norte de la
republica pero bueno, estaba tomando a salud de esa mina cuando de pronto se me
acabo el licor, dos botellas de whisky habían sido el resultado de recordarla,
una historia que quizás no tenia mucha historia si muchos quisieran nombrar en
tiempo, pero si vieran lo que ella hizo en mi persona, estuve a punto de
ponerle un altar, no en la calle si no en la vida, aquella mina que me puso un
apodo que hasta hoy en día no logro entender y la única respuesta que puedo
tener, es un apodo que le pusieron a ella por su piel blanca y sus ojeras que denotaban
que no dormía lo suficiente; pero bueno, no venia a hablar de ella tácitamente,
ni siquiera de forma escrita, venia a hablar de la señora del minisúper que
cuando llegué a pedir un 18 de cerveza me lo negó tácitamente, diciendo que se podía
vender en un par de horas más, antes no, así que pedí un jugo de piña, y fue
cuando ella me dijo “eh chavalo, ¿lo quieres de 18 o de 12 pesos el litro?” al
decirle la marca del jugo ella con una mueca de pocos amigos me hizo la misma pregunta
“¿de 18 o de 12 pesos?”, no reparé
en preguntar la diferencia y ella me dijo “fácil chavalo, el de 18 pesos
vence en ocho meses y el de 12 pesos vence en tres días” , obviamente pedí
el de tres días, por tres razones, la primera era que costaba mas barato, la
segunda que no iba a menospreciar un producto por su fecha de caducidad y la
tercera, era por homologar las dos opciones anteriores, al pedirle el de 12
pesos le dije “¿tan jodido estamos para menospreciar algo que aun tiene algo
de vida?” ella con una mueca de enfado y diciéndome como el librito decía “es
que lo que caduca de inmediato, hay que quemarlo, si no, es merma y eso
significa perdida para el minisúper, por eso se remata al precio que nos
cuesta, para quedar tablas es perdida” después pedí uno de 18 pesos, y comprobé
que sabían exactamente igual, eran productos que tienen conservadores y uno no sabía
más dulce que el otro, como sucede con las frutas, así que me quedé pensando
mientras aplicaba el banquetazo a fuera del minisúper.
Mientras degustaba un trago
pequeño de uno y uno del otro, llego un teporocho, preguntándome ¿qué hacía?
Le comenté mi pequeña teoría y dijo que “con un poco de licor barato todo
sabia igual”, así que vacié un poco de un jugo en mi termo, mientras el
contaba con los 10 segundos reglamentarios de su panalito en mi termo, después
yo le compartí de mis jugos y de ahí salió una incógnita, que claro está que no
tenía a nadie más que preguntarle que a él, “don, ¿sabe diferenciar de un
jugo de 18 pesos o de uno de 12?” el con el trago en la mano me dijo muy
serio y sereno “claro papi, el mas barato esta en descuento aunque es lo mismo”,
a partir de ese momento me puse a filosofar con ese señor del panal, nos tomamos
sus dos panalitos con mis casi dos litros de jugo, él me platicaba de su historia,
no sé si era real o inventada, pero el me la contaba como si fuera la verdad
absoluta, había llegado hace 9 años al puerto, lo decía entre un catalán y un
castellano, era como un pocho pero de España, no hablaba ingles pero lo
cambiaba por el catalán, algo que me costaba mucho trabajo poder entenderlo, a
grandes rasgos el me contaba que cuando llego al puerto de Tamaulipas, se enamoró
de una mina, que después lo dejó en la bancarrota y con ello el no dejó el trago
hasta hacer la conversión, según era un ingeniero petrolero hasta convertirse
en un don nadie que muchos llaman trotamundos o mejor dicho vagabundo.
Yo le contaba esa historia corta
de aquella mina que bailaba una canción de cumbia en mi auto, aquella mina con
la cual me sinceré y que no pude hacer algo más, ahora ella tenía una relación estable,
por primera vez no le hablé de aquella mina del pacifico, aquella mina que había
dejado el país, si no al contrario, de aquella mina que venia del norte de la
republica a la zona centro, de esa mina que me enamoró con su sonrisa, con su
dialogo, de esa mina que busqué respetar y no fornicármela ni en la primera ni
en la última cita que tuve con ella, al final de cuentas me enamoró con sus
palabras, vaya pendejada, un escritor de banqueta se dejó llevar por palabrerías,
que bien sabemos, las palabras se la lleva el puto viento, el vagabundo me
pregunto “¿algún día dejaste que ella te buscará? ¿dejaste que ella te
dijera un te quiero? ¿Qué carajos te dijo cuando le dijiste que buscabas algo
formal? Digo, te vez un cabrón de palabra, de caballero, no eres de los que se
la pasan enamorando muchachas al por mayor, que déjame decirte que no eres nada
agraciado, pero tienes un no sé qué, que, qué se yo”, no tuve nada que
decirle, solo dije “¡salud!” y el brindó conmigo, después me hizo una pregunta
que me hizo hacer esto jodido post y fue “¿crees en la fecha de caducidad? Antes
de que me respondas, esa mina seguramente te dijo que te extrañaba, pero ¿en
verdad lo hizo? Sabes si no tenia a otro chavalo mejor que tu o quizás peor que
tú, pero que estuviera con ella… me comentas que te fuiste como un cobarde, dejándole
una puta carta y un presente, que de presente vale una chingada, me vale madre
si le diste algo de regalo, quiero decir ¿la has visto? ¿vale la pena que estés
tomando y la sigas nombrando? Te apuesto a que tienes mejores amores, esos deberías
de nombrarlos”, le hice una observación diciéndole que gracias a ella había
olvidado a un gran amor, pero pareciera que le puse un chingadazo, ya que de
inmediato me dijo “anda, aparte de todo eres un pendejo, ella te apuesto que
solo te lo decía para no sentirse sola, solo eras un punto de equilibrio, que déjame
decirte, no eras el único” sinceramente tenía ganas de arrebatarle el trago
y decirle que estaba pendejo, que sus palabras si valían, que quizás me quería un
poco, pero no, no tuve el valor de poner su verdad sobre las palabras de ella,
esas palabras que eran una esperanza que quizás nunca iba a llegar, el
vagabundo me quito mi termo y volvió a ponerlo en su panalito, lo que sobró, se
lo tomó de un trago, diciéndome después, “tu vida no es de aquí ni de allá, deja
que tu alma te lleve a donde pertenece, es un lugar donde ya has vivido, pero
no es con la persona correcta”, después me dio una palmada en el hombro y
me dejo mi termo en el piso, tan pinche triste, tan derrotado, sus jodidas palabras
tenían tanta razón que no podía decir que estaba errado… y solo llegué a
repetir, quizás nunca te quiso, quizás nunca te extrañó, solo eras un jodido extraño en su vida...
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