Las cosas cambian en un año
Bien la vida es algo tan efímero que
muchas veces nos aferramos al pasado, debemos de entender una cosa, que el
pasado ya fue.
Nos habíamos dejado de ver por un
año, fue así como sin nada, de pronto un día cesaron las idas al bar, al café,
a comer costillas, a tocar timbres y echarnos a correr, pero bueno también
cesaron las llamadas, los mensajes, los escritos sobre ella, fue complicado
pero de un día a otro casi casi la olvidaba, así que poco a poco la fui
olvidando. Pasados dos meses conocí a Patricia, fue una cosa muy rara, de esas
cosas que me gusta llamar del destino, estaba yo sentado en esa cafetería donde
nos vimos por última vez con Andrea, había pedido exactamente lo mismo de toda
la vida, una horchata caliente y un muffin de chocolate, estaba escribiendo
sobre lo bueno que es estar solo, justo estaba escribiendo “…la soledad no es mala, uno debe de saber
estar solo para poder estar acompaña…” justo sentí como derramaban café caliente
en mi hombro derecho, esa sensación me hizo pararme de inmediato y quitarme la
camisa, estaba yo encolerizado, estaba más que enfadado, iba gritar dos o tres
improperios pero de pronto alcé la mirada y la vi a ella, estaba como no
sabiendo que hacer diciendo muchas veces “disculpa,
disculpa, disculpa”, en ese momento se acercaron los meseros y me dieron
unas toallas para limpiarme; sobra decir que nos sentamos en la misma mesa y
nos regalaron un par de bebidas los de la cafetería, digamos que como sale en
las películas ahí compartimos nuestro primer beso, después por un cargo de
conciencia decidí ya no volver a ese lugar.
Con Patricia fue todo
maravilloso, era como mi otra parte, éramos tan a diferentes que también éramos
tan iguales, era como mi complemento, me apoyaba en los partidos de baseball, aprendimos
a cocinar juntos e incluso nos mudamos 3 meses después, justamente a 800
km de distancia de donde nos conocimos, estábamos haciendo una vida
maravillosa, no fue tan complicado vivir juntos, sobretodo porque no trabajamos
juntos, teníamos los mismos días de descanso y compartíamos muchas afinidades, habíamos
tenido algunas diferencias hasta que un día discutiendo ella se desmayó, yo me
espanté incluso la lleve al médico y fue cuando nos dijo “¡Felicidades! Tiene 3 meses de embarazo”, solamente nos vimos, no
dijimos ni una jodida palabra pero nos abrazamos y nos besamos, ahí fue cuando
todo cambio, cuando digo todo es en verdad todo, era tan extraño todo, yo ya no
me quedaba a beber después del partido semanal de Baseball.
Mi vida se centraba en el trabajo
y en la casa, Patricia parecía más despreocupada yo en cambio estaba estresado,
a veces bebía a escondidas un poco de whisky escoces. En mi trabajo las cosas
iban de maravilla se habían enterado del embarazo de Patricia y me habían dado
un ascenso, aunque era más entrada de capital digamos que casi el doble de lo
que ganaba aunque eso era viajar de forma constante, los viajes aunque eran
frecuentes eran de muy pocos días, muchas veces solo eran de un par de días.
Me tocó regresar a mi tierra
natal, tuvimos un par de problemas y en vez de ir por una cerveza lo que hice
fue ir al café donde conocí a Patricia, bueno que también fue la última vez que
vi a Andrea, me senté en ese mismo lugar donde siempre lo hacía, me puse a
revisar los problemas de la empresa, estaba tomando mi horchata caliente con mi
muffin, cuando de pronto escuché una voz que me decía “disculpa ¿podemos compartir mesa? Lo que pasa es que no hay disponibles
y …” fue cuando voltee a verla, era ella Andrea, me paré y le dije “adelante, es toda tuya, yo ya me iba”,
en ese momento me paré y me fui, caminé, no quería volverla a ver, sentía otra
vez esas maripositas en el estómago, estaba recordando todos esos momentos
mientras caminaba a la salida y veía si podía pedir un taxi de aplicación,
cuando de pronto sentí una mano que me tocó el hombro derecho y me dijo “olvidaste tus cosas en la mesa”, en eso
voltee a verla y le dije “¿y las cosas?”,
ella se me quedó viendo y dijo con un gesto de despreocupación “están en la mesa”, en ese momento
empezamos a caminar y platicar, ¿de qué platicamos? De muchas cosas, tantas
como si en vez de un año hubiéramos tenido una vida sin habernos encontrado, le
platique de Patricia, del embarazo, de cómo buscaba evitarla, ella me abrazó,
se enterneció, quizás más por lo del embarazo y todo lo que había dejado de
hacer, de pronto ella de su bolsa sacó una hoja, me la dio, me dijo “anda, léela” lo primero que hice fue
olerla, olía a esa loción, fue cuando ella me dijo “eras tú, huele a ti, a tu pasado”, y si, olía a ese Bvlgari soir, después desenvolví la
carta y era ese último escrito que le escribí, recordaba cada falta de ortografía,
empecé a recordar cuando la escribí, con ese sentimiento que quizás nadie lo
notó, aunque también recordé cuando salí a fumar y Andrea hizo una nota en el
escrito.
Bueno para no ir más allá, ella
me deseo suerte y yo hice lo mismo, me retiré de la cafetería en el taxi de aplicación,
llegué al hotel y le iba a marcar a Patricia pero vi un mensaje de un número
desconocido que decía “tienes un rollo
con la ortografía vdd?”.
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