Desbloqueando recuerdos 2

 

“Olvídame,

No dejes que mi voz te toque el corazón,

No escuches mis sollozos a la luna,

No contestes cuando aullé…”

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Todo paso tan rápido, parecía que jugábamos un juego que aunque sabíamos que tenía un final decidimos jugarlo, no hubo promesas de amor eterno, ni pensar en formar una familia, Quién iba a decir que todo empezó con un “súbete a tu auto y yo te empujo, cuando agarres velocidad metes segunda e intentas prenderlo”, que extraño fue todo, yo fumando y bebiendo en el estacionamiento del Oxxo y tú con tu auto que la batería ya no daba para más, no entiendo todavía como confiaste en mí, no entiendo cómo fue que nos fuimos queriendo, todo se resumió en una frase “cuando te vayas no quiero que me digas nada, solo quiero que te vayas así como llegaste, sin hacer ruido”, pero no, no fue así, como siempre termino jodiendo los mejores momentos, vaya creo que no soy bueno haciendo promesas. No recuerdo bien cuantas tazas de café fueron, ni siquiera cuantos besos, cuantas caricias, cuantos te amo, cuantos te quiero, pero lo que si recuerdo fue lo rico que sentía cuando me besabas sin siquiera esperarlo, cuando decías un dato random sobre algo que me gustaba y yo no lo sabía, recuerdo aquella noche que nos metimos al panteón solo porque te dije que esa tumba me llamaba la atención, la noche que conocí a tus padres todo porque me estaba orinando, recuerdo los tacos, las risas, los abrazos, los besos, las caricias, el “nos van a ver los otros autos” y yo con mi respuesta pendeja de “¿importa? Los autos no hablan todavía”, recuerdo tu cara de malicia, recuerdo tu cara de traviesa, tu cara de encabronada, tu cara de tristeza cuando rompí la promesa, también recuerdo ese último abrazo que me diste, las veces que te busqué, las palabras que me quedé atoradas en la garganta aquellas de “ya estoy casi contratado en una escuela, quiero hacer una vida contigo” pero no hubo momento de decirlas, siguen tus llamadas en la madrugada estando borracha después de que me fui, la última llamada que recibí tuya en donde “hicimos las paces” pero dijiste bien “no es momento que vuelvas”.