No es posible que con esa cara de gañán, exista un corazón tan noble. Parte 2
“…que tú me tienes temblando de noche y de día,
Tú me hiciste brujería,
Me quieres mandar para la tumba fría,
Tú me hiciste brujería,
Bruja, bruja, brujita…”
Continuamos con Patricia, ella me
ayudo demasiado en poder hacer el aseo, pero cada que encontrábamos algo me decía
“¿Esto tiene una historia donde no te inmiscuya
a ti con alguna mujer?”, eso lo hacía mientras sonreía, puedo decir que tenía
la sonrisa más hermosa del mundo, de vez en vez aunque no existía alguna mina en
el relato lograba meterla, solo para que me vieran esos ojos maravillosos con
esa mueca maravillosa que hace cuando parece estar enfadada, lo hacía porque después
la abrazaba y le daba muchos besos, ella sabía que no era verdad ya que sabe cuándo
miento, no voy a mentir las historias eran verdaderas, incluso me pidió que le
volviera a contar aquella historia que mi tío abuelo se jactaba de contarla, me
puse su sombrero y empecé “aunque no lo
creas las brujas si existen, se convierten en animales diferentes, a mí una vez
me estaba yendo muy mal, yo andaba de coscolino con una mujer que conocí un día
en la huerta y pues me dio entrada, pero después pasaba la cosecha y no traía un
peso a la casa, Elenita me dijo que me tenían embrujado y yo le decía que eran
puras mentiras eso, de pronto las gallinas empezaron a cacaraquear como si
alguien hubiera entrado al solar, mi Elenita agarro el rifle .22 que tenía y salió
al solar, yo salí tras de ella y vio un guajolote pero grande, más grande de lo
normal, tenía los ojos rojos bien me acuerdo en eso mi Elenita que hace el
primer disparo y ¡pum! Le da el rozón en una pata, y después da el otro tiro
¡pum!, se escuchó un grito muy fuerte, pero como de una persona, a pesar de que
estaba oscuro yo vi como que le pego en donde sería la nariz, el guajolote
brincó muy alto con solo una pata y voló muy alto. Pasaron los días y la mujer
con la que andaba de coscolino no aparecía en la huerta como era su costumbre,
fui a buscarla a su casa y me dijeron que estaba en casa de su madrina y ya fui
a donde me dijeron, mi sorpresa fue que la madrina tenía una venda en la pierna
izquierda y la nariz destruida, no pude dejar de pensar en eso, días después la
señora falleció, dice la gente que cuando estaban velando a la señora y
rezaron, de su caja salió una ave negra, todos se quedaron callados, después
las mujeres siguieron rezando viéndose unas a las otras.”, al acabar de
contar la historia Patricia me dijo “¿sabes
si es verdad esa historia?”, yo le dije que sí, recordaba cuando la contaba
la gente, ella me abrazo y me dijo “y si
vamos a cenar algo al centro”, dejamos de jugar con los recuerdos y fuimos
a cenar.
No voy a mentir, los días con Patricia
fueron maravillosos, se quedó las dos semanas hasta que la fui a dejar a la estación
de autobuses más cercana, dentro de esas dos semanas hicimos tantas cosas que
pareciera que el mundo se iba acabar, incluso un día armamos entre los
recuerdos de mi tío abuelo y nos dimos cuenta que había un mapa que hablaba sobre
un tesoro, recordaba una de esas historias, la gente decía que mi tío abuelo logró
llegar al tesoro pero que el alma que cuidaba el Tesoro le pedía una alma a
cambio del tesoro y mi abuelo dijo que siempre no, quería el tesoro, mucha gente intentó ir a
buscar pero nadie encontraba nada, mi abuelo juraba que si había sido real,
incluso un fuereño que se dedicaba a buscar tesoros comentaba que esa historia
era muy normal, que muchas veces los tesoros están custodiados por almas que
piden algo a cambio, así que con Patricia decidimos ir justo al siguiente día
que era el 3 de mayo “Día de la santa cruz” que es cuando dicen que es más
probable de encontrar.
