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Un guiño del infierno




"... Y si, por increíble que parezca siempre estuve esperando esa respuesta qué nunca llegaba, veía constantemente el celular, lo ponía en modo avión, abría y cerraba todo, pero la respuesta no llegaba, hasta que un día amaneció nublado, unas cuantas gotas empezaron a caer, la gente en sus autos estaba  encabronada, no sé si porque no podían fumar o porque el tránsito estaba peor que de costumbre, fue cuando en ese cruce de esquina, circuito interior y avenida Oceanía debajo del puente vehicular saque mi celular y me di cuenta que la respuesta estaba ahí, no había ningún "te extraño", ni un "te quiero", es más no había un mensaje de texto, ni una llamada perdida, me di cuenta que esa era la respuesta que esperaba, irónicamente no tendría que recibir una respuesta ya qué yo a ella, ya no le importaba..."

Me encontraba en esa habitación de hotel destapando una modelo ámbar, ya había perdido la cuenta de cuantas cervezas me había tomado en esa noche, pero me había jurado qué iba a hacer la última vez que fuera a tomar por ella, me preguntaba una y otra vez ¿Qué chingados paso?, ahora resultaba que este pinche hombre de hojalata pensó en algún momento qué tenía un corazón, de verdad estaba pendejo, el tiempo y el dinero que le había destinado lo hubiera invertido en una máster o en más viajes pero sin la esperanza de encontrarla pero no fue así, volviendo al tema recuerdo que la recepcionista subió tres veces para decirle que le bajará un poco al volumen de mi música y yo de una forma sarcástica le dije "vale, pero con la condición de que mañana me aceptes un helado", ella no sé si por compromiso o porque me vio muy borracho acepto la propuesta, apague esa bocina qué ha sido mi compañera por el último año, encendí mi audífonos y me puse a cantar esa canción de Sabina "Amores eternos" y hacia bastante hincapié en la estrofa de "... Con ella descubrí qué hay amores eternos, que duran lo que dura un corto invierno..." esa canción la escuche quizás unas 30 veces, hasta que el sueño me venció y termine atravesado en esa cama King size.




Desperté porque el teléfono de la habitación no dejaba de sonar, con los ojos cerrados respondí la llamada,”¿bueno?" y al otro lado de la línea "buenos días, servicio de despertador, ayer me prometió un helado y creo que es hora de que lo pague", me agarre la cabeza como intentando recordar, quizás ella lo entendió porque me dijo "salgo en media hora, te espero en la puerta de atrás del hotel", cuando dije que sí, solamente el tono de tu-tu-tu-tú se hizo presente, empecé a recoger las botellas, me preparé un café mientras planchaba una camisa, me metí a bañar, debo de confesar que aún me sentía un poco borracho, me afeité, me peiné un poco, me lave los dientes y recordé lo feo que sabe la pasta dental cuando uno está con resaca, me vi al espejo, me veía un poco jodido pero no tanto como me sentía, me eché un poco de esa loción qué no me gustó tanto pero total era la que traía one million lucky, tome las llaves de mi auto y me subí al elevador.

Espere por cerca de 15 minutos en la parte de atrás del hotel arriba del auto, pensé que la recepcionista me había engañado, me estaba lamentando el haberme despertado pero de pronto la vi salir, me baje del auto y camine hacia ella, le tome el hombro y ella de una forma instintiva me dio un codazo en el estómago, sinceramente me dejo sin aire, ella se lamentaba diciendo "discúlpame, discúlpame, discúlpame", yo le decía que no había problema, después de tomar un poco de aire le abrí la puerta del auto mientras se subía ella me decía con una sonrisa picarona "¿me vas a robar?" yo haciendo gala de la ciudad de dónde provenía solo atine a decir "¿sabemos hacer otra cosa los chilangos?" ella empezó a reír y yo reí con ella, me subí y le pregunté hacia donde ella con una voz un poco tímida dijo "pues dijiste que un helado ¿no?", no quería discutir, así que puse en el google la heladería mejor rankeada y quedaba a 7 minutos de ahí, le pregunté "¿quieres poner tu música?" mientras le pasaba mi celular desbloqueado, ella lo tomó y dijo "¿cómo se llama esa canción? dice tipo - un osito dormilón le regale y un besito al despedirse ella me dio-" de inmediato le dije Osito dormilón, ella sonrió y la puso, la cantaba mientras yo manejaba.

Al llegar me estacioné y le dije "Cantas muy bonito", ella solo se sonrojó, bajo del auto y caminamos rumbo a la heladería, ella pidió un helado doble de cómo mil chocolates y el otro de frutos rojos, yo pedí una bola de helado de chocolate dentro de un capuchino, ella me dijo extrañada "tienen razón, sí que eres extraño", yo empecé a reírme mientras le decía “¿tienen?” y ella se apuró para decir “si, los compañeros del trabajo dicen que eres extraño y ya veo que tienen razón”, empecé a reírme le invité de mi bebida, ella temerosa lo probó y dijo “sabe rico, te lo cambio” yo solo hice el gesto de desaprobación pero dije que sí, aunque bien sabía que no quería yo un helado y empezamos a platicar, le comenté que mientras yo iría por otro para mí, pedí uno igual capuchino con una bola de helado, y mientras llegaba con ella escuche como cantaba “…No quise retenerla, ¿de qué hubiera servido deshacer las maletas del olvido?, pero no sé qué diera por tenerla ahora mismo, mirando por encima de mi hombro lo que escribo…”  yo extrañado le dije “¿te gusta Joaquín Sabina?”, ella ruborizada contesto “no me lo vas a creer pero me aprendí de memoria esa canción, la pusiste como 100 veces”, solo atine a disculparme y empezamos a platicar de cualquier cosa.

