1394 palabras

“Cantó para que sepas que estoy vivo,

Que sigo siendo, tu viejo indecente”

Era extraño, después de tanto tiempo por fin decidí ir a visitar a ciertas amistades, llegué a la casa de mi mejor amigo que tenía una fiesta familiar y me había invitado, tenía quizás 4 años de no verlo, ya vivíamos en distintas ciudades y era complicado poder coincidir, parecía que el tiempo se había detenido hace 6 años, después de saludar a su familia nuclear me dispuse a echar un trago, le había llevado una botella de sotol que le había comprado en mi último viaje, aunque en mi auto tenía un par de whisky del 12, saque una botella para decir ¡salud! junto con las viejas amistades, había de todo, cerveza, tequila, mezcal, whisky, vodka, ron, coñac, en fin era una fiesta y todos éramos felices festejando el cumpleaños número 33 del anfitrión, al ritmo de “Sonideros de MEX USA” con “Tus jefes no me quieren” fue como se abrió la pista, varios bailaban, bueno los que sabían, yo solo veía como bailaba la gente, siempre he dicho que fui una vergüenza para mi municipio al no saber bailar, pero yo bebía y bebía, me habían ofrecido posada y gustoso había aceptado, me puse a platicar con una mina, a ella no la conocía de tiempo atrás, recién en esa fiesta la había conocido, se suponía que era la hermana de la novia de mi mejor amigo, era una mina muy linda, cabello rizado, morena, unos ojos que enamoraban a cualquier pendejo, una nariz pequeña y respingada, unos labios que te invitaban a besar, una charla maravillosa y una sonrisa que te embrujaba con solo verla, platicábamos tanto, ella no sabía bailar y yo tampoco, lo que si sabíamos era beber y platicar de cualquier cosa, apenas se escuchaba su risa y la mía se escuchaba a pesar del sonido de la música, ella se avergonzaba un poco cuando nos volteaban a ver, lo sabía porque se ponía roja; las canciones pasaban al igual que la gente se paraba a bailar, de pronto llego mi amigo con su novia, me presentaron a su hermana sabiendo que llevaba ya casi dos horas platicando con ella, en eso la novia de mi amigo me dijo “¿tienes que hacer algo el sábado? Tenemos una boda, vamos a ir tu amigo, mi hermana y yo, mi hermana no quiere ir porque va a ir sola y yo creo que si tú la acompañas se sentirá mejor que acompañada”, veía como su hermana se ponía rojita como un tomatito, yo dije que sin pendiente, iba a acompañarlos con tal de que fuera ella, acto seguido ella me abrazo y me dio un beso, tan rico que el sabor del whisky paso a segundo plano, después de ese beso todo cambio, nos la pasábamos abrazando y dándonos pequeños besos cada que podíamos.

Por ahí de las 4 de la mañana los invitados se iban yendo poco a poco y solo quedábamos algunos, empezamos a cantar como tipo karaoke, era muy extraño, a pesar de tener la letra en la pantalla no sabíamos lo que decía la persona que cantaba por el nivel etílico que manejábamos, después de ello yo termine abrazado de esa morena, quedamos dormidos abrazados en ese sillón, algunos quedaron tendidos en el piso y se veía que la fiesta había cumplido el objetivo, hacer el inicio de esos 33 años una nueva experiencia.

Después de ese día, mi amigo me contacto el viernes por la noche diciendo “recuerda que prometiste ir mañana con nosotros a la boda, para que no te vayas de fiesta hoy”, yo le agradecí el gesto por haberme recordado, ese día me dormí temprano y puntualmente a las 2 pm me encontraba en su casa, vestido con un traje color azul y una corbata en diferentes tonalidades de azul, afeitado solamente con barba de candado y con ese aroma inconfundible de “Fahrenheit de Dior”, al ver a la mina con un vestido azul, se disiparon mis dudas de que estaba hermosísima, nos fuimos en mi auto, iba yo manejando, de copiloto iba la mina y atrás iba mi amigo con su novia, en cada semáforo aprovechábamos para darnos uno que otro beso, con mi mano le acariciaba el muslo, ella solo sonreía, y me daba pequeños besitos a la par que mi amigo y su novia nos hacían burla, ella solo sonreía de forma tímida y yo me sentía como el rey del universo.

