Sólo estaba esperando su llamada

¿Qué tal cómo estás?”  escuché a lo lejos mientras iba por la calle, era extraño la voz no la ubicaba bien pero a la vez sí, me dio por voltear y vaya sorpresa era un amigo con el cual no veía desde hace varios años, empezamos a platicar un poco y recordamos tiempos viejos, aquellos tiempos donde cada 8 días puntualmente estábamos a las 8 en un billar para jugar y echar una cerveza, recordó amores viejos y una que otra pendejada de esos tiempos, quedamos para vernos en un billar cercano por la tarde para continuar con la charla, era extraño yo estaba trabajando en un lugar donde nunca había estado así que fue una grata sorpresa, saliendo a las 7 pm me dirigí al billar y ahí estaba mi compa, jugamos por una hora y compartimos un cartón de cervezas, recordamos tantos tiempos y nombres de tantas minas hasta cuando me dijo “¿qué paso con aquella mina de cabello lacio que te traía hecho un pendejo?” le respondí con la verdad, Sigo esperando su llamada, él empezó a cagarse de risa y yo me mantuve serio “¿en serio?” preguntó, yo le afirme y sólo me dijo “lo pendejo nunca se te ha quitado” ahí empecé a reír porque tenía razón, pasaron más de 4 años y lo pendejo no se me ha quitado, nos despedimos con la promesa de volvernos a ver y retomar aquellas charlas, me fui manejando a casa pero sin quitarme de la mente aquella mina hasta que llegue a casa y revise las fotos que nos tomamos la última vez que nos vimos en un café del centro, me quedé dormido con el celular en la mano.

Pasaron un par de meses de ese encuentro con mi amigo yo estaba saliendo con Verónica, aquella becaria que estaba en el área de contabilidad de la empresa, estábamos en un café cerca del trabajo cuando llego de nueva cuenta mi amigo, me saludo y los presenté, a él se le hizo muy gracioso contar la historia de aquella mina a la cual aún estaba esperando su llamada, Verónica se cagó de risa y yo hice lo propio intentándome reír también, pasamos del café a unas cervezas platicando las pendejadas del pasado, era extraño, mi amigo era el dueño de ese café y yo ni por enterado, eso lo supe cuando íbamos a pagar y sólo dijo “esta vez la casa paga” nos despedimos y quedamos de visitarlo nuevamente, Verónica en el auto me pregunto “¿Qué pasaría si ella te marcará ahorita?” yo la verdad quería decirle que no pasaba nada que no iba a cambiar mi presente y menos mi futuro, que si ella me dijera que fuera con ella a caminar de la mano y tomar un par de tragos, a desenfundar estos 4 años sobre una cama, yo le diría que no, que no estaba interesado pero mi inconsciente me traicionó y dije Te dejaría, Verónica empezó a reír y yo esboce una tímida sonrisa solamente, empezamos con toqueteos en el auto, los besos y las caricias empezaron a subir de todo, me tuve que estacionar de inmediato en una calle solitaria con pocas luces y tránsito de la gente, ella batallo un poco con mi zipper y me estaba haciendo un buen trabajo, no me percate que se me emparejo una patrulla y toco el cristal del auto, puta madre sólo dije, ella se incorporó rápidamente y baje la ventanilla después de las preguntas de rutina me comento el oficial que no era buena idea lo que estábamos haciendo, el barrio era muy peligroso y sería una mejor idea ir a un hotel, yo agradecí el gesto del oficial y nos retiramos, por la hora que era sólo fui a dejarla a su casa.

Pasaron varias salidas en las cuales no habíamos tocado el tema de aquella mina, Verónica quizás lo había olvidado, pero yo no, esperaba aquella llamada para decirme cualquier cosa, pero no sucedía, llegamos al café de mi amigo una tarde lluviosa, estábamos los tres compartiendo trago y platicando de otras pendejadas anteriores, Verónica se paró al sanitario y en ese momento sonó mi celular que lo tenía sobre la mesa, se hizo un silencio en el café como sabiendo de quien era la llamada, vi en el identificador de llamadas y de inmediato conteste:
Mina: Chaval ¿cómo estás? ¿Sabes quién habla?
Yo: ¿cómo quieres que no sepa? Bien y tú ¿cómo estás?
Mina: bien gracias, ¿tienes plan para la noche? Acabo de llegar a la ciudad y quisiera ver si nos podemos ver.
Yo: perfecto, no tengo plan, si gustas paso por ti a donde estas y vemos que podemos hacer.

Ella me dio su dirección y la apunté, mi amigo se me quedo viendo anonadado, no deje que dijera nada porque Verónica iba saliendo del sanitario, pagué la cuenta y nos despedimos de manera repentina, pasé a dejar a Verónica a su casa sin dar explicaciones, ella sólo me veía raro, no le dije nada y después de dejarla fui a donde estaba la mina, cuando la vi, sentí tantas cosas de entre ellas taquicardia y puedo decir que empecé a sonreír como el pendejo que soy, avance junto a ella y antes de poder saludarla ella se me colgó al cuello y me dio un par de besos que fueron bien recibidos, tomamos dirección aquel restaurante donde venden platillos con carne exótica mientras me preguntaba que había hecho de mi vida, yo sólo le contesté, esperarte, no podía hacer otra cosa. Ella me regalo varios besos con sabor a vainilla, entró una llamada telefónica, no recordaba que tenía mi teléfono sincronizado con el auto, era Verónica que me decía de cosas porque mi amigo le había contado de la llamada que había recibido, con la calma del mundo le respondí, ¿recuerdas la plática que tuvimos cuando dijiste que pasaría si ella me marcaría? Ella se quedó en silencio como recordando la escena, y espetó, pero pensé que estabas bromeando, nunca se cuando dices las cosas de broma o en serio, la interrumpí diciéndole bueno pues ya sabes que no estaba bromeando, sólo estaba esperando su llamada.


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