Solo quería ver tu reacción


“…así que no andes lamentando,
Lo que pudo pasar y no pasó,
Aquella noche que fallaste,
Tampoco fui a la cita yo…”

La vida transcurría como si un meteorito no estuviera a punto de colapsar con el planeta, seguía gastando mas de lo que ganaba y escuchando la misma música, ya iba de estadio a ver a un equipo local, le empezaba a agarrar el gusto a leer por las noches mientras encendía un cigarrillo y tomaba un par de caballitos de sotol y al primer trago, decía aquella frase que tanto me había gustado, “Saliva del diablo, la bebes y como la lujuria, la sientes en suaves uñas arañándote despacio la espalda”, era tan extraño, quizás estaba cayendo de nuevo en aquello que llaman “caja de confort” pero bueno, ya faltaba menos para regresar a la cotidianeidad.

Lo recuerdo bien, era martes, eran cercano a las 22:00 horas cuando los 28°C empezaban a cobrar factura, recién me acababa de terminar el sotol cuando sentí una sed terrible, Sali del hotel y fui a un minisúper de esos 24 horas, saque un par de latas de 710 de cerveza que se encontraban en descuento y tome un poco de hielo, saliendo del minisúper abrí la primera lata, me senté en la banqueta mientras encendía un cigarrillo, mientras pensaba en que tenia tanto tiempo sin aplicar ese mítico “banquetazo”, casi estaba por acabar el cigarrillo cuando vi que una mina tenia problemas para arrancar su auto, al parecer estaba fallando, sigilosamente me acerque para ver si podía ayudarla, ella un poco temerosa respondía mis preguntas, le hice que encendiera los faros, las altas, pusiera las luces e intentara encender el auto, claramente era la batería, por fortuna era manual el vehículo, le pregunte si sabia sacarlo en segunda velocidad, pero no, tampoco había gente, le explique paso a paso como debería de hacerlo, solo tendríamos dos intentos, ya que la pendiente no era muy pronunciada, ella no se como pero acepto, y en el primer intento no salió, después en el segundo le dije de nueva forma lo que tenia que hacer y por fin logró encender el auto y vi como ella se alejaba por esa avenida mientras recordaba que en verdad era muy guapa esa mina, estaba un poco agitado, quizás mi sobrepeso me estaba cobrando factura, al llegar a la banqueta por fortuna seguían mis cosas ahí, le di un trago largo a la cerveza hasta terminármela en ese mismo trago, pase por un poco de mas hielo y al salir, me sobresalto la mina que recién había ayudado, quería darme las gracias, le dije que cualquiera lo hubiera hecho, ella estaba un poco apenada y estaba insistente, de pronto no se como pero le dije “¿tienes tiempo? Si gustas nos tomamos una cerveza aquí o ahí en la alberca, yo estoy hospedado en ese hotel” mientras le mostraba mi pulsera del hotel, ella dijo que ahí en al banqueta, no me dejo comprar otra cerveza y estuvimos tomando los dos de la misma lata, fueron dos cigarrillos cada uno, ella se llamaba Susana, tenia 24 años, estudiaba para chef, estaba haciendo su servicio social ahí cerca y vivía como a 15 minutos de donde estábamos, al parecer necesitaba también una cerveza, platicamos de tantas cosas que cuando acorde, estábamos cenando tacos de tripa muy retirado del hotel, ella vivía ahí cerca, así que al finalizar compartimos números de celular y quedamos en vernos pronto, yo pedí un taxi por aplicación para que ella se fuera a su casa y no diera doble vuelta, no voy a mentir, en todo el camino estuve pensando en Susana…

Al despertar al siguiente día en el trabajo, traía un poco de resaca pero también una sonrisa de oreja a oreja, se que no tenia porque tener una sonrisa así pero cuando conoce uno a una mina tan linda obviamente que es para alegrarse, mi sonrisa volvió a salir a flote cuando al medio día me sorprendió un mensaje de ella citando un meme que tenia yo en mi estado en la mensajería instantánea, de ahí seguimos con una charla de casi 40 minutos, hasta que tuve que reiniciar mis labores de trabajo, y a partir de esa noche nos empezamos a ver cuándo la luna se hacía presente , a la segunda noche ya nos habíamos dado mas de 10 abrazos y 5 decenas de besos, parecíamos un par de enamorados, incluso ella me dijo “debes de prometerme que no me vas a decir que día te vas a ir, cuando sepas que día te iras de aquí, no me dirás nada y te vas a ir como llegaste, no quiero que me prometas amor eterno, ni que vas a volver en 2 meses a verme, solo quiero que me prometas que no me dirás el día que te vas a ir, si lo haces, se va acabar todo, no habrá una segunda oportunidad” obviamente le prometí que iba a hacerlo, total a mí me gustaba demasiado ella y esa ciudad, yo no hubiera querido irme de esta ciudad nunca, nos veíamos a altas horas de la noche y nos dedicábamos a andar en su auto escuchando a Joaquín Sabina dando vueltas por la pequeña ciudad y cuando acordábamos teníamos una lucha cuerpo a cuerpo en una de las tantas calles de esta ciudad, después ella me pasaba a dejar en el minisúper donde nos encontramos por primera vez y nos volvíamos a ver a la noche siguiente.