Al llegar a la iglesia, era maravilloso, ese templo expiatorio siempre me había gustado, llegamos antes que los demás invitados, mi amigo y su novia se quedaron a fuera fumando, yo con la mina entramos al expiatorio, veíamos cada columna, cada parte de la estructura, ella se persignaba cuando entró, yo seguía tan embobado que se me había olvidado el ritual, me separé un poco de ella y me fui a ver dónde están los votos, ahí fue cuando la vi aquella mina que me había enamorado hace unos años, la que fue el motivo que me fuera de esa ciudad, cuando de pronto llego la mina por la espalda y me abrazó diciendo “¿todo bien?”, yo le dije “si claro, es extraño estar ahí, imagínate que un día estemos ahí, digo no digo que juntos, pero estar detrás de esa vitrina con tu foto y tus generales, que raro, no me imagino verme”, ella me besó y me dijo “saaabe, quizás se tiene que estar muy enamorado”, me llevo de la mano y nos sentamos en la décima fila, yo estaba en la orilla donde pasan los novios y ella a un lado de mí, cuando pasaron los novios todos estábamos de pie, y al pasar ella con su padre se sorprendió de verme, él también se sorprendió, después de entregar a su hija frente al altar caminó hacia donde yo estaba, le pidió un segundo a la mina y me dijo al oído “no vayas a hacer una pendejada chaval, te recuerdo que no estas invitado, no sé porque viniste”, yo lo tome por el lado amable y solo dije “muchas felicidades y créeme que no haré nada, no me invitaron pero tampoco me dijeron que no podía venir”, mientras esbocé una sonrisa, el señor me dio una palmada en el hombro y se fue hasta adelante con su señora, la mina me pregunto “¿qué pasó, todo bien?”¸yo le dije “si claro, son viejos amigos”, mientras sonreía.

La misa paso sin contratiempos, poco antes de acabar la misa, me disculpé con la mina diciéndole que moría de sed, que la veía más tarde a fuera, salí del expiatorio y compré una cerveza, me la tomé de un trago y encendí un cigarrillo para aterrizar mis ideas y no hacer una pendejada, salió la mina a encontrarme, al verme fumando me pregunto “¿estás bien? Te noto muy extraño”, yo la tranquilice dándole un beso en la frente diciéndole “todo bien, solo que me harte de estar en la misa”. Después de las fotos y todo eso, nos dirigimos a una tipo hacienda que era donde iniciaba el festejo de la boda, todo era muy serio y yo evitaba seguir tomando alcohol, me había refugiado en el agua mineral y los cigarrillos, hasta las doce de la mañana que llego una banda sinaloense, ahí me anime un poco con el whisky y la cerveza, bailamos casi todas las piezas con la mina, después llego un norteño, a eso de la 1 de la mañana, recuerdo que fui y en la tercera canción pedí “el rey de oros”, todos se quedaron viendo como cantaba esa canción y la bailaba con la mina, después a las 3 am llego un mariachi, la fiesta seguía como si no hubiera mañana, pedí cantar con ellos “a pesar de todo” después de que ellos cantaron “Dos vicios”.

Al terminar la canción se me acercó el ahora esposo de ella y me dijo “oye gracias, no sé quién eres pero te agradezco que disfrutes la fiesta, apuesto que muchos no la están disfrutando como tú”¸ al terminar la frase se acercó ella, me abrazo mientras me decía “gracias, nunca pensé volverte a ver, pareciera que estamos en un funeral y este es el momento menos indicado para reencontrarnos, yo contrayendo nupcias y tú con una mina a un lado”, yo solo le dije “ no te preocupes, todo está relatado en 1394 palabras”.



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