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La has visto?


"Me lo contó un verdadero Clochard, de esos de los que cuenta Sabina y Cortázar... Tienes que probar Gudang Garam, los verdaderos Kretek"...

LA HAS VISTO?

- Pueden dos mundos diferentes hacer Match y revolotear dentro de un espiral de emociones, sin miedo, sin incertidumbre pero con ganas, reinventandose en una habitación?
- Claro que pueden, replicó Gian Carlo aquel clochard italiano al que los azares del destino le hicieron radicar en México, Tepoztlán para ser más exacto.

Lo conocí un Lunes de Abril hace ya dos años en aquel rincón bohemio dónde asistía cada semana para escuchar a Joaquín Sabina, el se acercó a pedirme un cigarro, en ese entonces no fumaba pero lo invite a sentarse a la mesa, le abrí una Cerveza Artesanal "Moldova" que solo vendían en ese lugar, me miró con desatino, como con aquella vista que tienen los nostálgicos, esa con ganas de hablar sobre las espinas que no se logran sacar del corazón.
Empezó por contarme su historia: originario de Nápoles al sur de Italia, el venía a México como turista pero fue en su tercer viaje y a sus 25 años donde decidió quedarse a causa de María, mesera de un Restaurante Boutique en La CDMX, decía que María era el nombre perfecto, sonrisa de luna creciente, piel canela, labios rojos, mirada sin dudas, pies pequeños, alas de ángel y caireles en su cabello... Yo solo notaba como al describirla, su mirada cambiaba con un tono de quién ama a pesar de tanto y de los años y aunque detrás de esa mirada enamorada se percibía un corazón roto lo único que pensaba era en preguntar como había terminado en esa condición, el pasar de un turista adinerado a un vagabundo? Dónde estaba ahora María? Cómo llego de CDMX a Tepoztlán? Por qué no volver a su Tierra?
Decidí no interrumpir y dejar el fluir de la historia sobre aquella mesa, entonces el prosiguió...
Había tenido un romance con María, más que eso a su descripción, su relación inicio un poco extraña, el hablaba muy poco español y María para nada el Italiano, su idioma era el del Amor, miradas, gestos, caricias, besos y abrazos, el le escribía versos que Ella a su vez traducía en internet, ella se inscribió a un curso de italiano, el la llenaba de poemas, ella le preparaba el café y el le garantizaba un rosa cada mañana, compartían los mismos sueños y aunque a ella no le gustaba la comida ni la canción Napolitana y prefería los boleros, nada les era impedimento para amarse, vivían en un departamento modesto justo a los 3 meses de haberse conocido y justo como es mi costumbre lo interrumpí preguntando sobre si no era muy pronto para vivir juntos? Y el justificó con una analogía a un discurso de Platón: "El banquete", no había duda que era un hombre inteligente así que lo deje continuar, Otra vez... que para ser honesto le sentía envidia por tanto amor expresado en palabras, por qué yo mismo anhelaba vivir algo así, un amor sin ataduras de esos que llegan con prisa, riendo contra el viento, sin medir el tiempo, de esos amores que te hacen vivir en un cuento sin pensar en el destino, de los que salen, se van y que al volver a casa poquito después se vuelve un castillo habitado de locuras, Que se vuelven promesas, canciones, risas, chistes, pasos de baile, sarcasmo, reflexiones en el sofá, juegos sin sentido y sentidos que se transforman en emociones, un amor con rutinas que se rompen, de calles que gritan nuestros nombres debajo de cada farola, un amor sin resaca, sin lunes, sin aburrimiento, sin dudas... En verdad le envidiaba mientras apretaba los puños esperando con fe que algún día mi amor llegará.

Continuaba la conversación mientras escuchábamos a Sabina "Todavía una Canción de Amor" y esa parte resulta también curiosa ya que el conocía a Sabina gracias a María y de hecho su español lo practicaba con esas mismas canciones y así seguíamos mientras mi envidia crecía, Maria le había abandonado hace ya Díez años, el aún no sabía el por qué? Y cuándo? Cuando las noches se volvieron insomnio y dejaron de ser como eran antes?, cuando se paró el reloj y los días dejaron de pasar?, cuando hasta los días del calendario se burlaban?, cuando el problema se agravó hasta separar sus caminos?

Fue María la que huyó, unos días antes de viajar a Nápoles, unos días antes de su boda planeada, antes de formalizar el compromiso, antes de sellar para siempre su vida, solo se fue y como explicación dejo una carta con un beso plasmado y un listón rojo sobre el sillón. Yo solo pensaba... Y las promesas de amor? Y los momentos? Y el mundo que crearon juntos? Y los sueños? Los besos?

Pude ver cómo la vida se iba de su rostro, las ilusiones y su voz quebrada no le daba para más.
El escucho un rumor sobre de quienes la habían visto trabajando de mesera en alguna cafetería en Tepoztlán, por eso vivía allí, como trotamundos esperando encontrarla de nuevo, rehusando a volver a su país, años sin volver a Nápoles, Diez años esperando el reencuentro, durmiendo sin soñar y con las sábanas desgastadas, un reencuentro que sabe que no sucederá jamás...

Terminamos la charla y al pagar a cuenta, la mesera del lugar me dijo que ya estaba saldado, aquel Gian Carlo tenía la costumbre de sentarse a contar su historia y pagar la cuenta con quién sentía haber hecho ese click, no sabía que decir, su apariencia de vagabundo no era el en verdad así que solo me quedo en agradecerle.
El acepto el agradecimiento pero puso una condición, saco de su bolsillo una foto vieja pero enmarcada y me preguntó: la has visto?
Solo pude decir que no, pero atónito pude ver qué tal y como el la describía tenía toda la razón, en la foto ella sonreía en lo que parecía estar sentada en la barra de un bar.
Solo pude prometer que en caso de verla le avisaría e incluso sería espectador de su reencuentro...
Y así, así conocí a Gian Carlo.


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