El que se enamora, pierde
“…Acerca tu pecho al
mío,
Y abrázame que hace
frio,
Y así seré más
feliz…”
No voy a mentir, las cosas no
habían salido como yo o había planeado, pero al menos podía contarla, después
de regresar a mi país, lo primero que hice fue hacer un viaje a la capilla de
Malverde, las cosas habían salido muy bien y tenía que ir a dar gracias, ahí
estuve unos cuantos días en lo que decidía ¿Qué iba a hacer de mi vida?...
decidí marcarle a mis papás para saludarlos y me convencieron de ir unos días a
visitarlos, no tenia mucho animo de ir pero tenía más de 10 años de no verlos,
supuse que iba a hacer un viaje corto quizás una semana y después salirme de
ahí, iba pensando en ¿Qué podría decirles? Quizás seria buena idea decirles que
iba solo por una temporada y tenía que regresar, pero no recordaba si les había
dicho que trabajaba en la construcción o en la winery, total, podría
inventar otra cosa, pero ¿les diría que no tengo papeles para regresar y que me
habían deportado?, no lo sabía bien, quise hacer tiempo y pasé a Tlaquepaque
Jalisco, aprovechando que era jueves, pase al tianguis de Tonalá a comprar unos
regalos, recordé que el ultimo viaje que hice con mis padres fue ahí y a mi
madre le había encantado, a mi padre le compré tequila y a mi madre unas manualidades,
por la noche Salí al centro a comprar algo de cenar y aproveche para sentarme
en un bar sobre “el Parían”, era tranquilo y no hubo problema, me tome 5
chabelas y unos cuantos tequilas mientras escuchaba un buen mariachi.
Al despertar fui a la birria del
“chololo” para iniciar bien el día, después me tomé un tejuino e inicie el
trayecto de casi 5 horas, que si lo comparamos con el tiempo que se hace a la
ciudad de México es casi lo mismo pero esta vez era un destino diferente, antes
de llegar pase al “pueblito” esa parte olvidada que antes tenía a la gente
oriunda del lugar y en algún momento quisieron crecer pero nunca sucedió,
compré un par de latas heladas de cerveza, al probar la primera me recordó
tanto, que no me di cuenta que me la tomé de tres tragos, destapando la segunda
cerveza iba entrando a la cabecera municipal, en el pueblo las cosas si habían cambiado,
el tiempo había pasado factura por el, en algún momento vi imágenes en Facebook
y demostraban algo diferente a la realidad pero no lo creí hasta cuando lo vi,
unas cuantas calles con adoquín en vez del clásico empedrado y las casas no
tenían ya ese característico blanco con rojo, ni tenían el techo a dos aguas
con teja, ni si quiera eran de adobe, ahora eran de material con un estilo tipo
california, incluso con los zaguanes eléctricos, pasé por esa mítica paletería
“Acapulco” donde mis padres me llevaban a comprar un helado cuando era niño en
vacaciones, recuerdo bien compré 3 paletas de pasta, dos de nanche, una de
changunga y 4 de chico zapote, subí sobre la calle principal y di vuelta a la
derecha, la casa ya no era la misma a la que recordaba, la fachada ya no tenía
la cerca de piedra y púas, ahora eran paredes altas las que guarecían la casa,
aquella entrada principal de dos hojas ahora solo era una puerta metálica, el zaguán
de atrás estaba abierto y al estar observando me di cuenta que en vez de pura
tierra y un desmadre de plantas ahora todo estaba acomodado y había pasto, sí
que había cambiado la casa.