Esa mañana fue maravillosa, después comimos juntos, ella me hizo contarle de mi mal de amores, me hizo entender que no vale la pena andar tomando por desamores, después sentí una descarga electrizante cuando me dijo “puedes decirme que soy un guiño del infierno, podemos intentar ser ese clavo que saque a ese clavo que te anda dando lata”, en ese momento solté la bocanada de aire, cerré los ojos y le dije “no nena, tu no vas a ser ese clavo que saca un clavo, tú tienes que hacer un nuevo surco, por eso eres un guiño del infierno”, inmediatamente me dio un beso, un beso de esos que logran acomodarte el alma, después un beso de esos que sientes que te arreglan el cuerpo.

A partir de ese día nos empezamos a conocer, parecía que yo iba a terapia cada vez que la veía, por motivos de mi trabajo estaba una semana entera y otra en mi ciudad de origen, había cambiado las borracheras por unos besos maravillosos, todo estaba saliendo mejor que ni mandado a hacer, en mi trabajo me habían dado la opción de irme a vivir ahí, yo acepté gustoso, me fui a vivir con ella, al inicio fue complicado, a pesar de que nos conocíamos parecíamos dos personas distintas al estar juntos en la misma casa, supimos hacer de una casa un hogar y esto lo logramos cuando supimos que íbamos a tener un bebé, las cosas no iban tan bien, la verdad mi esposa se puso un poco mal de salud, los pronósticos estaban de la chingada, hice todo lo que estaba a mi alcancé, en mi desesperación me acerqué a una parroquia cerca de casa, yo recordaba que mis abuelos ahí iban a pedir pero yo no sabía hacerlo, le pregunté a una señora que tenía un velo negro, ya era de edad avanzada, después de escucharme me dijo que fuera a la parroquia de Santiago Apóstol en Valle de Santiago, había un santo muy milagroso, ahí tendría que ir a pedir para que mi esposa y mi hijo salieran bien, así que le agradecí el gesto y al otro día en la mañana me dirigí a dicha parroquia, no me fue difícil encontrar ese santo, había demasiadas fotografías, hice una carta y con una voz interior pedí por la salud de mi esposa y de mi hijo, de mi cartera saque una fotografía que tenia de ella y después encendí una veladora y la encendí, justo cuando me di vuelta sentí un calor muy grande que me hizo ponerme derecho, sentí una fuerza superior, salí con una confianza maravillosa, quizás nunca había sentido eso, después me dirigí al hospital para ver a mi esposa.



Al contarle a mi esposa ella no podía creer lo que yo había hecho, solo me sonreía y decía “sigo diciendo lo mismo que cuando te conocí, eres muy extraño, pero me gusta”, solo sonreí y le dije “mira, creo que te he robado y no solamente el corazón, soy un robón”, ella empezó a reír, de pronto los aparatos empezaron a pitar, yo empecé a pedir ayuda, llegó el médico con un grupo de gente, se llevaron a mi esposa, fue desesperante quedarme en el cuarto, preguntaba y preguntaba y me decían que no tenían nada de información, le notifiqué a sus papás, me dijeron que pasará por ellos, les deje mi celular en la central de enfermeras para que me marcarán si algo sucedía, yo tardaba pocos minutos, mientras manejaba iba fumando, me acabé como 4 cigarros antes de llegar por ellos, me dieron ánimos diciendo “no te preocupes, las malas noticias llegan rápido”, al llegar al hospital pedí informes, no escuche lo que me dijeron o no recuerdo, me hicieron poner un traje azul como el que todos traían, una cosa para el cabello y un cubre bocas, vi como salía mi hijo, recuerdo su chillido, recuerdo como mi esposa me mordió mi mano, recuerdo tantas cosas que llego un momento en el cual colapse.

Al reaccionar, estaba yo cargando a mi bebé, se lo pasaba a mi esposa y en ese momento agradecí tanto, me dijo mi esposa “recuerda que debes una manda, salimos los dos muy bien” yo solo asentí. Pasaron los días y las cosas eran mejores, no sé de donde carajos sacaba tanta energía pero no paraba en todo el día, me desvivía por mi familia, investigue la fecha de las fiestas de la parroquia y le propuse a mi esposa viajar, total, ya estaba ella bien de salud y todo estaba de maravilla.

Al llegar, agradecí tanto, cumplí con la promesa, fueron 24 horas caminando, mi esposa se fue en el auto con mi bebé, mis pies sentía que me iban a estallar, pero estaba pagando mi promesa, agradecí por todo, estaba en esa platica interna cuando de pronto sentí una mano en mi hombro, se sentía diferente a la de mi esposa, me voltee a ver y vi que era ella, la mina por la cual me había embriagado, solo dije un “hola”, ella empezó a decir no sé qué cosa, le interrumpí diciéndole “sabes, tengo que agradecerte, gracias a que me embriagaba pensando en ti me encontré con una persona maravillosa, con la cual tengo un hijo maravilloso”, ella se quedó boquiabierta, le hice señas a mi esposa para que se acercará, ella lo hizo y al momento de llegar le dije “mira, te presento a mi guiño del infierno”…



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