Postdata III


“…Necesito aquí tus ojos, tus oídos, tu espalda para seguir escribiendo.

Aquí hace falta que aparezcas y pongas orden,
Que te lleves las cenizas de los platos,
Que ahuyentes el frío y me regales la certeza que seguimos vivos;
Mi reflejo es cada día más triste…”



¡Qué tal!


Una disculpa, espero que estés bien, sabes, me mandaron a provincia en mi trabajo por un par de semanas, si bien estuvo bastante bien pero estaba con la incertidumbre si habías contestado o no, me fue grato saber que en cuanto llegue estaba tu carta en la correspondencia, te agradezco el detalle del beso, ese color rosado en la carta la hace digna de enmarcarla, también me encanto el aroma, te voy a confesar algo y espero no te burles, cuando leí la carta, el aroma y mi imaginación hacían que cada que cerraba yo los ojos, imaginaba que estabas sentada a un costado de mí , el problema era cuando volvía a abrir los ojos, no estabas ahí, pero el perfume de la carta me hacía imaginar que recién te acababas de ir.

No retomo nada de la irresponsabilidad e inmadurez pero prometo irlo trabajando poco a poco, sabes ahora donde estuve me encanto, quisiera que algún día tuviéramos un encuentro ahí, se respira una paz maravillosa, el ruido que existía solamente era el cantar de los pájaros, el silbido que provoca que el viento al atravesar los árboles, algún ruido de algún animal y si le agregamos el aroma que desprende ese lugar, pfff créeme que me encantaría volver, me senté a leer un compendio de poemas que me prestaron, te voy a ser sincero, volví a fumar, se me antojo un cigarrillo mientras tomaba ese café de la zona, tan fuerte como una cachetada del diablo pero tan dulce como la saliva del mismo, sabes de pronto te me veniste al pensamiento, justo cuando terminaba de darle un trago al café y encendía un marlboro rojo, en ese momento te me veniste a la mente, con tu gesto que haces cuando algo no te parece y yo apurado leí el poema que tenía enfrente, era la Rima XXIII de Bécquer:
“Por una mirada, un mundo;
por una sonrisa, un cielo;
por un beso ¡Yo no sé
qué te diera por un beso!”

Lo hice como esperando que no me regañaras por volver a encender un cigarrillo, lo hice por imaginarte como te ponías rojita, sentí como si me abrazaras en ese momento y después me dabas un beso en los labios, de esos besos que solamente tú sabes dar, de esos besos que son adictivos, sabrosos, que te llaman a seguir leyéndote para que sigas besándome, perdón, mientras lo recordaba tuve que encender un cigarrillo, quizás la carta tenga un aroma característico a tabaco, pero bueno, quería decírtelo porque aunque no lo creas te he recordado a las 2 de la mañana cuando me ataca el insomnio, pero también te he recordado a las 8 de la mañana cuando desayuno, a las 7 de la tarde cuando el ocaso está en su máximo esplendor y también cuando me pasa algo y quisiera contártelo.

Pero bueno, por mi trabajo me van a estar mandando a diferentes lugares de provincia, pero ya hable con el cartero para que me las reenvíe al lugar donde este, porque sabes, a pesar de que van pocas cartas, quisiera seguir leyéndote de esta forma, no quiero que sea por algo electrónico, me gustan las cartas físicas, así como también me gustan las salsas, la comida, tus besos, la cerveza, el whisky, el tequila, el tejuino con nieve de limón, tus abrazos, el sabor de tu piel, tus caricias, pero ya le paró si no, quizás nos de primavera y yo no termine de escribir, pero es que tengo tantas cosas que quiero contarte que no sé por dónde empezar.

Sabes ahorita me recordó aquel recital de Ismael Serrano que hace de “Cuento de las  cartas de amor” de Eduardo Galeano, no sé si te lo había dicho antes pero me encanta ese cuento, pero bueno, hace unos días te recordé porque en el restaurante del hotel una mesera tenía una sonrisa casi tan bonita como la tuya, ella me hizo un comentario sobre mi risa escandalosa, ya que como te dije estuve unos días en provincia y desayunaba ahí diario, me dijo “una disculpa, pero me gusta cuando se ríe, todo aquí esta tan callado, tan sobrio, que cuando usted llega y se ríe, hasta me pone de buenas”, te soy sincero no supe que decirle, pienso que me puse rojo, porque sentía ese calor en la cara, pero solo dije “gracias, tú tienes una sonrisa muy bonita” y ella se sonrojo, pero bueno, esa sonrisa me recordó un poco a la tuya.

Creo que ya me extendí demasiado, solo quiero hacerte saber que aun te recuerdo, te sigo pensando, me llego a imaginar que te veo en cualquier lugar, pero cuando fijo bien la mirada me doy cuenta que no estás ahí, pero esas milésimas de segundo en el cual mi mente me traiciona, créeme que provoca estar de buenas lo que resta del día, ¿si te he dicho que me encantas? Todo, tu sonrisa, tus besos, tus caricias, tu aroma, tu sabor, tu mueca que pones cuando desapruebas algo también es maravillosa, tu mirada con esos ojos color capulín, también me encanta cuando cantas, cuando te da pena, cuando te recargas sobre mi hombro y casi casi siento que me dices “te he extrañado”, ojala pronto nos veamos, aunque lo veo complicado pero me gustaría mucho sentirte.


Pd. Agrego la nueva loción mezclado con aroma a tabaco para que me recuerdes.
Pd2. Te adjunto una foto del lugar que te comento, para que entres en contexto.
Pd3. Te quiero mucho, mucho mucho.




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