Así que pusimos café, taquitos de
frijoles, agua, cerillos, atunes en lata y chocolates en una mochila después nos
fuimos en mi auto lo dejamos a las faldas del cerro y caminamos, iniciamos como
a eso de las 10 de la noche, a lo lejos se veían otras lámparas igual buscando
algo, esa vez traíamos la ruta hecha, a pesar de que tenía muchos años de ni ir
ahí aun recordaba bien los caminos, además sobra decir que mi tío abuelo escribió
las instrucciones tan precisas que incluso alguien que no conociera llegaría al
mismo, nos pusimos a 100 metros de donde según estaba, colgamos dos hamacas de
unos árboles e hicimos una pequeña fogata para eludir a los zancudos, ahí calentamos
agua para hacernos un café y sobre las brasas calentamos taquitos de frijoles
que traíamos, más que una búsqueda de tesoros era más bien un día de campo para
nosotros, era maravilloso el paisaje, se veía a lo lejos las luces del pueblo y
en el cielo tantas estrellas que incluso le dije a Patricia “¿Sabes cuántas estrellas hay ahorita en el
cielo?, ella con una mueca de sorpresa me dijo “no, no lo sé ¿Cuántas hay?”, serio le tomé a mi café y le dije “cada estrella que veas, es el equivalente a
un beso que me falta por darte, pero las más brillosas valen por tres”,
acto seguido le di un beso, bueno es un decir porque fueron muchos besos,
tantos que terminamos en el suelo, después un ruido nos hizo separarnos, los
dos vimos entre la noche algo correr, saque ese rifle 22 de mi abuelo y buscaba
y buscaba pero no encontraba nada, nos sentamos de espaldas uno al otro en el
piso a un lado de la fogata, le di el rifle a ella, de pronto nos quedamos
dormidos. Me desperté porque Patricia se paró y me hizo perder el equilibrio,
le empecé a hablar pero ella seguía caminando sin atender mi llamado, me paré
de inmediato y la abracé, hable en voz
baja y la lleve de regreso a la hamaca, ahí la acosté, justo cuando la costé
dio un suspiro y me espantó, abrió los ojos lo más que podía y su mirada se quedó
clavada, la abracé y le decía que todo era un sueño, solo era un sueño, hasta
que dejo de poner fuerza y volvió a dormirse, eran pasadas las 3 de la mañana,
me puse a fumar un cigarrillo mientras cuidaba a Patricia, de pronto se
despertó, me dijo que había tenido un mal sueño, y de sus ojos vi una
llamarada, azul como si la viera ella, fue justo en el momento que se quedó
callada, me abrazo fuerte y me dijo “no
me sueltes por favor, vámonos, vámonos”, le hice caso, dejamos todo así
solamente le eche tierra a la fogata y ya, caminamos rumbo al auto, subiendo
ella seguía como en shock hasta que llegamos a la casa.
Al llegar a la casa le serví un
mezcal y se lo tomo de golpe, casi casi de inmediato volvió en sí, sus ojos se
pusieron llorosos y empezó “corazón,
¿viste la llamarada que salía del suelo?, pues ahí en el sueño vi a una persona
como de las películas de antes, con sombrero, huaraches, vestido de blanco que
me dijo que ahí había un tesoro, que lo sacáramos y lo único que nos pedía a
cambio era el hijo que fuéramos a tener”, después me abrazó, me pidió que
le sirviera otro mezcal y se lo tomó de golpe, yo solo la abrazaba, le hacía
sentir que estaba con ella, no quería hacer preguntas, de pronto ella sola me
dijo “vi a tu tío abuelo, el señor me
saludo, le dio gusto que viniera para acá, incluso me dijo que pensáramos bien
en si queríamos sacar el tesoro o no, por cierto te mando saludos.”.
Esa mañana ya no pude dormir,
Patricia brincaba demasiado estando dormida, yo solamente la veía y la veía,
buscaba tranquilizarla y lo bueno que lo logré, cercano a las 7 de la mañana me
quede dormido abrazándola, al despertar ella lo hizo con varios besos y lo
primero que hice fue verla como sonreía mientras me besaba, después me dijo “¿hubieras cambiado el tesoro por el alma de
un hijo?”, sabía que en ese momento no podía bromear y tome la pregunta
como algo serio, pocas veces lo hago y esta fue una de esas pocas veces, le
dije “jamás, quizás no te ha quedado
claro que no hay cosa mejor que estar contigo, digamos que si llegáramos a
tener un hijo, sería mi tesoro, no lo cambiaría por otra cosa” acto seguido
ella solamente me besó…
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