Antes de tocar la puerta di un
respiro hondo, tome aire y suspiré, el ambiente olía a salsa roja en molcajete,
bistec en chilillo, queso fresco y frijoles, fácil se podía adivinar que
estaban cocinando morisqueta, así que sin querer giré la perilla, al dar el
primer paso casi me caigo en el vitropiso, conseguí guardar el equilibrio y
antes de llegar al final del pasillo me asomé al cuarto que mis papás siempre
dormían cuando yo era niño, ahí estaba mi padre, acostado roncando y en el
televisor corría una película americana, seguí caminado y antes de llegar a la
mesa sorprendí a mi madre cocinando, casi le da un paro cardiaco al verme, pero
eso no fue excusa para soltar un grito ahogado y después abrazarme, casi de
inmediato salió mi padre e hizo lo mismo, recuerdo bien las palabras de mi
madre al verme “tantos buenos y malos momentos que te perdiste”, decía
eso mientras se limpiaba las lagrimas con a blusa manchada con un poco de
salsa, nos sentamos en la mesa, mi padre saco un seis de cerveza del
refrigerador, era extraño, él no tomaba, me destapó una cerveza mientras
destapaba la mía, dijimos al unisonó “salud” mientras le dábamos el
primer trago, mi padre antes de tomarle dijo “que no se haga vicio, solo
costumbre”, era extraño en verdad.
Después de comer y platicar un
poco del viaje me asignaron una habitación, mi padre me ayudó a bajar las cosas
de la camioneta, les di los regalos que traía para ellos, nos sentamos en el
comedor y empezamos a recordar viejos momentos, de vez en vez querían sacarme
platica de mi vida en el país vecino pero yo les sacaba vuelta preguntándoles
por la abuela o algunas personas muy cercanas, estaba claro que no quería
hablar de mi pasado y menos de mi futuro, nos acabamos el seis de cerveza con
mi padre y le dije que le ayudaba a las labores del jardín, muy entusiasmado
corté el pasto con una podadora, hice hoyos para plantar algunas plantas y
quite unas ya marchitas, mi padre había ido por un cartón de cuartitos de
cerveza y al son de música regional trabajamos por espacio de casi dos horas,
al finalizar les dije que iría a darme un chapuzón, en eso un primo llego a la
casa y con la misma efusividad de hace unos años nos saludamos, invite a mi
padre a salir pero dijo que tenía un compromiso con mi madre en una asociación
civil, entonces con mi primo nos subimos a mi camioneta, yo traía ganas de unas
patitas de puerco en vinagre y una cerveza en el lago y lo hicimos realidad,
que pinche gusto me dio saber que esos sabores aun existían, a él si le mentí
un poco, diciéndole que no me había ido tan bien pero tampoco tan mal,
trabajaba en la construcción y pude juntar unos pesos, el problema surgió
cuando me empezó a hablar si había hecho familia, recuerdo bien que mis ojos se
humedecieron y mi boca enmudeció, saque un cigarrillo y lo encendí, siempre
quise hacer eso y con un tono serio dije el dialogo de una película “…no se
si empecé a beber porque mi mujer me dejó o si mi mujer me dejó porque empecé a
beber…” aquel dialogo de Nicolas Cage en “Leaving Las Vegas”
mi primo se quedo paralizado con esa frase y yo empecé a reír, le dije que era
la frase de una película, que no había echado raíces bendito dios pero que si
tenia una mujer por la cual iba a regresar, el dejo su cara de pendejo y
echamos a reír los dos y a la voz de “no has cambiado cabrón” estaba
claro que no iba a decirle que me había dedicado al narcotráfico y menos que
había matado gente, mucho menos que me habían deportado y que no había sido muy
afortunado al no haber alcanzado a pisar la cárcel, ya que si me hubieran
encontrado culpable quizás en este momento me encontraría esperando la pena de
muerte, pero bueno seguimos con la charla hasta que se interrumpió la llamada
de su esposa y al concluir la llamada me dijo que me invitaba a una boda en una
ranchería como a 45 minutos del pueblo en cuanto me dijo el nombre de la ranchería
me quedé helado, el me animo a ir con él y prometí que iba hacerlo, nos
acabamos las patitas y las cervezas que traíamos y nos fuimos a casa.