Susana era la primera en leer mis escritos, incluso al cabo de 10 noches ella había leído todos mis escritos, tanto del blog anterior como de este, lo supe porque me dijo “quiero que cuando se acabe nuestra historia, escribas algo, pero no algo como lo de este blog, quiero que compartas algo como aquella historia de la mina y el chaval que tienes indicios en el 2012 y cerraste en el 2016” prometí que iba a hacerle una historia pero no igual si no de una forma distinta, ella esa noche me premió con un una de las mejores noches de mi vida, incluso llegue al hotel cercano a las 6 de la mañana.

Era miércoles, teníamos planes para el viernes ir de estadio, para Susana seria la primera vez en que iría a un estadio de futbol a ver un partido, estaba a punto de comprar los boletos cuando me marco para decirme que tuvo que salir con su familia por una emergencia familiar, no sabría que día volvería, me deseo suerte en mi ida al estadio y cerro con un “no dejes de tenerme presente” y así fue, a partir de esa noche no deje de tenerla presente, nos mandábamos fotos, mensajes, videos haciendo tik tok, en verdad yo me veía bastante ridículo haciendo ese tipo de cosas a mis 30 años, pero bueno, todo era para sacarle una gran sonrisa.

Fue una semana que no nos vimos, al volver por primera vez fuimos al centro de la ciudad, compramos una raspa cada quien y nos sentamos a platicar como dos enamorados, esa noche había vídeo mapping en el centro pero no fuimos a verlo, ella me platicaba sobre cuánto me había echado de menos y yo también, su familiar ya estaba estable y fue cuando ellos volvieron, yo sin querer le dije “he subido 14 kilos desde que llegue acá, pero bueno me queda un mes para bajarlos”, ella se me quedo viendo, borro su sonrisa, hizo una mueca de enfado y solamente la abrace diciéndole “es mentira, solo quería ver tu reacción” ella me manoteo un poco y le hice un poco de cosquillas para que sonriera y lo logré; me dijo que me iba a llevar a sus tacos favoritos pero con la condición que yo manejara su auto, obviamente acepte, le di mi celular y puse la huella para que pudiera desbloquearlo para que ella pusiera sus canciones favoritas, cantábamos a pulmón abierto, en cada semáforo que cabe señalar que hay uno casi cada 200 metros nos dábamos largos besos, después de cenar me acerco a mi hotel, dijo que tenia que madrugar, esa noche no íbamos a vernos más, al regresarme mi teléfono ya no tenia batería, así que le pedí que me informará cuando llegará con bien a su casa, nos dimos un beso tan largo que pareciera que el tiempo no existía, después vi como ella se marchaba, pase al minisúper por una cerveza y subí corriendo a mi cuarto puse a cargar el celular mientras me ponía a leer un poco, retomaba la lectura de aquel libro que había dejado de leerlo justo cuando la conocí, pasaron quizás 30 minutos cuando recordé que no me había mandado mensaje y al revisar mi celular, no tenia conversaciones con ella, me fije en las llamadas y tampoco estaban, intente ver las fotos y tampoco estaban, pareciera como si ella hubiera desaparecido, me lamentaba de no haberme aprendido su numero telefónico, pero me costo trabajo entender que había roto la promesa, como suele suceder.

Intente buscarla en Facebook, pero no lograba dar con su perfil, tampoco en Instagram, hasta que al tercer día deje de insistir, total había sido culpa mía. Ese mismo día al volver del trabajo me dirigí a la playa, tenia ganas de cambiar un poco la rutina, ver a la gente feliz, así que al llegar a Miramar, me puse de buenas al ver a las familias felices, los niños corriendo, las minas mostrando sus cuerpos en bikinis, los grupos de chavales bebiendo y el de los trotelotes vendiendo, me tire en la playa y me puse a leer mientras escuchaba el ruido de las olas, las risas, las pláticas, quizás habían pasado 15 minutos cuando me puse a escribir, quizás llevaba una cuartilla cuando mi celular empezó a sonar, vi que era un numero privado y no quise tomar la llamada, seguí escribiendo y volvió a sonar, tomé la llamada un poco enfadado, me sorprendió un poco al escuchar al otro lado de la línea “chaval, ¿Qué haces en la playa?, estas escribiendo nuestra historia? Te he echado mucho de menos” al momento de escuchar eso, me paré encendí un cigarrillo y voltee a ver a todos lados pero no la veía, era ella, platicamos cerca de 5 minutos cuando ella cerro la llamada con un “espero no me olvides, recuerda que tu rompiste la promesa, no fui yo, pero como lo dicen bien tus escritos, siempre rompes las promesas, la pase muy bien y espero que tú también lo hayas hecho, te llevaré conmigo siempre, fue tan extraña la forma en que nos llegamos a conocer y también en la forma en que tuvimos que separarnos pero bueno quizás existan otras vidas en las cuales nos volvamos a encontrar, recuerda que te quiero mucho” no me dejo decir nada, colgué la llamada y termine el escrito, me puse a ver la playa un rato más, hasta que sin querer susurré su nombre Susana…



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