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Nena, creo que te equivocaste

“…si por alguna razón la vida vuelve a ilusionarte,

No te acuerdes de mí,

Repito, soy un cobarde…”

 

Empezó a vibrar el celular, me maldecía en ese momento el haber puesto el himno al estado de México como tono de alarma, así que solo tire el manotazo y busqué aplazar la alarma 10 minutos más, claro todo esto sin abrir los ojos, estaba en eso cuando de pronto escuché una voz, de mujer, debo de admitir que dudé un poco pero tomé el celular y contesté con el clásico “¿bueno?”, al otro lado solo escuché “hay historias de amor que nunca terminan, que se esconden tras la vuelta de tu esquina…”, reconocí la canción pero colgué la llamada, no me pregunten el motivo por el cual lo hice, a mí me molesta que me despierten, estaba volviendo a dormirme cuando volví a escuchar el celular, de inmediato tomé la llamada y escuché “lenguas de signos, dos cuerpos callados, dos cuerpos que hablan…” colgué la llamada y apagué el celular, no quería abrir los ojos, quería dormir un poco más.

 

Volví a dormirme y escuché a lo lejos el teléfono de la casa sonar, me desperté corriendo a contestar, para ser sinceros ese teléfono me caga, siempre que levanto la auricular es para una extorsión, una llamada equivocada o el deceso de algún ser querido, pero ese último motivo es por el cual lo sigo contestando, al contestar solamente escuché mucho ruido y una voz que me decía “que extraño, recordé el número de tu casa y eso que nunca te marqué, pero bueno, solo quería marcarte para que vieras que yo si cumplí la promesa, si vine a este concierto, sé que tiene mucho tiempo que no sabemos uno del otro pero, estando aquí te recordé, recordé como nos sentábamos en la banqueta y escuchábamos canciones, veíamos el cielo, claro si teníamos suerte veíamos 6 o 7 estrellas, la luna, sabes mi momento favorito era cuando interactuabas con la gente que pasaba, ¿recuerdas? Si alguien iba hablando por teléfono tú te ponías a contestar lo que decía, como si la llamada fuera contigo, si escuchabas a alguien gritar algo, tu contestabas, claro nadie se daba cuenta que eras tú, cuando pasaban tu seguías platicando conmigo como si no hubiera pasado nada, cuando te ponías a inventar historias de la gente que iba pasando, recuerdo que hacías hasta lo imposible para que yo te sonriera, lo sé porque siempre cuando lo hacía me decías << ¿Cuánto cuesta esa sonrisa? Es para una tarea>>, después me dabas un beso, era realmente extraño pero me gustaba demasiado, pero debo de aceptar que tu inmadurez también me llegaba a cagar en muchos momentos, lo que se me hacía extraño era cuando te ponías serio y te ponías a platicar con mi papá de política, de futbol, de religión, si de esos tres temas que más te cagaba, pero te ponías a discutir de una forma socialmente aceptada, también recuerdo cuando nos dijimos adiós ese último día, tú estabas ansioso ya que tenías una ponencia sobre la teoría de las cuerdas, no era la primera que dabas pero ese tema siempre te apasionaba y pensabas que nunca era suficiente, te voy a confesar, entré a la ponencia pero te vi tan emocionado, tan feliz cuando te daban la mejor retroalimentación que nunca más he vuelto a escuchar, que preferí irme, no sé si tuviste tiempo de buscarme, cambié mi celular, me cambie de depa pero solamente al de enfrente, veía como te quedabas hasta 4 horas sentado en la puerta con una cerveza en la mano, los vecinos que te conocían te hacían la plática y te decían algo como <<recién la vi en la mañana>>, quizás ese tipo de comentarios te hacían no desistir, te veía por la mirilla, ahí sentado con una cerveza escribiendo, haciendo cartas que dejabas una a una debajo de la puerta, a la carta numero 18 perdí la cuenta, pero bueno, ya sé, suena muy extraño pero me di cuenta que en verdad te quiero, te extraño, te quiero conmigo ¿Qué piensas?”. Para ser sinceros me había dejado sin palabras, era muy complicado escuchar todo eso, sobre todo poder decir algo, así que sin mediar palabra solamente le dije “nena, creo que te equivocaste de numero pusiste 89 y era 98, numero equivocado”, de inmediato solo se escuchó una risita y se disculpó, sinceramente le dije “si no te contesta el chaval, puedes marcarme, sería un gusto platicar contigo”… ella prometió que lo haría, al colgar la llamada fui por mi libreta, era la decimoctava vez que se equivocaban de número, pero era extraño tanto de mi celular como del número de casa, y dije entre mí, “número equivocado, que jodido suena”.




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