Al estarme dando una ducha
recordé aquella mina de ojos color aceituna, con aquellas nalgas riquísimas,
esa cara como de muñeca de porcelana, esa mina que justo antes de irme me
acababa de terminar por eso me decidí a largarme de mi país con una
licenciatura terminada, pero con el corazón roto por completo, al estarme
rasurando me seguía haciendo esas preguntas pendejas que siempre me hago ¿y se
acordará de mí? ¿qué pasaría si la veo? Por fortuna mi primo llego y me hizo
salir de ese trance, recuerdo bien me puse unos vaqueros azul, con una camisa
manga larga color lila que yo al comprarla pensé que era azul, unas botas jeep
azules y una gorra con mi seudónimo, mi primo me hizo regresar a peinarme y
dejar esa gorra, lo único que hice fue ponerme un poco de cera y abotonar mi
gorra en la parte del cinturón, nos subimos a mi camioneta, él, su esposa, sus
dos hijos y yo, después emprendimos camino, no sin antes pasar por un seis de
cerveza en la ultima tienda del pueblo, su esposa que sobra decir que jamás le caí
bien, ahí reafirmaba ese sentir al encabronarse con mi primo cuando se bajo a comprar
las cervezas.
Afortunadamente el trayecto lo
pasamos sin pena ni gloria, llegamos al lugar de la fiesta, el aroma era
inconfundible, olía a verde el ambiente, es un aroma que nunca voy a poder
describir a la perfección, también olía
a estiércol, a vaca, a puerco y a una birria muy rica de res que estaban
preparando, recuerdo bien que al llegar di unos pasos y me regrese para echarme
de ese “one million lucky” de paco Rabanne y entramos a ese lugar que
era una parcela pero arreglada con mesas, eran 25 mesas redondas con 10 sillas
cada una, después una pista que como lo demás era tierra, estaba limpio pero
con tierra, estaban cuatro mesas rectangulares donde estaban los regalos en
cada extremo y en las dos mesas de en medio estaban sillas y un pastel gigante,
era una boda, lo pude deducir gracias a la sagacidad de mi mente que vio en el
cuarto piso del pastel dos muñecos, uno vestido de traje y otro con vestido de
novia, llegamos a la cuarta mesa del lado derecho de la mesa principal, nos
acomodamos en las sillas, el centro de mesa era un arreglo florar con un par de
tulipanes, 6 rosas y un girasol, también había un plato de botanas donde se
podían ver habas secas en chile de polvo, cacahuates japoneses, pepitas y
garbanzos en chile de polvo, una botella de whisky 12 años y una botella de
tequila, una agua mineral de dos litros, un refresco de toronja de dos litros,
un recipiente con hielos a medio derretir, platos y vasos para los 10 de la
mesa, nosotros no ocupamos todo el espacio éramos la mitad, pero los únicos en
la mesa, de inmediato nos abordó un mesero que llego con una cubeta como de
pintura pero con cervezas y hielo dentro de la misma, nos ofreció las cervezas
de cuartito y nosotros tomamos 6, dos para su esposa, dos para mi primo y dos
para mí.
