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¡Felices 29!

“… Ayer dejé de guardarte canciones,

Hoy te propongo ésta y me voy dejando,

La puerta abierta para que a tu vuelta,

No dejes de entrar, no dejes de entrar…”

 

 

Todo iba de maravilla en esa entrevista de trabajo, quizás no me había sentido tan bien desde hace mucho tiempo, era un buen momento para cambiar de aires y que mejor que de trabajo de una vez, todo iba viento en popa hasta cuando Sandra la entrevistadora me dijo “¿Canción favorita?”, yo sin dudar un segundo me apresure a decir “En el muelle de San Blas, de Maná”, ella se  me quedo viendo fijamente a los ojos, abrió la boca como queriéndome decir algo pero no dijo nada, después me pidió un minuto, me quedé yo sentado en esa silla, tarareando la canción “…sola con su amor el mar, sola, en el muelle de San Blas…”, de inmediato regreso Sandra, se notaba extraña y se lo hice saber “¿Todo bien?” le pregunté, ella entre cerró los ojos y asintió con la cabeza, viéndola bien quizás habría llorado, siguió con la entrevista pero sentí que iba dirigida más a mi vida personal que en la laboral, en el momento no tuve ninguna queja, al concluir la entrevista Sandra me dijo “no te voy a mentir, nos gusta mucho tu perfil pero todavía tenemos otras entrevistas hasta el viernes, así que en caso de que seas seleccionado te marcamos el sábado o por mucho el lunes, pero si nos interesa mucho tu perfil”, estuve de acuerdo y ella volvió a corroborar mis datos personales, nos estrechamos la mano y salí de ese corporativo, me puse a pensar un poco en la reacción de Sandra ¿en verdad habría llorado? era muy extraño que saliera en medio de la entrevista y llegará con los ojos un poco hinchados, en ese preciso momento me hizo recordar a aquella mina de ojos color capulín, de esa sonrisa maravillosa, de esas piernas tan largas como aquella cuarentena del 2020, pero sobretodo de esos abrazos que arreglaban más que un mal día, quizás arreglaba el alma, la llamaré Sirena ya que le gustaba el personaje de Disney, era complicado quizás llevaba lo que tiene el año que no había venido a mi mente de una forma consciente, así que pasé por un helado solo para sentar a recordar aquella Sirenita.

 

Pasaron los días y el viernes cercano a las 9 de la noche recibí una llamada, era Sandra que me marcaba para ver si podía ir a una segunda entrevista al otro día, se disculpaba por la hora y la premura, pero le confirmé la cita, intenté despertarme un poco más temprano para poder tener tiempo de hacer algunas cosas antes de irme a la cita pero me fue imposible, soñé con ella con la sirenita, soñé la última vez que la vi, aquel día que no sabía que ese adiós ya no era un hasta pronto, extrañamente me desperté con una sonrisa en el rostro, tarde pero con una gran actitud, me metí a bañar con toda la calma del mundo e hice todo como si tuviera mucho tiempo disponible, quizás Saturno y Neptuno se alinearon en ese momento ya que llegué temprano a la entrevista y al parecer salí seleccionado, iniciaba el lunes siguiente, tenía ganas de festejar pero no sabía cómo, la traía atravesada en la cabeza, pasé a la catedral, no es que sea muy católico pero me gusta, me da cierta tranquilidad pero ni ahí podía quitármela de la cabeza a la sirenita, al salir compré una botella de tequila y me fui a mi casa, ahí me puse a tomar, me acabé la botella y salí a comprar otra botella caminando, me encontré con unos vecinos y me invitaron a tomar con ellos, estaban con la famosa “chela banquetera”, era extraño, era la primera vez que tomaba con ellos, entrado en copas me puse a platicarles sobre ella la sirenita, todos se centraron en mi relato, hubo muchas preguntas y las contestaba una a una, hasta que un vecino me dijo “carajo, casi casi tu historia es como la de la loca de San Blas, ¿se la saben? Esa que hasta Maná le hizo una canción pero al revés”, y pusimos esa canción, yo me puse a cantarla como si fuera un himno, al finalizar todos dijimos “¡Salud!” al unísono, después me la pasé platicando con un vecino que le decían “el Bob” acerca de los amoríos, el me preguntaba acerca de aquella sirenita y yo le contestaba, hasta que ya entrada la madrugada me despedí, ya me sentía un tanto borracho.

