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Platos rotos

“…Yo ya no puedo pasar más,

Ni un segundo más compartiendo tu boca,

Imaginándote a él contemplar el milagro

Que es verte sin ropa…”

 

¿Algún día se han embriagado ustedes solos? Pero no de la forma banal de empezar a tomar como estúpido o combinando diferentes alcoholes, si no de esas veces que uno se embriaga sin querer queriendo, bueno yo no lo he hecho, todas han tenido un motivo, ninguna borrachera fue sin querer queriendo.

 

Habíamos acordado tener esa charla en nuestro restaurante favorito, si bien no era el más lujoso que visitamos ni el más rico, simple y sencillamente era nuestro favorito porque era donde teníamos todas las charlas serias y esta vez no era la excepción, para iniciar ella pidió una sopa del día que consistía en lentejas en caldo con tocino, hierbas y trozos de plátano macho, por mi cuenta quise iniciar con la crema de champiñones, ella quiso iniciar diciendo “sabes, quisiera pedirte una…”, en ese momento al interrumpí con mi mano, ella guardo silencio le dije “tienes que probar esa agua de limón con pepino y hierbabuena, en verdad, no tiene madre”, ella asintió y pedí una jarra pequeña y dos vasos, sirvieron los vasos y ella fue la primera que probó el agua, después dijo “ya sé que no quieres hablar, pero no puedes estar emberrinchado siempre, necesitamos hablarlo, necesito que me disculpes, en verdad no sé qué pasó en ese momento”, me le quede mirando fijamente a los ojos, pareciera como si el tiempo se hubiera detenido en ese momento, a pesar de que era la mejor crema de champiñones que había probado, a partir de hace unos segundos pensaría que le faltaba un poco de sal y quizás un poco más de tiempo en la lumbre a fuego bajo, pero no, en verdad lo que hizo cambiar el sabor es esa saliva que sabe amarga, como cuando vomitas o cuando traes mucho coraje, eso fue lo que paso….

 

Necesito ponerlos en contexto, llevábamos 6 años de casados, si bien no había sido como en las películas, digamos que había sido más que aceptable, más triunfos que fracasos, más sonrisas que llantos, vaya ya saben a dónde voy, no habían existido discusiones ni medianas, por lo más que habíamos discutido era por donde carajos pasar las fiestas de fin de año, obviamente toda esa buena vibra y entendimiento que traíamos nos llevó a que nuestras vidas profesionales fueran fructíferas, nos dábamos tiempo para darnos unas escapadas de vez en cuando y siempre buscábamos sorprendernos el uno al otro, mi vida anterior a estar con ella había dado un giro 180 grados, por fin había podido formar un compromiso, por fin podía seguir reglas, por fin había aprendido a ceder, vaya desde que la conocí aprendí muchas cosas y le estoy eternamente agradecido, me ayudó a cambiar cosas que no me dejaban crecer, quizás por eso actué ese día de esa forma, les explico poquito, recordé que era último día para enviar un borrador a un concurso, me di cuenta en mi trabajo y pude salir sin ningún problema a las 12 del día, el transito estaba de maravilla, pareciera que eran vacaciones, así que aproveché para pasar por algo de almorzar y compartir en la mesa con ella, llegue a casa y vi que un auto estaba a la vuelta, estaba intentando recordar de quien era el auto cuando abrí la puerta, al entrar no escuchaba ruidos, quizás mi esposa había salido, así que entré, pero de pronto empecé a escuchar respiraciones, deje con cuidado el almuerzo en la mesita de centro, me quité los zapatos para no hacer ruido, metí la mano detrás de los libros del librero y saqué esa escuadra que tenía para defensa, le subí el tiro con una funda de almohada para no hacer ruido, empecé a caminar cada vez más despacio, de pronto las respiraciones eran cada vez más fuertes hasta convertirse en gemidos y provenían del cuarto de visitas, claramente reconocía esos gemidos, eran de mi esposa, la puerta estaba abierta y vi toda la escena, nadie la me la platicó, solamente respiré fuerte y pegué en la puerta, los dos brincaron, me vieron con la pistola en la mano y ella quiso decir algo solamente les dije “¡tienen 30 segundos para irse a la verga de mi casa!”, obviamente les dije gritando, quisieron tomar sus ropas del piso cuando les volvía  decir “¿nunca les enseñaron que deben de obedecer a una persona que tiene una pistola en la mano?”¸ dejaron de recoger sus cosas y corrieron hacía la puerta, mi esposa solo dijo “pero no sé dónde deje las llaves de la camioneta,”, no sé en qué estaba pensando pero saqué las llaves de mi carro y se las aventé, después le dije “llévate mi carro, mañana nos vemos en la fondita de siempre”¸ ella agarró las llaves en el aire y se fue.

 

Vaya ya que están contextualizados, veníamos a hablar de ello, por eso estamos en este pequeño restaurante, después de que ella me dijo que yo no quería hablar, pedimos un plato fuerte con guarnición, ella pidió un salmón a las finas hierbas con verduras frescas y yo pedí una orden de tuétanos al carbón y un bife, ella pidió vino blanco para acompañar y yo vino tinto, de postre ella pidió helado de chocolate con cobertura de chocolate y dentro un conejito de chocolate, vaya ese postre era mi favorito, yo pedí una nieve de mango con un poco de chile en polvo, estábamos terminando de comer el postre cuando le dije “me vale una chingada los motivos, si fue la primera o va a ser la única vez, me vale madre si solo era free, lo hiciste y te quisiera pedir dos disculpas, una por no dejarlos terminar bien ese momento y la otra es complicado pero, te quiero pedir una disculpa de corazón porque el destino te hizo pagarme lo que yo hice, pedí esta semana de vacaciones en el trabajo así que me voy, te llevas de la casa todo lo que creas que es tuyo, lo que tenga recuerdos, lo que tu compraste, lo que tú quieras llevarte, solo te pido que cuando yo regrese no quiero verte ahí, ya le dije a Pedro, mi amigo el abogado para que inicie los trámites, quizás te van a notificar en tu trabajo, no quiero hacer las cosas largas y tediosas, recuerda que te quiero mucho y sigo eternamente agradecido contigo… (Pausa)… por cierto, espero que sigas con ese chaval, que no cometas el mismo error que yo cometí, que termine jodido, solo y enamorado. Por cierto ahí están las llaves de tu camioneta, para que me des las llaves de mi auto”, le puse las llaves de su camioneta en la mesa, ella las tomó y se notaba temblorosa, yo estaba firme como un roble pero por dentro esperaba que todo esto terminará, estaba a punto de quebrarme, afortunadamente ella sacó las llaves de mi auto y las dejó sobre la mesa y dijo “creo que debo de decir gracias, quizás te lo merecías, pero aún me quedo con culpa, también acabas de provocar que no vuelva a este lugar y también de que vaya a aborrecer el chocolate”.

 

Ella se fue, yo me quedé terminando mi postre, pensando en el jodido destino, maldiciéndolo, ella no tenía que haber pagado los platos que yo había roto en años anteriores…

 


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