La fiesta se desarrolló, había
mucha gente, mas de doscientas personas si había sin ningún problema, una banda
de música regional con 14 integrantes, un mariachi y un norteño estaban,
también un tipo dj que amenizaba los bailes populares de la región con mezcla
de música electrónica de años atrás, los novios después de presentarse ante
todos después pasaron mesa por mesa para saludar de forma personal a cada
integrante de la fiesta, fue cuando la ví, estaba ella ahí, vestida de blanco,
parecía mas joven de como yo la hubiera recordado, al llegar conmigo ella me
abrazo y dijo “que gusto de volverte a ver, gracias por haber venido”, yo
solo sonreí, ella ataco diciendo “¿si me reconoces verdad?”, yo volví a sonreír y le dije “claro, jamás
te me vas a olvidar”, ella contraataco y dijo “mi hermana esta en la
mesa de allá (señalando en frente de mi mesa) le va a dar el mismo gusto que me
dio verte”, no pude disimular y vi que en verdad estaba allá, ahora si era
ella con un vestido de noche color rojo, unos tacones, un peinado tan elaborado
como su maquillaje y unos ojos grandes color aceituna, le di un abrazo a la
novia, después al novio como dicta el protocolo y seguí viendo a la hermana de
la novia, yo ya andaba un poco alcoholizado no voy a negarlo, pasaron los
minutos y las canciones, pero cuando sonó “cruzando cerros y arroyos” me paré y
con la voz segura frente a ella la invité a bailar, ella dudó un poco cuando me
vio, se ruborizo un poco pero acepto mi propuesta, la lleve de la mano a la
pista, después nos pusimos a bailar, yo con mis dos manos tomándola de la
cintura y ella con sus dos manos tomándome de los hombros nos pusimos a bailar,
yo en verdad no sentía el ruido de alrededor, la sentía tensa, era extraño,
cuando el cantante decía “…si tu me dieras un beso…”, la besé y estoy
seguro que el tiempo se detuvo, la música sonaba como a 30 revoluciones menos,
ella me correspondió el beso y seguimos bailando hasta que la canción se acabó,
después bailamos “linda Güerita”, “por una mujer casada” y “la cuichi culichi”,
fue maravilloso, me senté con ella en su mesa, platicamos de tantas cosas que
entre beso y beso se me olvido lo que ella decía, yo solo estaba concentrado en
el lunar arriba de su boca en la parte derecha viéndola de frente, hasta que de
pronto mi primo paso por mi y dijo que era tiempo de irnos, yo quería quedarme
, ella me vio con ojos de ternura pero le dije que pronto volvería,
intercambiamos números de celular y sellamos la promesa de volvernos a ver, yo
esa noche me fui con la ilusión puesta en sus manos y mi primo con un pleito
con su señora porque andábamos un poco bebidos.
Pasaron los días y yo me la
pasaba al pendiente del teléfono, un “buenos días, ¿Cómo amaneciste hoy?”
y una que otra foto de ella eran suficientes para mantenerme con la misma fe de
volverla a ver, mis padres me dijeron que podía quedarme el tiempo que fuera
necesario, yo empezaba a salir en la bici por las mañanas, acompañar a mi padre
a la huerta por las tardes e ir a bañar al ojo de agua por la tarde-noche pero
siempre al pendiente del teléfono, un señor me compró mi camioneta, después me
hice de una cuatrimoto y una camioneta mas pequeña, la vida empezaba a
sonreírme hasta que un día mi madre me dijo “sabes hijo, no quiero que sigas
con esa mujer, dicen que es pretendida por un narco de la región y no quiero
que te metas en problemas, ella sabe que vienes del otro lado y por eso quiere
sacarte todo el dinero posible”, la verdad yo no le hacia caso, tampoco le
dije de mi pasado, ni que ese chavalo que la pretendía estaba a mi servicio
cocinando cristal para moverlo al otro lado. Me encantaba ir de cacería con la
plebe, hacer los caldos de iguana, los discos con las chopas, las güilotas en
mole, la carne de venado, el jabalí en carnitas, mis viajes en la cuatrimoto a
ver a esa mina, desayunar con mis padres, saben, no le pedía nada al arquitecto
del universo, todo lo tenía como algún día lo pensaba, bueno eso creía , hasta
que pasadas tres semanas ella empezó a ser cortante, no me llamaba y los
mensajes eran muy distantes, me dijeron que andaba en una parte de la sierra y
tome la cuatri para verla, estaba ella dándose un baño en esas aguas cuando de
pronto llegué, mojado por la lluvia de kilómetros antes, lleno de lodo al igual
que mi cuatrimoto, pero con una sonrisa de oreja a oreja para verla, ella se
sorprendió de verme, al inicio no quería decir nada, después me pidió caminar y
lo hicimos barranca abajo de donde estábamos, le platicaba que la canción que
bailamos contaba la leyenda que el chapo se la había dedicado a su ultima
esposa, que yo quería algo serio con ella y de pronto me dio un beso y me dijo
aquella frase que me dijo antes de irme a trabajar al otro lado, “chavalo,
recuerda una cosa, el que se enamora pierde”…
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