 

Los días pasaron y yo no podía sacarla de mi cabeza, diario soñaba con ella, presentía algo, era muy extraño porque yo al salir de casa pensaba que podría encontrármela, pensaba que iba a estar en el restaurante donde yo estaba comiendo, pensaba que estaba en el auto que iba enfrente del mío, vaya me sentía como un condenado a su recuerdo, incluso El Bob un día al llegar del trabajo me dijo “Vecino, que bueno que lo veo, fíjese que en la tarde una chava estaba tocando su puerta, era como usted la describía, con los ojos color capulín y parecía que era la más hermosa del mundo, al acercarme a preguntarle su nombre ella solamente se fue”, yo no sabía si estaba bromeando o era verdad, así que me quede con la idea de que era ella la que fue a buscarme, no quise ni revisar las cámaras, no le pregunté a ningún otro vecino solamente me quede con su relato, quizás era feliz pensando en que ella habría ido a buscarme.

 

En el trabajo cuando llegaba temprano Sandra ponía aquella canción “En el muelle de San Blas” y platicábamos acerca de los amoríos, en una ocasión le pregunté acerca del día de la entrevista, ella me confesó que 4 años atrás se iba a casar, su novio se había ido a EEUU pero ya nunca volvió, ella se sentía identificada con esa canción, me dijo que aún esperaba a que volviera. Ese mismo día a la hora de la comida salí por un pastel pequeño, Sandra fue la única que se percató de eso y me dijo “licenciado, no sabía que hoy era su cumpleaños”, yo le dije que no lo era, solo que era un día especial por eso había pasado por un pastel, en mi oficina puse la foto de la sirenita, aquella foto que tengo del primer día que salimos juntos, le dije unas palabras en bajito mientras en mi computadora sonaba “Se me olvidó otra vez” de Maná, le desee feliz cumpleaños y le di una pequeña mordida al pastel, y al finalizar solamente dije “Felices 29”.

 

El camino de regreso a mi casa fue terrible, había un tránsito espantoso, una lluvia torrencial había caído sobre la ciudad y había hecho que todo se complicará pero irónicamente yo estaba feliz, todo ese tiempo en el auto me hizo recordar de forma mental los momentos que pasé con ella, me paré en una pastelería antes de llegar a casa, compré dos rebanadas una de pay de queso con fresa y otra de pay de queso con durazno, llegué a casa y estaba ahí El Bob como siempre recargado en la jardinera como cuidando la calle, después de meter el auto pase a guardar las rebanadas de pastel y de mi refri saqué un seis de cerveza, salí a platicar con El Bob, él seguía sentado en la jardinera como esperando alguien, le invité una cerveza y la aceptó sin reparos, nos pusimos a platicar de la Sirenita, le dije que tenía varios días sin poderla sacar de mi cabeza, de mis sueños, de mi rutina y de mis recuerdos, el vecino solamente se dedicó a escucharme por un par latas de cerveza cada quien y después intervino, “¿sabes que sabor de helado es su preferido? ¿Cuál es su bebida preferida? ¿Color de ropa? ¿Flores?, ¿En verdad la conoces?, te diré, yo me siento en esta jardinera todas las noches esperando que vuelva la que fue mi esposa, esperando que ella me diga –que bueno que me esperaste-” en ese momento yo saqué un cigarrillo y destapé mi última cerveza, él hizo lo propio y le dije sin miramientos “sabes, tienes razón, le llamo la Sirenita pero en las ultimas platicas ella sacaba a relucir mucho a Megara de la película de Hércules, no sé ni cuál es su personaje favorito de Disney, pero a veces es bueno tener una ilusión, yo sé que ella nunca va a volver, yo sé que quizás nunca más nos volvamos a encontrar y si de casualidad nos encontráramos te apuesto a que de un saludo quizás no va a pasar, pero si yo dejo de tener la ilusión de vivir en el pasado, dejaría de soñarla, dejaría de recordarla y justamente cada año así como hoy dejaría de comer pastel y desearle feliz cumpleaños, por cierto puedo decir ¡Felices 29!”, El Bob se me quedó viendo y asintió, solamente dijo “vaya, así hasta yo quisiera recordarla, si llegas a hablar con ella le dices que dice el Bob <<Felices 29>>”




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